Los
apellidos europeos aparecen en los distintos reinos y lugares de Europa entre
los siglos XI y XII. Desde entonces y hasta adoptar su forma actual, han
experimentado transformaciones, y si bien es cierto que los apellidos surgidos
en distintos lugares del continente -refiriéndonos siempre a Europa-
han evolucionado en forma parecida, el caso de los apellidos españoles
presenta singularidades.
El
sistema de apellidos español
Las
diferencias entre los distintos sistemas usados en Europa para transmitir el
apellido familiar a los descendientes y para la adopción de otro apellido en caso de
matrimonio u otras ocasiones, persiste en la actualidad.
Quienes
son de origen hispano y mantienen la costumbre española del doble apellido,
conocen bien la confusión que esto genera en otros países, en donde se
desconoce, por ejemplo, que no existen en nuestro sistema el “apellido de
soltera” para las mujeres casadas, ni el “middle name” de origen germánico.
En
el sistema español del uso de apellidos, que aparece en la temprana Edad Media,
la costumbre era conservar en cualquier circunstancia los apellidos de la propia
familia. Esta costumbre incluía a hombres y mujeres por igual, y las mujeres –
a diferencia de lo que sucedía en otros sistemas-, no perdían el apellido de
sus propias familias aunque se casaran, para adoptar el del marido.
Había,
sin embargo excepciones a esta regla entre quienes pertenecían a las clases
altas. Por ejemplo, si Isabel Gutiérrez Alonso se casaba con Roberto González
Bustamante, podemos encontrarnos con que al nombre de la esposa, luego del
matrimonio, se le agregaba el “de,” más el apellido del marido. En este
caso, Isabel Gutiérrez Alonso de González.
En
caso de que el marido falleciera, se usaba la fórmula, Isabel Gutiérrez
Alonso, viuda de González.
dos aspectos:
– el primero es que, legalmente no tenían ninguna validez, es
decir, no se usaban en trámites o registros de carácter oficial,
– y el segundo
es que la mujer, en este sistema, conservaba siempre los apellidos de su familia
de origen.
Los
nombres de pila
Los
españoles y sus descendientes llaman nombres de pila (haciendo
referencia al bautismo en la pila bautismal católica), a los nombres que usamos
antes del apellido, costumbre adoptada en todo el Occidente.
Podemos
tener un solo nombre, dos o tres. De todos modos, legalmente se ha restringido a
un cierto número la cantidad de nombres que puede usar una persona.
Entre
los miembros de la realeza y la aristocracia, es habitual el uso de muchos nombres
de pila, generalmente en honor a los antepasados. El uso de los numerales, por
su parte, es una costumbre que se aplica únicamente a los reyes.
En
la actualidad es muy común que una persona tenga un único nombre, que muchas
veces no es el de alguno de sus antepasados.
El
doble apellido, una particularidad española
Todos
los descendientes de españoles tienen dos apellidos, el primer apellido del
padre, más el primer apellido de la madre. Esto se aplica por igual a hombres y
mujeres.
Entre
los apellidos españoles hay algunos muy comunes, como Pérez, Sánchez, Fernández,
Gòmez, por nombrar sólo algunos. Y es frecuente que dos esposos tengan un
mismo apellido en común, a pesar de que pertenezcan a diferentes familias.
A
la vez, el sistema español facilita el rastreo de los lazos genealógicos, que es
mucho más sencillo de realizar debido a que las mujeres
no pierden el apellido de sus familias de origen.
Apellidos
compuestos
Los
apellidos españoles pueden ser dobles o compuestos. Por ejemplo: Pérez Abellán, un
siglo atrás este hubiera sido considerado como dos apellidos diferentes, pero
el tiempo los ha convertido en uno solo, compuesto.
Las
razones que explican la aparición de los apellidos compuestos van desde que
alguno de los apellidos familiares de los padres es poco común y entonces se lo
elige en lugar del que tradicionalmente correspondería, hasta el caso de personas que tienen una actividad social
relevante -políticos,
artistas, deportistas, etc.- y cuyos descendientes, por cuestiones de
prestigio social o con el fin de honrar la memoria de su antepasado,
perpetuarán el uso del apellido compuesto. Esto último es bastante frecuente
entre las clases altas de la sociedad.
Apellidos
originados en nombres de pila
Estos
casos son en
realidad los apellidos más comunes, y se distinguen del resto porque terminan con
el sufijo “ez”, que significa “hijo de”. Los visigodos,
pueblo de origen germánico que construyó un reino en la península Ibérica
durante la decadencia del Imperio Romano, fueron quienes dieron origen a esta
clase de apellidos.
El sufijo “ez”
significa lo mismo que el sufijo “son”, muy común también en
apellidos de origen germánico tales como Johnson, Anderson, Paterson, etc.
Tenemos
entonces que buena de los apellidos españoles surgidos en la Edad
Media, derivan en realidad del primer nombre del padre.
A
continuación , una lista con los nombres originales, o de pila, de los que derivan
los más comunes apellidos españoles.
–
Álvarez : hijo de Alvaro
–
González : hijo de Gonzalo
–
Rodríguez : hijo de Rodrigo
–
López : hijo de Lope
–
Márquez : hijo de Marco
–
Núñez : hijo de Nuño
–
Suárez : hijo de Suero
En
otros casos, el primer nombre del padre pasó a usarse como apellido sin el
sufijo, tal es el caso de García, Martín, Simón.
Como
podemos imaginar, es una tarea casi imposible rastrear al primer Pero o Nuño
que dio origen al apellido, ni a las incontables divisiones que han
experimentado las familias con un apellido común a través de los siglos.
Quienes
sí están más cerca de saber con exactitud quiénes fueron aquellos
antepasados, son los descendientes directos de algunos reyes o miembros de la
nobleza, particularmente de los reinos de Castilla y Aragón.
Apellidos
originados en nombres de lugares, ciudades o reinos
Este
es otro caso típico de apellido de origen español, conocido también como
toponímico.
Imaginemos
el caso de un
hombre llamado Fernando, nacido y criado en el poblado castellano de Aranda que
se mudaba a la ciudad de Valladolid, en donde debía haber una gran cantidad de
Fernandos. Entre los miembros de su círculo social, nuestro Fernando empezaba a
ser llamado Fernando el de Aranda, o Fernando de Aranda, a fin de distinguirlo
del resto.
Con
el tiempo, Aranda
o de Aranda, se convertiría en apellido.
Quienes están detrás de las huellas de algún antepasado con un apellido de
esta clase (toponímico), deberán tener en cuenta que el mismo debió mudarse y
que su apellido indica su lugar de origen.
También
dieron origen a esta clase de apellidos los feudos. Quienes eran señores
feudales y tenían tierras en, por ejemplo, Frías , seguramente fueron llamados
“de Frías”, y si tenían otro apellido como por ejemplo González,
serían llamados “González de Frías”.
Muchos
siervos y campesinos que trabajaban y vivían en los feudos, usualmente tomaban
el apellido del señor para el que trabajaban.
Apellidos
sefaradíes
Mucho
se ha dicho sobre el origen de los apellidos sefaradíes, o judeoespañoles.
Bajo
el reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los judíos fueron
obligados a adoptar la fe cristiana o abandonar la península.
Los
judíos conversos cambiaban sus nombres, y usualmente se les adjudican apellidos
toponímicos. Los casos de familias sefaradíes que actualmente conservan
aquellos apellidos, confirman en parte esta creencia : Toledano, Zamora, Soria,
Cepeda ,son algunos ejemplos.
Sin
embargo, hay familias de origen español que llevan esos mismos apellidos y no
son de origen judío, porque sus apellidos se originaron del modo descrito más
arriba.
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