Cultivar una huerta como ejercicio físico
Nosotros y la jardinería
Al igual que nosotros, mucha gente está llegando a la etapa del
retiro. En los países desarrollados existe hoy en día un números sin precedentes
de jubilados, y cuando dentro de poco tiempo esta edad les llegue a los “Baby boomers” el número de personas retiradas crecerá precipitadamente.
Se estima por
ejemplo que, en el año 2031, alrededor de un cuarto de la población australiana
tendrá sesenta años o más.
Este crecimiento en el número de jubilados ya da mucho que
hablar. Las personas de la mediana y tercera edad se comenzaron a tomar como un
segmento importante del mercado, y hoy en día, se encuentran asediados por una
gran cantidad de compañías de seguros, empresas de turismo, vendedores de bienes
raíces, geriátricos y otro gran número de nuevos emprendimientos.
Un punto marginado pero no por ello poco importante, es el de la
jardinería. Para muchos de nosotros cultivar una huerta tiene una gran
importancia; un buen número de personas afirman que ese es el mejor de los
pasatiempos, ya que las ayuda a relajarse y mantenerse saludables, al tiempo que
mejoran la apariencia de sus hogares, aunque muchos otros tienen la huerta fuera
de sus residencias.
Luego de dejar su cargo en 1981, el ex presidente de los Estados
Unidos Jimmy Carter, se retiro a su granja sureña a cultivar maníes. Según
afirmaba, en algunas ocasiones eso lo mantenía mas ocupado que la presidencia
del país.
La gran parte de las personas que abandona la actividad laboral, posee
aún una buena salud y mucha vitalidad y fuerza. Además, las nuevas medicinas
brindan la posibilidad de conservar esos atributos por un mayor tiempo, y se han
realizado muchos estudios sobre el cuidado en la edad adulta.
Por supuesto que eso no significa que uno esté exento de los
problemas que conlleva la vejez. Generalmente, esto se manifiesta en la pérdida
de fuerza, de resistencia y de flexibilidad, además de inconvenientes en la
visión y la estabilidad. Las temperaturas extremas también nos afectan mas que
antes, y tenemos mayores dificultades con la circulación sanguínea.
También, hay
una mayor incidencia de enfermedades crónica y una mayor susceptibilidad a
sufrir infecciones. Sin embargo, muchos de estos problemas son prevenibles, en
base a una dieta sana y al ejercicio periódico. Y si bien estos “achaques” son
inevitables, podemos aprender a convivir con ellos.
Por supuesto que será lo mismo cultivar una huerta en la juventud
y en la vejez. Pero el solo hecho de hacerlo trae muchos tipos de ventajas,
algunas de ellas absolutamente evidentes, y otras sorprendentes. Toda actividad
física contribuye a mejorar nuestra calidad de vida, y retraza los problemas del
envejecimiento.
Cultivar una huerta como
ejercicio físico
Quizás la ventaja más obvia de
cultivar un huerto es el ejercicio
físico que se debe realizar y todo lo que ello proporciona a nuestro cuerpo.
En
nuestra sociedad, en envejecimiento se suele asociar a la actividad física
reducida, a causa del decaimiento de nuestro cuerpo. Esto es una verdad a
medias, ya que mucho de este decaimiento tiene que ver con… la falta de
actividad física, y no con algo natural.
Puede que ese fuerte dolor que está sintiendo o esa sensación de
debilidad se cure solo con una simple caminata y un poco más de actividad
física. (Por supuesto que esto no es así en todos los casos, pero sí en más de
los que usted cree).
Verá como una vez que comience a retomar sus ejercicio
corporales, estos dolores desaparecerán de forma casi mágica, rompiendo el
circulo vicioso de: a mas dolor, menos actividad, a menos actividad, más dolor.
El ejercicio involucra a todo nuestro cuerpo, desde las partes
que más fáciles nos son mover hasta las que más nos cuestan. Puede ser una muy
buena prevención para muchos de los aspectos menos deseables del envejecimiento,
y una cura si esos problemas han llegado.
Los médicos reconocen que su contribución a nuestra buena salud
es irremplazable, y se les prescribe a las personas de la misma forma que un
remedio. Y cultivar una huerta es una de forma totalmente válida para
realizarlo.
Pero esto debe ser realizado con mucho cuidado, ya que,
desafortunadamente, es este mismo aspecto (cultivar una huerta) lo que provoca
muchas dolencias de los viejos jardineros, ya que mucha de las demandas físicas
que requiere, deben ser tratadas con mucho cuidado, o solo lograremos empeorar
nuestro cuerpo.
Fuerza física
Una cierta pérdida de la fuerza física es una parte normal del
proceso de envejecimiento. Nuestros músculos y sus contracciones disminuyen a
medida que envejecemos. Pero, sin embargo, responden fácilmente al entrenamiento
y si se han realizado correctos ejercicios durante la vida, basta con mantener
ese entrenamiento para que su fuerza y flexibilidad no disminuya.
La mayoría de
las personas, los ejercita de una forma bastante más informal (corriendo la
heladera, empujando el auto, cargando las bolsas del supermercado, etc.), y si
bien no tendrán el mismo estado que el de una personas que se ocupo
especialmente de ellos, también pueden ser mantenidos en buena forma si no
cesamos nuestras actividades.
La clave para cultivar una huerta es comenzar a planear el
proceso con mucho tiempo, al igual que si habláramos de nuestras finanzas o de
nuestro hogar. Para ello, deberemos empezar por ocuparnos de nuestro estado
físico futuro.
1. Emprenda un programa de entrenamiento bien diseñado bajo la
dirección de algún profesional. Esto puede permitirle frenar la declinación de
la fuerza física y otras cuestiones relacionadas.
Debe ser conducido por alguien
que comprenda las limitaciones de la edad, y que conozca las dificultades
médicas que podrían surgir (paros cardiacos, artritis, etc.). Todos aquellos que
ya han cruzado la barrera de los cuarenta cinco deben buscar el consejo
de un profesional de la salud, como un doctor, un fisioterapeuta, o un
kinesiólogo antes de comenzar su programa.
2. Reajuste las tareas a efectuar en el jardín de modo de que
sean apropiadas a sus capacidades físicas, delegando en otra persona las partes
que le resulten inconvenientes.
3. Modifique el ambiente del jardín para reducir al mínimo la
tensión física que puede provocarle el trabajo en ese lugar.
4. Invierta en algunas herramientas especialmente diseñadas para
compensar los efectos de la pérdida de fuerza, al realizar tareas particulares.
5. Introduzca los ejercicios del calentamiento que pueda llegar a
realizar antes de cultivar un huerto, para así asegurarse de no dañar sus
músculos por trabajarlos en frío.
Estos puntos no son, por supuesto, excluyentes, sino que se
pueden trabajar simultáneamente. Las opciones dependerán de su grado de
experiencia, de flexibilidad financiera y de disposición personal. Todo esto
debe consultarlo en profundidad con algún profesional. Para lo demás, continúe
leyendo.
Salud y resistencia
El sistema cardiovascular, es decir nuestro corazón y su
circulación, experimenta muchos cambios al envejecer. Sus tejidos finos se
deterioran de forma natural, aunque usted haya llevado una vida totalmente sana,
por lo que muchos de nosotros no podremos mantener las mismas exigentes
actividades que realizábamos tiempo atrás.
Sin embargo, nuestro sistema
cardiovascular responde maravillosamente bien al entrenamiento, y la circulación
del corazón se mejora fácilmente mientras que (cuidadosamente) aumentamos
nuestro nivel de actividades aeróbicas. Esto incluye caminar, nadar, trotar, y
todo lo relacionado a renovar el oxigeno y liberar toxinas.
Estas actividades no necesitan ser “agotadoras” y a un ritmo
frenético, sino que muy por el contrario deben ser realizadas cuidadosamente,
incluyendo en un principio solo flexiones de brazos y piernas para los que
recién comienzan.
Un ex atleta profesional adulto que lleve un constante
entrenamiento, podría tener un nivel más alto de aptitudes cardiovasculares que
un joven que no realiza actividad física. Y muchos de los ejercicios necesarios
para un buen estado cardiovascular están presentes en las actividades necesarias
para cultivar una huerta.
Las enfermedades cardíacas siguen siendo la principal causa de
muerte en todo el mundo para las personas de mas de sesenta cinco años de edad.
Para los individuos con dolencias cardiacas, el ejercicio puede ser la única
forma de mantenerse a salvo de muchos problemas que pudieran surgirle a causa de
sus dolencias. Cultivar un huerto puede, en gran medida, ayudarnos a mantenernos
vigorosos y vitales.
Las enfermedades cardíacas pasan a menudo desapercibidas hasta
que se presentan problemas serios, por lo que todas las personas mayores de
cuarenta cinco años deben consultar a sus doctores antes de iniciar cualquier
cambio en su nivel de la actividad física.
Osteoporosis
La Osteoporosis es una enfermedad muy común que con frecuencia
afecta a los ancianos, debilitándolos y manteniéndolos con energía.
El debilitamiento de los huesos es el sello de la osteoporosis, y
esto puede conducir a una pérdida en la altura y a un aumento en la curvatura de
la espina dorsal. El dolor de espalda, causado por microfracturas ultrafinas de
la espina dorsal, es otro de sus síntomas.
Estas microfracturas son también
responsables de mucho de desfiguraciones que se sufren a causa de esta
enfermedad. Los huesos debilitados por la osteoporosis están rotos y se pueden
fracturar fácilmente sin ningún tipo de accidente fuerte, como un duro golpe o
una caída. Pero por supuesto que una caída haría aún más daño, y puede ser
devastadora en alguien que sufre de esta enfermedad.
Nosotros alcanzamos nuestro pico de masa ósea cerca de los
treinta años. Luego, ésta se reduce gradualmente tanto en los hombres como en
las mujeres, incrementándose el descenso de forma abrupta en estas últimas
durante la menopausia.
El primer paso para mantener nuestros cuerpos en forma,
es prevenir todo lo que tenga relación con el decaimiento de la masa ósea, como
ser el consumo de comida pobre en vitaminas y minerales, el poco ejercicio,
fumar, beber, y todas lo relacionado a ello.
Para prevenir la mala flexibilidad de los huesos, es importante
mantenerlos sanos desde un primer momento. Aunque los factores hereditarios
tienen mucha influencia en el estado de los huesos durante la adultez, uno puede
prevenirse, como dijimos antes, haciendo una dieta sana, ejercicio, dejando de
fumar y de beber.
Las caminatas, los bailes, y la natación, pueden ayudar a
nuestros huesos a desarrollar su máximo potencial. Estar constantemente en
movimiento es una parte normal del cultivo de un jardín, por lo que de esta
manera se pueden retrasar los efectos de la osteoporosis.
Flexibilidad
La mayor parte de las personas tienen muchos problemas de
movimiento a medida que entran en la tercera edad. Y los cambios químicos que se
dan en las articulaciones, hacen que sea inevitable sentir dolores. La
osteoartritis en particular es muy común en las personas adultas, y de hecho el
ochenta por ciento de las personas con más de sesenta y cinco años muestran
signos de falta de flexibilidad, por lo que esto se considera parte normal de la
edad.
Muchas otras personas sufren otras formas de artritis y perdidas
de la agilidad. De cualquier forma, nuevamente, la falta de movimiento ayuda a
al entumecimiento de los huesos. Por ello, si bien se debe tomar en cuenta que a
un gran número de personas ancianas se les puede dificultar su movimiento, otros
que se han mantenido muy activos no sufren mayores problemas.
El pianista Arthur
Rubinstein continuó tocando las partituras de Chopín hasta los ochenta y ocho
años de edad, mientras que Andre Segovia siguió dando conciertos de guitarra
clásica hasta los noventa y dos. Su talento podía ser inexplicable, pero no
cabía duda de que el secreto de su vigencia tenía que ver con la constante
práctica que realizaban, incluso a su avanzada edad.
La jardinería, es una muy buena forma de mantenerse activo, lo
que maximiza las posibilidades de tener un cuerpo flexible. Pero de todas
formas, estos ejercicios deben ser tomados con cuidado por las personas que
tienen los problemas anteriormente mencionados, ya que realizados sin control y
en exceso, pueden resultar peligrosos.
Cambios inexorables de la
edad
Como vimos, la jardinería es un muy buen ejercicio, que puede
ayudarnos a prevenir y curar muchos de los problemas que trae aparejada la
adultez. Sin embargo, existen problemas inherentes a la edad que ningún
ejercicio puede cambiar, y muchos de ellos podrían afectarnos también en
nuestras aptitudes para cuidar un jardín.
1.Cambios en la visión
Los cambios en la visión tienen una relación directa con el
envejecimiento. La gran mayoría de las personas adultas necesitan lentes para
leer, mientras que otra gran parte tiene dificultades para ver a lo lejos.
Estos
problemas pueden afectar sobre todo en lugares a la intemperie, por los bruscos
cambios en la iluminación y el sol muy fuerte. Un diez por ciento de los
adultos que poseen mas de sesenta años, experimenta una perdida en la
profundidad de su campo en su visión.
El resultado de esto es que solo se
alcanza a ver las cosas más cercanas o en la periferia, viendo muy borroso y de
forma “descolorida” todo lo que este algo lejos.
Estos problemas provocan además dificultades en la concentración
y en las destrezas, lo que podría afectar mucho la seguridad en los trabajos de
jardinería, como subir una escalera o caminar por superficies pozeadas o con
obstáculos.
2. Caídas
Las personas adultas están mas expuestas a las caídas que los
jóvenes, debido a su menor estabilidad. La alta incidencia de caídas en las
personas adultas puede deberse a las dificultades de visión, disturbios
hormonales o fallas en el sistema nervioso.
Por otro lado, la gran parte de los
accidentes hogareños se dan los garajes, patios, balcones y jardines, por lo que
la seguridad en esos lugares es un punto del que las personas mayores deben
estar muy alertas.
Otra razón por la que muchos adultos sufren caídas, tiene que
ver con la baja presión sanguínea al cambiar de postura. Levantarse demasiado
rápido puede reducir temporalmente la presión sanguínea en el cerebro, lo que
causa mareos y sensación de debilidad. Y por cierto, son muchos los movimientos
que requiere el cuidado de un jardín.
3. Temperatura corporal
La regulación de nuestra temperatura corporal también disminuye a
medida que crecemos. No solo nuestros cuerpos están menos preparados para
ajustarse a las diferentes temperaturas del ambiente, sino que además, fallan en
hacernos concientes de la necesidad de realizar los cambios por nosotros mismos
(ponerse una campera, sacarse un pulóver).
Nuevamente, debemos planificar la
ubicación nuestros futuros jardines en lugares con áreas arboladas y con mucha
sombra. Si comenzamos a tomarnos el tiempo para elegir el mejor lugar, nos lo
ahorraremos en el futuro, cuando no sea necesario estar pensando en trasladarse
cada cinco minutos a lugares frescos, para no insolarnos.
4. Piel y rayos
ultravioletas
Es muy importante el hecho de no exponernos demasiado a la luz
solar, ya que nuestro mecanismo de restauración de células de la piel declina
con la edad, por lo que es mucho más riesgoso exponerse a quemaduras provocadas
por los rayos ultravioletas, causantes de cáncer de piel en muchas personas.
Este potencial problema también nos exige que busquemos campos con mucha sombra,
consultando además con el dermatólogo sobre los diferentes protectores y
bloqueadores solares que podríamos necesitar para no sufrir ningún daño.
La horticultura como
terapia
La mayoría de las personas conoce muy poco sobre los efectos
terapéuticos del trabajo en el jardín. Algunos saben que esto puede reducir el
estrés, e incluso que puede ser una forma de arte.
Pero el cuidado de un jardín
se utiliza en un gran número de instituciones, como las colonias terapéuticas
que trabajan en la rehabilitación de pacientes con problemas droga o
sociabilización, los centros para personas con discapacidades físicas, causadas
por accidentes de tránsito, ataque cardiacos, o amputaciones, o las
instituciones que trabajan con personas con retrasos mentales. Y estos son solo
algunos de los casos para los que se la utiliza, lo que obviamente da una
muestra bastante cabal de su importancia.
La practica de la jardinería, mejora a los seres humanos tanto en
sus aspectos físicos, emocionales como intelectuales (y podríamos agregar
“espirituales”). Y mientras que los problemas que esta actividad ocasiona en
aquellos que han trabajado durante muchos años son difíciles de demostrar (y
relativamente simples de curar), los beneficios que otorga son fácilmente
observables.
Así cultivar una huerta o un campo, es una muy buena forma de
comprometernos con la naturaleza mediante un contrato beneficioso para ambas
parte: Nosotros cuidamos el jardín, y él nos cuida a nosotros.