La rebeldía puede ser positiva

¿Está preocupado por la actitud de su hijo? ¿Desearía tener mejor diálogo? La rebeldía no es una enfermedad infecciosa, sino una forma de ser, originada por la actitud momentánea hacia algo o alguien... esa misma forma de ser puede ser la impulsora de muchas actitudes provechosas.

“No rendirse a los obsequios o no ceder a la razón. Descubrir, manifestar”, define el Diccionario de la Real Academia Española al termino Rebeldía, un modo de comunicación común para los adolescentes… 

Características de un adolescente 

-sublevado
-indócil
desobediente
-opuesto con tenacidad

Este tipo de actitudes, en general, son generadas por la oposición a algo. Puede ser a la autoridad ejercida por los padres, maestros, o familiares cercanos y se manifiesta casi siempre con violencia (verbal o física).

Un rebelde es alguien que lleva la contra a algo o a alguien (puede ser tanto una regla, un sistema, o una persona), y en un adolescente se ve la mayor actitud hacia la demostración de esos ideales. 

El acto de rebelarse contra algo, puede brindar al joven la posibilidad de hacer crecer sus modelos y desarrollar un estilo de pensamiento propio. Todo lo que se debe hacer, es tratar de encausar la ira y transformarla en pasión por algo. 

De ese modo, la rebeldía podría convertirse en un motor para hacerse de una personalidad fuerte y llena de determinación. En ese momento los adultos (los padres,  especialmente), tienen la tarea de encauzar sus inquietudes hacia la persona adecuada, y sobre todo, de la manera adecuada. 

Tres tipos de rebeldías

Rebeldía regresiva: nace del miedo a actuar y se traduce en una conducta de encogimiento, de reclusión en sí mismo. El adolescente adopta una postura de protesta muda y pasiva contra todo. 

Rebeldía agresiva: a diferencia de la anterior se expresa de forma violenta. Es propia del débil, de quien no pudiendo soportar las dificultades que se presentan en la vida diaria intenta aliviar su problema haciendo sufrir a los demás. 

Rebeldía transgresiva: consiste en ir contra las normas de la sociedad, por egoísmo, utilidad propia, o por el simple placer de no seguirlas.

Todas estas variantes, tienen un origen común en la inseguridad y falta de madurez del adolescente. Pero ninguna de ellas, es perjudicial por sí sola. Si se acompaña con seguridad y criterio, puede resultar positiva.

Pasos a seguir ante un adolescente rebelde 

1. Identificar la actitud

2. Escuche al adolescente. Deje que manifieste su punto de vista y que justifique lo que piensa. 

3. No trate de juzgar o de aprobar la idea del joven. Simplemente escuche y trate de comprender. 

4. Ponga en claro su posición al respecto pero no intente sobreponerse a él o ella. No trate de dar discursos ni de convencerlo de nada. Es el momento de discutir una idea y no de descubrir quién tiene razón. 

5. No interponga la cuestión sentimental en una discusión de ideas. Lo que se busca en este tipo de conversaciones es desarrollar la capacidad de razonamiento, más allá de la conclusión que pueda sacarse.

6. La capacidad de comunicación debería estar resuelta (un gran paso en la relación adulto-adolescente), aunque muchas veces no es tan fácil. 

7. Haga entender al joven que la razón no es el único objetivo. Que es posible equivocarse y que lo positivo de eso, es aprender a desarrollar una base de pensamiento y conducta firmes, de analizar cada situación y resolver en consecuencia. 

8. Al igual que los adolescentes, los adultos tienen la gran oportunidad de aprender a relacionarse, a compartir sus ideas y a conversar sobre ellas. De analizar las situaciones sin forzar a los otros a creer ciegamente en ellas. 

La cantidad de matices que este tipo de situaciones tiene, es tan grande como la capacidad de un joven de compartir sus ideales con sus padres. Ocurre que muchas veces son los adultos quienes desarrollan una defensa que los aleja de sus propios hijos, en el afán de no invadirlos o de tratar de evitar que ellos se equivoquen. 

Es el momento, entonces, de acercarse con todo el amor que se tiene por ellos, y dejarlos crecer libremente, de dejarlos desarrollar sus propias ideas y capacidad de razonamiento.

La aproximación no es sinónimo de invasión para el adolescente. Ocurre que muchas veces el adulto entiende de manera confusa cuál es la forma de ayudar a sus hijos, pero con un poco de comprensión, todo puede quedar en un simple malentendido. 

Practique cuatro palabras: 

-Humildad
-Comprensión
-Optimismo
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