Todas las plantas necesitan, básicamente, tierra, agua, luz, calor, oxigeno y abonos. Y cada especie requiere una dosis particular de esos componentes del medio natural. Las plantas que viven en la condición ambiental más artificial, son las de interior, a las que es preciso prodigarles especiales atenciones.
EL ABC de la felicidad vegetal
Tal vez el primero y más importante de los pasos sea el de realizar la compra de una planta sana y fuerte. Algunas enfermedades son fácilmente detectables, ya que las denuncian hojas amarillentas o arrugadas.
Si estos signos no se observan. Conviene agitar el ejemplar para comprobar el buen estado del follaje o la presencia de minúsculas maripositas que pueden desprenderse volando. Y en es te último caso, es preferible no adquirirla.
Realizada la compra, lo que resta es informarnos sobre las necesidades de la planta, teniendo en cuenta estos componentes antes mencionados:
Tierra:
Si la mezcla fue bien preparada, es probable que nutra a la planta por largo tiempo. Pero si se contrae y endurece, debe hacerse inmediatamente un cambio de maceta por otra mayor.
Luz:
Al cabo de algunos días se advertirá cómo las hojas se vuelven hacia el sol y la luz, fenómeno que se conoce como heliotropismo positivo.
Normalmente, todo el follaje describe un giro de 180° que perjudica a la planta. Lo correcto es rotar la maceta algo menos de 90° cada tres o cuatro días.
Calor:
Antes de ubicar nuestras plantas en la casa, es imprescindible conocer la temperatura, la humedad y el aire circulante que afectan a cada ambiente.
Por ejemplo, si tenernos una buena calefacción durante todo el año podemos deleitarnos con la presencia de exóticas plantas tropicales. Eso sí: deberá crearse un medio húmedo alrededor de esas plantas.
Oxígeno:
La presencia de este factor en el aire es fundamental para la correcta respiración de las plantas. Las brisas suaves y limpias son las más indicadas. Cuando el polvo y el hollín se depositan sobre las hojas, forman una pequeña película que obstaculiza la captación del oxígeno del aire.
En las zonas céntricas de las grandes ciudades, sólo las yucas y algunas palmeras soportan los gases y la suciedad del medio ambiente.
Las demás especies necesitan una limpieza constante de sus hojas, por lo menos tres veces a la semana. Para ello se tomará un pulverizador con agua que se rociará enérgicamente sobre las hojas para facilitar el arrastre de esa capa de materia adherida. Después secar con una franela sin hacer presión.
Abonos:
Las plantas necesitan para nutrirse: nitrógeno, fósforo, potasio y otros elementos pero en menor cantidad. Es posible que la tierra que contiene la maceta de la plantas recién adquirida contenga tales componentes.
Pero también es posible que por exceso de riego, al poco tiempo, los nutrientes se hayan lavado. Como consecuencia, al no disponer de magnesio y de hierro, la planta comenzará a padecer de clorosis, que es una suerte de "anemia" propia de los vegetales y que se manifiesta por el tono amarillento que presentan las hojas.
Son dos las soluciones más aconsejables: mezclar abono con la capa superficial de la tierra o regar cada quince días con abonos líquidos.
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