Rastreando los orígenes de los apellidos y linajes hispanos.

Muchas veces, perseguir un
objetivo importante supone la elección de un camino a recorrer, y en muchas
ocasiones en el punto de partida se pierde de vista el sendero correcto.

Recorrer
una ruta equivocada significa una p
érdida de tiempo que muchas veces
puede ser una vida. Cuando uno persigue la verdad de sus orígenes se deben
tener en cuenta formas básicas que nos orienten en un comienzo certero y
seguro.

Al iniciar una investigación
genealógica tenemos en principio la idea de buscar datos sobre nuestro
apellido, sin embargo hay que tener primero en cuenta, y esto es muy importante,
la diferencia entre apellidos y linajes.

Esta diferenciación es
especialmente relevante a la hora de localizar el origen de nuestro apellido,
hay que tener claro que el blasón corresponderá a una línea familiar (linaje)
y no de modo genérico a un
apellido.

Es muy posible que dentro de un
mismo apellido haya distintos linajes o familias, así que nos podremos
encontrar con distintos blasones dentro de un mismo apellido y muchos linajes o
familias dentro de un apellido a los que no les corresponderá blasón alguno.

Tomando a una persona cualquiera
que tiene un hijo que realiza alguna hazaña o servicio que hace que el Rey le
conceda un blasón, a partir de ahí los descendientes de esa rama familiar
tendrán un escudo heráldico unido a su apellido, pero ese escudo solo
pertenecerá a ese linaje.

Existirá un blasón del
apellido de ese hombre, pero solo pertenecerá a los descendientes de la rama
o ascendencia a la que le fue concedido su uso
, no a todos los que se
apelliden como él.

Puestos a iniciar la investigación
el primer paso será ver de que datos partimos, que datos familiares tenemos
para empezar, si ya tenemos algunas partidas sacramentales o civiles. El modo de
remontarnos hacia arriba en nuestro árbol familiar lo más lejos posible será,
fundamentalmente, mediante la búsqueda y colección de partidas de nacimiento o
bautismo, matrimonio y defunción.

Es importante pedir copia
literal, y no extracto, de la documentación que nos interese porque así
obtendremos la mayor información.

Para construir el árbol genealógico
hay que tener en cuenta que durante los siglos XVI y XVII, se producen
cambios frecuentes en los apellidos
, unos llevando un apellido aunque no
corresponda en esa generación porque va ligado a la posesión de varonía o a
un mayorazgo o porque es el apellido del antepasado más notable, también es fácil
que cambie un apellido al moverse de provincia, que un apellido plural se
singularice, o que al llevarlo una mujer se feminice el apellido, o que se
castellanicen apellidos como sucede con apellidos vascos o navarros que emigran
a Andalucía.

También se produce el caso de
apellidos extranjeros que se traducen por ejemplo "White", por Blanco.

Para el caso de apellidos
localizados en las Islas Canarias
hay que tomar en consideración que desde
que estas se incorporaron a la Corona de Castilla a finales del siglo XV
tuvieron como régimen filial un matriarcado que tuvo vigencia hasta el
primer tercio del siglo XIX y que solo desapareció por completo al implantarse
el Registro Civil en 1.870.

Esta costumbre portuguesa del
matriarcado imperó en Canarias determinada por la considerable población lusa
avecindada en el archipiélago y se generalizó a todas las familias, hasta el
punto de decirse, que no hay familia en Canarias que pueda remontar su genealogía
de varón a varón hasta la conquista, ya que en todos los caso aparecería una
mujer que sería el eslabón imprescindible para la sucesión.

Otra circunstancia que se dio
singularmente en las islas es que no existía un articulado que exigiese poner a
los hijos los respectivos apellidos del matrimonio, con lo que es frecuente
encontrar hijos con unos apellidos completamente distintos a los de los padres
,
porque se transmitían saltándose generaciones o, en muchos casos también, se
le daba a los hijos los apellidos de parientes, padrinos o protectores.