Durante las cálidas mañanas
de verano, es posible sentir todo el dulce olor de la lavanda. Este es uno de
los placeres más simples de la vida, y nos recuerda además a los hermosos
veranos que pasábamos en los campos de algún familiar cuando éramos más jóvenes.
En Inglaterra, tanto la
reina Elizabeth como la reina Victoria utilizaron esta flor como un conservante
y un perfume. Y aún hoy en día se utiliza en aromaterapia, para combatir el
estrés y la tensión.
Existen cuatro variedades
de flor de lavanda, que se pueden cultivar sin problemas en cualquier tipo de
jardín casero.
En primer lugar, podemos
encontrar la lavanda inglesa, que es sin dudas la que más aroma arroja al
ambiente, así como una de las más robustas. Es algo chiquita, y posee hojas
grises.
Luego, se puede optar la
lavanda francesa, que es muy bella pero solo crece en temperaturas mayores a 15
grados. Puede alcanzar hasta 36 pulgadas de altura, y sus hojas son verdes
grisáceas.
También, es posible elegir
la lavanda de espiga, que puede llegar a medir hasta 2 pies de alto, y crece a 0
grados. Sus hojas son más grandes que las de otras lavandas.
Por último, está la lavanda
española, que mide entre 18 y 36 pulgadas de alto, y es algo pesado y compacta.
Sus hojas son muy largas, estrechas, y grises.
Esta planta necesita de un
gran sol y crece mucho mejor con una abundante luz y un suelo no muy húmedo,
aunque también puede crecer en casi cualquier superficie bien mojada.
Se puede
cultivarla desde su propia semilla, pero es más fácil hacerlo tomando uno de sus
cortes o por alguno de sus tallos. Es fundamental que sea protegida de los
climas fríos, por lo que, tal vez, durante el invierno, deba cuidar a estas
plantas con algún tipo de cobertura.
Sus flores y hojas son
maravillosamente aromáticas, y son usadas como base de muchos perfumes y
jabones. También se utilizan en las bolsitas aromatizantes de interiores, así
como en los sahumerios.
En el momento de su
cosecha, se deben tomar los tallos durante el mediodía, ya que en ese momento
poseen la mayor concentración de sus aceites.
Las flores no se deberían abrir
completamente, pero sí mostrar todo su color. Cuando maduren, usted puede
también cosechar sus semillas. Para secarlas, cuélguelas en un lugar sombreado,
aireado, y con una alta temperatura. Se pueden también atarlas en manojos y
colgarlas en los techos de la terraza.
Son ideales para usar en
saquitos dentro de los baños, puesto que son simples de armar y pueden ser
utilizados varias veces. Se debe costar un pedazo de tela de alrededor de 7
pulgadas.
Luego, llenar el centro con flores de la lavanda, para más adelante
coser los bordes. Finalmente, las bolsitas se deben colgar de alguna cinta. Su
esplendida fragancia puede aumentar cuando se humedece con el agua caliente que
sale de su baño…. ¿Qué espera para cultivarlas?