¿Tienes problemas de movilidad y cavar un pozo en la tierra para plantar un arreglo floral te resulta una tarea titánica? ¿Tus rodillas comienzan a sentir el rigor de la edad y, aunque has practicado la jardinería durante toda tu vida, comienzas a experimentar dificultades para agacharte y levantarte?
¿Destrozaste un ramo de rosas por culpa de la artritis progresiva que castiga tus manos? ¿Temes tener que dejar la actividad que más amas? ¿Temes perder la paz y la virtuosidad que sólo el contacto con la naturaleza pueden dar?
Tal vez, haya llegado el momento de ingresar en el club de los jardineros con impedimentos físicos. Sí, lo que leíste. Y la misión primera o lema escrita en cada una de las paredes de este club es: “No te desesperes. ¡Adáptate!”
“Ese hermoso césped, tan lejos ahora…”
Si éste es tu problema, piensa en efectuar tus actividades de jardinería sentado en una silla, en lugar de hacerlo de pie, en cuclillas o agachado. La solución más obvia es construir macizos de flores elevados y contenedores de dispersión a lo largo de toda el área de jardín.
Compra algunas de esas sillas plásticas baratas de exteriores y ubica una a cada lado de los “mini-jardines” de modo que no tengas qua arrastrar o transportar una silla cada vez que vayas de un lugar al otro”. De esta manera, podrás sentarte y disfrutar de tus dedos sobre la tierra húmeda y respirar el aire fresco que emana de cada uno de estos canteros.
Por otra parte, si colocas un soporte de copas en el borde del contenedor, incluso podrías disfrutar del sabor del té o el café mientras trabajas la tierra. En esta ocasión, la emulsión de pescado debería esperar.
No te detengas a pensar en lo que has perdido, ahora que no puedes pulular con tanta facilidad por el jardín. En cambio, enseña a tus nietos los secretos de este maravilloso arte. Asimismo, estarás descubriendo una nueva aventura dentro de tu jardín; la aventura de a no ser marinero sino capitán, e impartir órdenes a tus pequeños tripulantes. Éstas son buenas noticias; una nueva experiencia aguarda por ti.
Sé creativo. Coloca un hermoso contenedor cerca de la puerta principal y planta algunas flores de deliciosos aromas para deleitar a tus invitados. O tal vez, una planta de tomates cherry cerca de la puerta podría ser un recibimiento sabroso para aquellos que se dirigen a tocar el timbre. Asimismo, puedes poner un jardín de hierbas altas fuera de la puerta de la cocina y agregar un área para tus flores favoritas.
Cuando estés decidiendo dónde colocar el macizo elevado o el contenedor, asegúrate de tener en cuenta las distintas utilidades prácticas, como el llevado de un pesado balde de agua hasta ellos.
Piensa y planifica un plan de bajo consumo de energía en lo que se refiere a la atención de las demandas de las plantas.
“Mis manos doloridas no tienen la fuerza para…”
Puedes conseguir herramientas que sirvan como extensiones de tus brazos para alcanzar los contenedores que se encuentren a nivel del piso. Incluso podrías hacerlo sentado.
Actualmente, muchos fabricantes confeccionan herramientas especiales, de peso ligero, diseñadas especialmente para mantener la mano y la muñeca en una posición libre de tensión, a la vez que ofrecen una empuñadura firme y anatómica. Rastrillos, azadas, entre otros, todos livianos y pequeños. Verdaderamente te sorprenderás cuando veas las herramientas que hay disponibles.
“Me canso demasiado rápido”
Sabes que las malezas y las malas hierbas no crecen todas al mismo tiempo y de una vez. ¿Entonces por qué quieres arrancarlas todas en un instante? Tranquilízate. Encuentra las formas de hacer jardinería cuando te sientas y bebes una taza de té, mientras escuchas a los pájaros, en lugar de intentar hacer todo junto y, en consecuencia, transformarte en un esclavo o rehén de la actividad.
Arranca algunas malezas del jardín de flores cerca de la puerta cuando salgas, y vuelve a arrancar algunas cuando regreses. Planta algo de perejil en el jardín próximo a la puerta de la cocina mientras estés haciendo tostadas y café.
Compra y planta tres paquetes de flores en lugar de un cajón entero. Toma un paseo aeróbico por tu “campo”, deteniéndote en los diferentes contenedores para mantener jugosas charlas de cinco minutos con tus plantas. Luego vuelve adentro y desplómate sobre el sofá. Tu corazón también se sentirá feliz.
Recuerda, una de las mejores cosas de las flores es que ellas no tienen nada que probar. Y nosotros, todos, podemos aprender una lección de ellas.
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