Para empezar, tomamos
un sorbo de agua y lo mantenemos por un momento en la boca, antes de tragar.
El agua es fundamental,
ya que dispara la actividad eléctrica de las neuronas. Lo que nosotros buscamos
es que se conecten y reconecten, y que cumplan su fusión activamente durante
toda la vida.
Siempre comenzamos la
gimnasia con sorbos de agua, y luego de unos minutos reponemos con otros sorbos,
constantemente.
Para practicarla solo
se necesita aprender el método, una botella de agua y 10 o 15 minutos, una vez
que se aprendió.
Luego de incorporar
agua, pongo una mano sobre mi ombligo, mostrando el centro. SI bien el ejercicio
se puede hacer sentado o parado, es importante siempre mostrar el centro.
Luego coloco el pulgar
en mi campo visual, y mantengo la cabeza ubicada sobre el torso, parpadeando y
siguiendo el dibujo de un 8 acostado con el dedo y la vista, comenzando desde el
medio.
De esta manera
potencializamos la visión, la capacidad de enfoque, conectando las redes
neuronales de ambos hemisferios a través del cuerpo calloso, y estimulamos la
concentración, la memoria, el foco, la atención y la capacidad de comunicarse.
Este 8 lo repetimos 3
veces. Con este ejercicio, como con todos los de gimnasia cerebral, conectamos
las 3 dimensiones del cerebro, ambos hemisferios y todos los lóbulos.
Así, el cerebro, que es
altamente plástico, renueva el poder de sus carreteras neuronales y puede crear
nuevas durante toda la vida, poniendo un freno al deterioro.
Un taller dura 8 horas
de trabajo, con pequeños cortes donde se ofrecen alimentos especiales.
Al mediodía se corto
una hora, donde se pide un almuerzo liviano. Sobre las 5 de la tarde, son
invitados talleristas.
Estos talleres, se
hacen de manera quincenal. Mediante los mismos se crean facilitadores, que luego
podrán impartir alguna de las actividades en otros ámbitos, de modo que las
personas puedan potencializarse y realizar sus aprendizajes con alegría y con
menos esfuerzo.