El éxito en un negocio o en la vida de una persona es un tema que atrae las
miradas de todos. Nos encanta escuchar historias de éxito y estudiar la vida de
personas que lo han logrado para poder emular sus vidas con la esperanza de
obtener resultados similares.
En cambio, las historias de fracaso son menos atractivas.
Aquellos que nunca alcanzaron sus objetivos y que nunca cruzaron la línea de la
meta habitualmente no figuran en la primera plana de las noticias. Simplemente
pasan al olvido y nadie se acuerda de sus esfuerzos infructuosos.
Sin embargo, podemos aprender mucho de ellos. Vale la pena tomarse el tiempo
para estudiar los pasos que toman antes de fracasar en su empresa, para que no
le pase lo mismo.
La principal razón por la cual los emprendimientos fracasan es porque sus
gestores deciden abandonarlo. Son personas que, en algún momento, pierden la
esperanza de alcanzar el éxito con su proyecto.
Se sabe poco de ellos. Por eso quiero escribir acerca de los que NO ganan.
Quiero exponer el ciclo de acción de aquellas personas que se rinden y deciden
no seguir con un proyecto de negocio que han comenzado, ya que demuestran un
patrón de conducta del cual podemos aprender muchísimo.
Hay que diferenciar las dos maneras de abandonar un emprendimiento
1) Rendirse.
2) Retirarse de algo que no tiene frutos y que puede incluso producir daños y
pérdidas.
Éste artículo expondrá los pensamientos y los patrones de conducta del primer
grupo: aquellos que abandonan un proyecto potencialmente bueno, porque se rinden
y deciden no seguir luchando.
Sucede todo el tiempo. El mundo de los negocios es duro e hiriente. Las cosas
simplemente no siempre resultan como uno se las imagina.
Alguien en quien se
confió se va, el producto maravilloso que se acaba de lanzar no tiene venta, el
servicio que se entregó con esmero no es valorado y solo produce quejas, etc. La
lista de desilusiones es interminable. Francamente, puede ser bastante
abrumador.
Hay que hacer un esfuerzo diariamente de tomar un respiro, de no tomar las cosas
tan personalmente y de seguir andando. Uno no puede darse el lujo de ser
demasiado sensible frente a las constantes desilusiones de un proyecto de
negocio.
Es lo que hacen los ganadores. Ellos emprenden, fracasan, lloran y patalean,
aprenden y luego siguen
emprendiendo. Cualquier persona exitosa ha seguido ésta
misma fórmula.
Los perdedores y cómo fracasan
El modus operandi de los que se rinden, en cambio, es mucho más
interesante. Se puede aprender mucho de ellos, ya que son bastante creativos en
su acto de rendirse. Lo más interesante es que siempre siguen un mismo patrón:
1.
Duda
2.
Temor al fracaso
3.
Culpa
4.
Imaginarse lo que va a pasar
5.
Estar abrumado
6.
Acción: rendirse
7.
Alivio
Es muy útil estudiar ésta secuencia para poder reconocerla cuando el agobio se
acerca sigilosamente en la vida de un emprendedor.
Así podrá reconocer los
síntomas y tomar acción antes de que se produzca el fatal desenlace de tirar la
toalla para liberarse de las presiones temporales que un negocio puede
ocasionar.
Algunos datos claves para no rendirse jamás
1) Tenga una visión clara de lo que desea alcanzar.
Es menos probable que usted abandone su visión y sus sueños si usted tiene su
visión a mano, en forma escrita.
Aprenda cómo adquirir una visión para su
negocio y léala constantemente para tenerla presente en los momentos difíciles.
2) Ponga los pies en la tierra.
Tener un negocio es simple, pero no es fácil. Como bien dijo Thomas Edison: "El
éxito es 1% inspiración y 99% transpiración." Nadie se ganó el Oscar, una
medalla olímpica o el premio Nobel por hacer las cosas a medias. No se engañe
en éste punto, el éxito no se alcanza sin trabajar duramente.
3) Busque buenos consejeros.
Es importante rodearse de personas que no le permitirán rendirse. Escucha a
aquellos "veteranos de la guerra" que ya han luchado sus batallas y que
alcanzaron el éxito a pesar de las dificultades. Le animarán a seguir andando
cuando las cosas se ven mal.
4) Preocupación por los demás y amor por lo que hace.
Su emprendimiento no se trata solo de usted. Tiene un propósito mucho más
grande.
Dios le entregó sus talentos y sus habilidades para que pueda impactar a
muchas vidas con ellos. No deje de preocuparse de los demás y valore lo que
usted puede entregarles.
Rendirse no es una opción. ¡Nos vemos en la meta!
Por Betina Langerfeldt
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