¿Las mujeres profesionales, además de ser eficientes, trabajadoras, responsables y confiables, debemos tener una buena “imagen”?

¿No es suficiente con ser buenas en lo que hacemos? Y además: ¿Qué es
tener una buena imagen? ¿Ser linda, joven, alta y flaca?.  

Vamos por partes. La respuesta a la primera pregunta
es sí. Aunque nos pueda parecer injusto. Son las reglas del juego en la
sociedad en que vivimos. No es suficiente ser buena profesional.

Nuestro aspecto exterior debe comunicar eficiencia,
seguridad, aplomo.

A través de nuestra persona debemos decir claramente
que sabemos lo que hacemos y que se puede confiar en nosotras. 
Un aspecto
desaliñado o descuidado dice lo contrario, y lo visual es muy poderoso. Una
primera impresión es en un 60% visual, se capta una totalidad compuesta por el
atuendo, los colores, el lenguaje no verbal, el porte. De manera que esta
impresión debe ser la mejor. 

La respuesta a la segunda es  -desde luego- un rotundo NO. La imagen personal es justamente eso, personal, y debe ser independiente de
los estereotipos sociales y culturales. 

Cada mujer -desde su cuerpo y su edad reales- puede sacar el mejor partido de sus potencialidades físicas,
emocionales e intelectuales para construir, con su propia elaboración, una
imagen personal adecuada a su necesidad y deseo. 

Tarea que le brindará las
máximas satisfacciones tanto en su vida profesional como personal.

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