La violeta
Viola odorata: A la violeta se le ha intentado dar una explicación mágica en la
mitología clásica como consecuencia de su precoz floración.
Así, en Grecia, se
contaba que las violetas nacieron de la sangre de Atis, cuando en un acto de
locura se autocastró bajo un pino.
En la antigua Roma, después de haber creado
los dioses el invierno, de un soplo apartaron las nieves y la hierba comenzó a
nacer, las aguas de los arroyos a correr y el
sol a salir entre las nubes.
Antes
el espectáculo los dioses comenzaron a llorar de alegría y éstas lágrimas
cayeron sobre la tierra, brotando de ellas las violetas, de aquí que también
sean llamadas como “lágrimas de los dioses”.
En la Edad Media, en el sur de Alemania, era costumbre atar en un mástil la
primera violeta encontrada y bailar a su alrededor para dar la bienvenida a esta
estación del año.
En la tradición Cristiana también está presente la violeta y
se cuenta que San Bernardo la llamó “la flor de la humildad”, siendo adoptada
como símbolo de la Virgen María como representación suprema de la humildad en la
Tierra.
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