4 Venganzas femeninas

¡ Mucho cuidado con ellas... !


Venganza Femenina 1 

Un
hombre que siempre molestaba a su mujer, pasó un día por la casa de unos amigos
para que lo acompañasen al aeropuerto a dejar a su esposa que viajaba a Paris.

A la salida de inmigración,
frente a todo el mundo, él le desea buen viaje y le grita :


– Amor, no te olvides de
traerme una hermosa francesita.

Ella bajó la cabeza y se
embarcó muy molesta.

La mujer pasó quince días
en Francia. El marido otra vez pidió a sus amigos que lo acompañasen al
aeropuerto a recibirla. Al verla llegar, lo primero que le grita a toda voz :


– Y amor ¿me trajiste mi
francesita?

– Hice lo posible, ahora
tenemos que rezar para que nazca niñita.


Venganza Femenina 2


Paseando por la playa, la esposa le pide al marido que le compre un bikini. El
le contesta:


– Con este cuerpo de
máquina lavadora, ni pensarlo.

Siguen caminando y ella
insiste:

– Entonces cómprame un
vestido.

Y él le responde:

– Con este cuerpo de
máquina lavadora, ni pensarlo.

En la noche, ya en la cama,
el marido se da vuelta hacia su mujer y le pregunta:


– ¿Qué te parece si echamos
a andar esta máquina lavadora?

Y la mujer, con desprecio,
le contesta:

– ¿Para la lavar este
trapito? Lávalo a mano que da menos trabajo.


Venganza Femenina 3


Una
viejita pregunta a su marido moribundo:


 – Muy bien, después de 40
años de casados, sácame de una curiosidad ¿me has engañado alguna vez?


 – Si querida, una sola
vez. ¿Recuerdas la secretaria que tenía cuando trabajaba en la fábrica,
Margarita se llamaba?


 – Si, la recuerdo.

 – Pues este cuerpo fue
todito mío.


 Segundos después, él le
pregunta:


 – ¿Y tú, viejita, me has
engañado alguna vez?


 – Sí mi viejito, una sola
vez. ¿recuerdas cuando vivíamos frente al Cuerpo de Bomberos?


 – Sí me acuerdo. Contesta
el moribundo.


 – Pues aquel Cuerpo fue
todito mío.


Venganza
Femenina 4


El
marido, en su lecho de muerte, llama a su mujer. Con voz ronca y ya débil, le
dice:


 – Muy bien, llegó mi hora,
pero antes quiero hacerte una confesión.


 – No, no, tranquilo, tu no
debes hacer ningún esfuerzo.


 – Pero, mujer, es preciso.
– insiste el marido – Es preciso morir en paz.. Te quiero confesar algo.


 – Está bien, está bien.
¡Habla!


 – He tenido relaciones con
tu hermana, tu mamá y tu mejor amiga.


 – Lo sé, lo sé, y no te
preocupes – le dice la mujer – Pero yo también te quiero confesar algo.
¿Recuerdas que el médico dijo que creía que alguien había puesto arsénico en tu
comida?


 – Sí, mujer, lo recuerdo.

 – ¡Pues tenía razón!

Enviado por
Irmita. ¡ Muchas gracias !


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