¿Por qué se van? ¿Cómo evitarlo? ¿Qué hacer si esto sucede? ¿Qué hacer cuando regresan? Un intento de entender a nuestros hijos y que nunca sientan la necesidad de huir.

Antes
que nada debemos dejar de lado los prejuicios, los jóvenes que huyen de su casa
no son malos, no están perdidos ni han arruinado sus vidas, sólo están
escapando. Si un joven huye de su casa es debido a las circunstancias que le
toca vivir, debido a las presiones que sufre. 

Un joven que huye de su casa, en
casi todos los casos, ha tomado una mala decisión pero eso no lo convierte en
nada malo. Sólo una víctima de las circunstancias. Para que esto no suceda,
debemos enseñar a los jóvenes cómo enfrentar sus problemas en lugar de huir de
ellos, incluso si sus problemas son sus padres. De esta forma ya no tendrán la
necesidad de huir, no sólo de sus casas sino de cualquier circunstancia que se
le presente en la vida. Usted es la fuente de las opciones. 

Todos los jóvenes conocen a alguien que ha huido de
su hogar

El
principal problema de esto es que esa experiencia que en primera instancia
parece una aventura es idealizada por los jóvenes. Parece una experiencia que
merece ser vivida, una experiencia mucho mejor que la vida que están viviendo.
Y no existe nada que pueda hacerles cambiar de opinión. Si usted lo piensa unos
segundos también podrá encontrarse con la sensación que cualquier cosa que los
quite de su rutina diaria será más emocionante. El espíritu de la aventura vive
en cada persona, el secreto es hacer que ese espíritu se encauce en la
dirección más indicada. 

No se los puede encerrar

Aunque
muchas veces quiera construir un muro alrededor de la casa, debe dejar que
ellos decidan si quieren quedarse o irse. Ellos deben saber que existe la
posibilidad de irse de la casa, que las cerraduras están allí para dejar a los
ladrones del lado de afuera no para encerrar a las personas que viven adentro. 

Aunque esto le parezca algo difícil e incluso arriesgado es la única forma de
hacerlos porque es la verdad. Si no lo hace así, potenciará la necesidad de
huir. Porque las personas huyen cuando se sienten encerradas, si no hay
encierro no existe la necesidad de huir. 

Como padres, como adultos, debemos ser
como una colchón para las caídas, una caja de consejos, herramientas que los
jóvenes puedan usar para enfrentar el día a día pero no debemos ser ni cadenas
ni candados. No queremos que se vayan y es imposible pensar en algo que puedan
hacer para que los echemos. Pero esto es algo que ellos deben saber porque nosotros
se lo decimos, de forma implícita por nuestros actos y de forma explícita por
nuestras palabras. 

Los padres de jóvenes que han huido no son malos
padres

Estadísticas
realizadas recientemente indican que de los jóvenes que han huido de sus casas,
sólo el 16% ha sido abusado física, emocional o sexualmente. Lo jóvenes que sufren
de abusos tienden a permanecer en sus casas porque les resulta más difícil
tomar la decisión de romper con el ciclo de abusos. 
Pero éste es otro tema, que
debe encararse desde un punto distinto. 

Cuando un hijo huye

Lo
primero que debe hacer es llamar inmediatamente a la policía, no espere las
24hs indicadas, hágalo al minuto que se ha dado cuenta de que es así. Cuando
hable con el oficial anote su nombre y apellido y un número de teléfono a donde
pueda llamarlo.

Llame
a todos los conocidos de su hijo y pida su ayuda. Busque en todos los lugares
que su hijo suele frecuentar pero no deje el teléfono desatendido. Es posible
que su hijo llame.

Entre
en el cuarto de su hijo y busque por una pista que pueda decirlo donde ha ido.
Revise su cuenta telefónica en busca de algún patrón, algún teléfono al que
haya llamado en forma seguida en los últimos tiempos. 

Cuando su hijo regresa 

Tómense su
tiempo

No
comience a hablar ni bien ha llegado. El nivel emocional de los dos
se encuentra en un punto muy alto y en este estado es muy factible que la
conversación transite cualquier camino y se digan cosas que en realidad no se
quieren decir. Vayan a cuartos distintos y deje que todos descansen por algunas
horas. 

Preguntas y respuestas

La
primera pregunta que surge es “¿por qué se ha ido?” y es la primera que debe
hacer. No haga ninguna recriminación hasta obtener una respuesta a la pregunta.
Es seguro que querrá imponer algún límite pero espere hasta que su hijo haya
terminado de decir todo lo que tiene para decir. Ya habrá tiempo para lo demás. 

Hablen

Hágale
saber cómo se sintió con su partida. Hágale saber sus temores y que se sintió
dolido. No tema hacer saber sus sentimientos. Y dígale que lo quiere si así lo
siente. No existe ningún problema que no puedan resolver si se abocan a ello.
Él debe entender que, si alguna vez siente ganas de huir de la casa, existen
otras opciones. Usted debe ser fuente de otras opciones que le permitan a su hijo
tomar una mejor decisión. 

Conseguir ayuda

Si su hijo ya
huido alguna otra vez y en ninguna ocasión ha logrado hablar del tema y que se
abra a hablar con usted, es necesario que busquen ayuda. Pídale a alguien
adulto en quien su hijo confíe para que participe de la conversación, tal vez
un tío o amigo de la familia. Si esto tampoco funciona piense en buscar ayuda
profesional.

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