Como sucede con cualquier profesión, existen genealogistas muy serios y
profesionales, y otros tantos que venden todo tipo de promesas, sin siquiera
haber logrado un éxito en su vida profesional.
Contratar a un profesional, sobre
todo si es a distancia, como por ejemplo vía Internet, puede ser sin dudas un
objeto de preocupación, puesto que usted no sólo está poniendo en juego su
dinero, sino también todas las emociones que circundan a una búsqueda
genealógica.
Cuando contratamos los servicios de alguna persona que presta determinado
servicio, un pintor por ejemplo, podemos saber aproximadamente que esperamos de
él, que dinero estaremos dispuestos a pagarle, y en que lapso finalizará su
trabajo.
Pero la cuestión cambia radicalmente cuando nos debemos emplear a un
genealogista profesional, sobre todo por primera vez. En este caso, y a
diferencia del pintor, nos será más complicado conocer a personas que puedan dar
referencias de él, saber exactamente cuales serán los resultados esperados, y
tener cierta “satisfacción garantizada”.
En pocas palabras, en el caso del
pintor, usted poseía confiabilidad, claridad en los números (por
el hecho de que no era el único en su vecindario que estaba utilizando el
servicio), y seguridad sobre los resultados.
El interrogante, entonces, sería cómo lograr ese nivel de seguridad, claridad, y
confianza con un genealogista profesional, de modo de asegurarse que él no
jugara con sus emociones, y hará valer el dinero que le está pagado.
En busca del genealogista
Aquí le ofrecemos algunas sugerencias para ayudarle a responder al interrogante
planteado.
En primer lugar, pídale al
profesional que le provea testimonios o referencias sobre su trabajo. Trate de
chequear estos datos. Aunque no posea algún tipo de testimonio, no debería
costarle nada darle el nombre y el teléfono o e-mail de contacto con uno o dos
clientes anteriores.
Ciertamente, el profesional podrá esgrimir razones de
privacidad para no darle este tipo de información. En ese caso, sólo podrá usar
su mejor juicio para decidir si esta persona está siendo sincera o bien intenta
ocultar algo.
Una de las mejores maneras de empezar a ganar confianza con el trabajo de un
genealogista profesional, es encargándole, en primer lugar, un trabajo pequeño.
Intente darle solo un pequeño segmento de su búsqueda genealógica, que no sea
muy complicada y por ende costosa, ni tampoco excesivamente sencilla.
Compruebe
cómo trabaja, sobre todo en relación al tiempo y la exactitud. Fíjese cuan
importante es para él el trabajo que deba realizar. De esta forma, podrá evaluar
sin mayores riegos la calidad del profesional. El hecho de “comenzar despacio”
atenúa el riesgo de pagar un honorario grande por un servicio que nunca le
satisfacerá.
Los “profesionales”
Todos los genealogistas suelen
presentarse como profesionales, pero es muy difícil basarse en algún diploma
para conocer el aval de un genealogista, puesto que los profesionales que
proporcionan este tipo de servicios de investigación, poseen diversos tipos de
credenciales, diplomas, educación, y estudio en diferentes institutos de
enseñaza.
La palabra ‘“profesional” en sí misma posee un gran número de connotaciones, y
depende de los puntos de vista. Por cierto, en el sentido más puro, solo podría
ser utilizada por gente que posee diplomas universitarios acreditados por algún
organismo público. Pero muchos también lo utilizan como una forma de prestar un
determinado servicio de investigación en base a en un honorario.
El pago
A menudo, el costo de estos servicios
difiere enormemente. El hecho de ser un trabajo muy personalizado, y muy poco
masivo, provoca que no existan pautas generales de precios. Por lo tanto,
siempre debe consultar con un mínimo de tres genealogistas antes de contratar un
servicio. Recuerde que lo barato puede costar caro, pero, también, que costoso
no es sinónimo de calidad…
Tenga presente todos estos puntos, y
ahora sí, comience a investigar al investigador.