Pero ese extraño sigue siendo tu hijo, y te siguen necesitando, tanto o más que
antes. Y lo que más necesita, es comprensión:
La
adolescencia es una etapa complicada y a la vez maravillosa llena de
oportunidades.
Para
tratar con un adolescente hay que tener paciencia y no ser inoportuno, no
querrás que te contesten enseguida, ya que normalmente los adultos también somos
un poco adolescentes y queremos saber todo enseguida.
Es un
momento de crisis y de tensión, buscando la identidad, y los adultos deben
respetar y esperar, pasar por alto cambios de humor y contrarrestar siendo muy
alegres.
Hay
temas que los adolescentes no se animan a hablar con los adultos, porque todos
tienen algo de intimidad como por ejemplo, que hacen en la escuela o cuando
están con sus amigos.
El
adolescente es inseguro, por tanto necesita mucho afecto pero también idealista
y quiere arreglar todo y especialmente las cosas de los mayores que no le
gustan. Lo que deberían hacer los padres es dejarlos y fomentarles estos ideales
dándoles facilidades.
Es una
etapa donde las hormonas están revueltas. Es un recorrido largo donde hay que
sobrepasar ciertas crisis, pero hay adolescencias más complicadas que otras.
Estamos refiriéndonos a temas como drogas o alcohol, adicciones a internet,
menos significativo pero igual importante.
Si
tenemos en cuenta que el 47% han probado alcohol y solo el 20% lo han contado a
sus padres, también hay que preguntarse si los padres saben si los hijos cuando
vuelven por la noche han tomado alcohol o donde han estado.
Si no
hay horarios de TV e internet, es muy fácil engancharse y caer en alguna
adicción. Siempre hay conductas de riesgo que se deben a muchas causas, pero si
ha habido afecto por parte de los padres los niños no tienen tanto a esto, y si
ha habido fomento hacia el deporte y el estudio aun menos.
Si
llegara a extremos dramáticos, la convivencia es difícil. Hay que encontrar el
equilibrio entre los limites y el afecto y para conseguir un buen dialogo lo
primero a tener en cuenta es considerar que son personas distintas, con
distintos gustos, distintas inquietudes e iniciativas, y deben confiar en ellos.
Ciertos adolescentes tienen miedo al primer grito, por lo que es preferible
buscar el ámbito para decir las cosas y pactar.
¿Qué
hacer cuando nos encontramos con un adolescente que se cree con derecho a todo?
Primero pensar en buscar ayuda cercana como la familia o tutor para que
dialoguen y se aíslen de la situación un tiempo, por ejemplo invitando a los
nietos a la casa de los abuelos, y a lo mejor se cree una relación. Si no
funciona hay que recurrir a la ayuda médica o psicológica.
Lo que
debe tener en cuenta el adolescente es que nadie los va querer más que su padre
y su madre y que si se tiene un problema los podrán orientar y aconsejar. Si un
amigo, es un consejero un padre es un acompañante.
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