En el año 2010, los balnearios europeos ofrecerán tratamientos hidrotermales a
un 70 por ciento de personas de edad avanzada, según las últimas estadísticas
sobre la evolución de la clientela geriátrica a las estaciones termales.
Aunque no hay edad que limite la
balneoterapia, estudios sobre los concurrentes a los centros termales
indican que hace 30 años eran el 19% los que pasaban de los 65 años,
actualmente el 34 %, y se pronostica un 70% para los próximos seis años.
Trabajos como de Raoul Blanc (1989) demuestran
que un estudio sobre el consumo de medicamentos por los pensionistas de la
región bordelesa que concurren a las aguas termales, desciende en un 29% en los
que tienen más de 65 años y en un 21% en los de menos de esa edad.
Según la encuesta realizada por la Asociación
Española de Amigos de las Termas entre 269 asistentes a balnearios españoles,
pensionistas de la Seguridad Social, el 75 % de ellos consiguieron mejorías
importantes reflejadas en un menor consumo de medicamentos.
Asimismo se constata que la mayoría de las
personas que frecuentan las estaciones termales son además de pensionistas,
grandes consumidores de medicamentos, por estar afectados de multipatologías que
obliga en muchos casos a una plurimedicación larga y generalmente cara.
La presencia de personas de avanzada edad en
los balnearios para seguir una cura termal, no está motivada sólo por el
envejecimiento demográfico de los países desarrollados en que se hace uso de la
crenoterapia, sino también por que se han modificado las indicaciones de la cura
balnearia, adaptándose esta más a los objetivos asistenciales de la moderna
Geriatría.
Recordemos que Geriatría es la Medicina para
la vejez o dicho de otro modo, la rama asistencial que se ocupa de la prevención
de las enfermedades, de rehabilitación y atención social. La Geriatría es
cooperadora no competitiva, de las demás especialidades médicas. No es la edad
la que define al paciente geriátrico sino su multipatología tendiente a crearle
dependencia o invalidez y la necesidad de atención multidisciplinaria. En este
sentido, la Geriatría es cooperadora de la Hidrología.
Como a todo paciente geriátrico que acude o se
le prescribe una “cura hidrotermal” hay que valorarlo de un modo completo:
estado clínico, situación funcional e implicaciones sociales. Como toda
terapéutica, la hidrotermal lo primero que tiene en cuenta es no dañar al
paciente o evitar ponerle en situaciones especiales de riesgo, lo cual en el
anciano es más fácil dada su peculiar vulnerabilidad a “estrés” y cualquier tipo
de cambio.
Es importante educar al paciente geriátrico y
a sus familiares sobre los efectos terapéuticos de las aguas termales.
Informarles correctamente que la Balneoterapia es una forma más de atención y
que no excluye otras medidas terapéuticas, sino que al contrario, muchas veces
las complementa y potencia. Hay que buscar objetivos lógicos, alcanzables como
puede ser una rehabilitación más efectiva con menos esfuerzo para el paciente y
en la medida de lo posible, evitar el consumo menor de medicamentos.
La atención hidrotermal no tiene solo
indicaciones terapéuticas, sino cada vez más se valoran los resultados
preventivos y potenciadores de la rehabilitación. Tampoco el termalismo es una
indicación social, como complemento de actividades de ocio para llenar el tiempo
libre de los jubilados, menospreciando el papel estrictamente médico-sanitario
del termalismo. La cura balnearia debe ser una prescripción médica indicada por
un experto conocedor de la persona que lo necesita.
En toda cura balnearia para las personas de
edad avanzada, se recomienda hacer realidad aquello de: comer menos (una vez
menos) tomar más agua (beber dos veces más), dormir mejor (tres veces más) y
reír al menos cuatro veces más; o sea, conseguir esa risa de satisfacción con
uno mismo.
Las curas hidrotermales constituyen
actualmente un importante recurso terapéutico respaldado por siglos de uso,
además de seguir ofreciendo nuevas posibilidades en el terreno de la Medicina
preventiva, reparadora y, en general, rehabilitadora.