Quizás
nosotros mismos como hijas/os no recibimos el afecto y la atención que
queríamos, que necesitábamos de nuestros padres. Nuestros padres a su vez,
seguramente recibieron mucho menos de lo que pudieron darnos a nosotros. Cada
generación entrega lo que recibió como un legado, y luego hace sus mejores
esfuerzos en la tarea de ser padres. Pero sea como sea que lo hayan hecho ellos,
podemos elegir actuar desde el compromiso y trascender las limitaciones de
nuestros padres y las de nuestra sociedad.
Louise Hart
dice en su libro La familia feliz, "Nuestros hijos nos dan la oportunidad de ser
los padres que siempre hemos deseado tener". En una familia, la autoestima
empieza por la manera de ser de los padres. Los hijos no pueden elegir cómo ser
criados. Como padres, podemos tomar conciencia de la transcendencia que tiene
el cambiar nosotros para cambiar el futuro de nuestros hijos, cambiando
nuestras creencias y nuestras pautas negativas… Ellos a su vez transmitirán eso
mismo a sus hijos, y así sucesivamente de una generación a otra.
Puede
resultar inspirador pensar que no sólo estarás haciendo el esfuerzo de cambiar
tú, sino que estás cortando la cadena, la historia familiar, para hacer a tus
hijos un regalo maravilloso e invaluable.
Así que por
dónde haz de empezar? Por aceptarte, por quererte más, por respetarte y ocuparte
de tus necesidades primero. Esas actitudes enriquecerán tu relación con tus
hijos, y ellos aprenderán a quererse y también a quererte y a respetarte.
Hay algo
que es muy claro ahora para mí: la imitación no es sólo una de las formas de
aprender de los niños… es la única.
Estás
dispuesta/o dar el primer paso? ¿Te gustaría cambiar tu propia historia familiar
desde el amor y la aceptación? ¿Por qué no lo haces?
Por Lic. Marisa Lia Pascal