Estos
círculos femeninos se destacan por la libertad de expresión y la potencia
que se le da a lo que cada una quiera aportar al grupo. “La intención es
poder reactivar el rol de la mujer en la sociedad, son mujeres que se destacan
por ser proactivas, empáticas y que necesitan saber que sirven para algo más que
atender un hogar, a un marido y a los hijos.
Pueden estar al servicio de mucha gente, pero también entienden la
importancia que tienen como seres humanos en una sociedad llena de vicios y de
desigualdades. Los ámbitos creados por y para mujeres son sitios idóneos para
plantear soluciones, idear propuestas que contribuyan con el municipio al que
pertenecen.
Si desean se reúnen a hacer música, a pintar, a bailar o a charlar. Todo está
permitido ya que no hay prejuicios, ni existen los gritos ni la intolerancia”,
sostiene la socióloga española Rosa María Costa.
Los grupos pueden estar coordinados por una profesional. “Se pueden impartir
talleres, dependiendo de las características de cada grupo formado, pero en
general las temáticas se basan en reforzar la autoestima, ayudar a conocerse a
una misma, entender qué es el éxito personal y laboral o explorar sobre la
maternidad”, comenta la especialista, quien se encarga de coordinar grupos
femeninos.
El entendimiento innato que aflora en las sesiones es una de las mayores
virtudes del género, ya que según la experta, la mujer tiene una capacidad
impresionante de comprensión, de ponerse en lugar del otro, de hacer suya cada
experiencia ajena lo que le permite tener una visión más abarcativa de lo que
sucede a su alrededor, puede tomar iniciativas y llegar a soluciones prácticas.
“Cada integrante se convierte en el apoyo de la otra persona. Los grupos son
muy heterogéneos lo cual es una gran ventaja ya que la experiencia de las
mujeres adultas es muy beneficiosa para aquellas más jovencitas que lo que
necesitan es una guía.
Si el grupo lo permite, también se puede tener una mirada
más espiritual y compartir temas de gran preocupación como la enfermedad o la
muerte”, determina la experta.
Estos grupos permiten la posibilidad de abrirse al otro, de encontrar un
respaldo a la vez que uno mismo es el apoyo del otro. Otorgan la opción de poder
hablar de temas que habitualmente no se mencionan en el hogar y todos estos
ingredientes le conceden a los círculos femeninos un valor extra y tan necesario
en un mundo todavía muy masculino.
Si se desea intentar una experiencia similar, lo más indicado es acudir a los
centros cívicos o espacios comunes de los municipios o barrios y preguntara
cerca de los círculos de mujeres.
“Cada vez proliferan más y no es nada complicado encontrar algún grupo
femenino que se adapte a las características mencionadas. Si no existe tal, no
está de más ser una misma la que cree el círculo.
Formar parte de él brinda más ventajas que desventajas y es una excelente
excusa para hacer amigas y expresarse, algo fundamental para la mujer”,
finaliza diciendo la socióloga.
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