Hipertensión arterial: ¿es difícil cumplir el tratamiento?

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Si le cuesta seguir el tratamiento que le indicó su médico, no deje de leer esta nota.

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La
hipertensión
arterial
es una enfermedad muy común en los países industrializados, estimándose
que aproximadamente 1 de cada 4 adultos
la padecen
(en los ancianos la proporción aumenta a 1 cada 2).

Es un
trastorno de tipo crónico, que con los tratamientos actuales es
"controlable", es decir que se puede descender la
presión arterial
a
valores normales, logrando así evitar sus complicaciones en el largo plazo
(hemorragias cerebrales, infartos de miocardio, alteraciones del riñón, etc.).

Sin embargo,
varios estudios científicos realizados en distintos países, han demostrado que
muchos pacientes tienen dificultades para cumplir con el tratamiento
antihipertensivo. Las causas de esta
dificultad son varias,
pero ahora nos ocuparemos solamente de aquellas que
dependen del paciente.

Uno de los
primeros problemas que aparece, es que esta
enfermedad rara vez provoca síntomas
, es decir que los que la padecen no se
perciben "enfermos", porque suelen gozar de un aparente estado de
buena salud. En segundo lugar, como todas las enfermedades crónicas, requiere
un tratamiento de por vida
.


Es decir que el
tratamiento de la hipertensión arterial implica que el paciente no sólo adopte
algunas conductas o hábitos de vida que favorezcan su salud, sino que además
los mantenga indefinidamente.

Esto puede
tornarse difícil por varias causas: falta de cuidado o interés en su propia
salud, poca motivación en el
tratamiento, o bien por poseer creencias equivocadas o prejuicios sobre la
enfermedad.

La
motivación del paciente con el tratamiento es responsabilidad del médico y por
lo tanto es necesario que éste explique en qué consiste la enfermedad, sus
posibles causas, sus secuelas y las
posibilidades terapéuticas.

Otras veces el
paciente toma decisiones propias acerca de cómo manejar el tratamiento basado
en ciertas creencias, informaciones y experiencias, propias o relatadas por
otros y que pueden incluir distintas razones.

Por este motivo es habitual que
mucha gente haya desarrollado varias "creencias" relacionadas con la
salud («mi presión normal es alta»; «mi presión es nerviosa», «solo tengo
picos de presión», «la presión mínima es la importante» y otras), que
afectan sus decisiones sobre los consejos médicos, y cooperar o no con el
tratamiento.

Se ha
comprobado que existen tres tipos de comportamiento con respecto a lo que se
llama "la adherencia al tratamiento": el 50 a 60 % de los pacientes
muestran un cumplimiento muy cercano al óptimo.

En el otro extremo existe un
pequeño grupo de 5 a 10% de "no adherentes", es decir aquellos que
pasan largos intervalos de tiempo sin ninguna medicación, y finalmente el
porcentaje restante, que muestran un comportamiento intermedio
("cumplidores parciales") es decir que varían desde un cumplimiento
casi perfecto hasta una brecha de abandono que puede abarcar varios días.

Un
estudio que analizó las causas más frecuentes por las que la gente suspendía
o abandonaba sus medicamentos para la presión arterial, encontró que un tercio
de los abandonos fue debido a una mejoría subjetiva del estado de salud; otras
razones que influyeron fueron: intención de beber alcohol, temor a los efectos
secundarios, empeoramiento en el estado de salud, y la percepción de no
necesitar tratamiento por la noche.

Todos
estos datos sirven para reforzar en los pacientes que padecen hipertensión
arterial algunas ideas centrales: el tratamiento, ya sea con medicamentos o con
medidas que tienden a mejorar los hábitos de vida, debe ser mantenido
constantemente ya que como se dijo más arriba, no es una condición curable.

En
segundo lugar, la ausencia de molestias o síntomas no es indicio de estar
manteniendo una presión normal y menos aún debe ser una excusa para suspender
el tratamiento. Finalmente, en tratamientos prolongados como estos, una relación
abierta y cálida entre el paciente y su médico es el mejor apoyo para lograr
continuidad y buenos resultados.

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