La crisis por la que
atraviesan todos los países de América Latina, tiene también su correlato en el
estado de ánimo de los equipos que trabajan en sus empresas y organizaciones.
No es para menos, si se
tiene en cuenta que el escenario por el que deben atravesar muchos de los
trabajadores de estas instituciones, está plagado de rumores, despidos, salarios
devaluados, y dificultades para poder desarrollar proyectos.
Por eso mismo, es posible
advertir que no sólo aquellas personas que han perdido su trabajo se encuentran
en problemas, ya que, en efecto, la depresión, frustración, agotamiento, y falta
de confianza, alcanzan también a muchos de los empleados que aún conservan su
puesto de trabajo.
Según afirman los
expertos, todas estas sensaciones por la que atraviesan los trabajadores
latinoamericanos, es la evidente muestra de una ruptura entre el tradicional
contrato fordista de la empresa y los trabajadores, mediante el cual
estos últimos se “ponían la camiseta” de la organización, y los directivos se
encargaban de crear el mejor ambiente laboral y salarial para mantener
incentivados a sus empleados.
Frente a este escenario,
abundan las frustraciones y las desmotivaciones, por lo que es posible afirmar
que el quipo de trabajo entero se enferma, y necesita urgente de la aparición de
un líder que reencamine sus energías en el contexto de un nuevo y más complejo
ámbito laboral.
Pero sin embargo, los
entendidos en la materia sugieren que, en más de una oportunidad, la empresa no
actúa asumiendo un liderazgo de forma activa, lo cual crea de esta manera una
especie de laissez faire para su grupo de empleados, que se ven obligados
a resolver los problemas sin ningún tipo de ayuda externa.
Justamente, será en este
contexto donde comenzarán a surgir las situaciones descriptas anteriormente, en
las cuales no faltaran los portavoces de profecías alarmistas, los
individualistas, y los aprovechadores de la situación de crisis, aunque también,
por supuesto, aquellos más solidarios y cooperativistas.
Sin embargo, lo cierto es
que por mayor buena voluntad que tenga el equipo de trabajo entero o algunos de
sus integrantes, en estas precarias situaciones siempre se correrá el firme
riesgo de que se resquebraje topo el espíritu de equipo corporativo, lo cual
podrá comprometer incluso el futuro mismo de la empresa, pues en esencia, la
empresa es sus empleados.
El líder, clave para atravesar las turbulencias
Por eso mismo, teniendo
en cuenta que los trabajadores son como el tejido que sostiene la organización,
es fundamental que en períodos turbulentos aparezca la presencia de un claro y
fuerte liderazgo, que guíe e incentive a los empleados en todo su trabajo
diario.
Según los especialistas,
un verdadero líder no es sólo aquel que lleva adelante un determinado proyecto,
sino también un hombre o mujer que demuestran cualidades para motivar a los
empleados, lo cual se sustenta en destacar sus fortalezas y logros, comprender y
mostrar formas para superar sus falencias, jugando de esta manera un rol activo
dentro de la organización, para también observar el comportamiento individual y
grupal, y poder limar posibles asperezas que surjan en el grupo.
De lo que se trata, en
definitiva, es de que el líder o coordinador se interponga ante los problemas
que deben atravesar sus empleados, para de esta forma actuar como orientador,
soporte y estimulo del grupo al que conduce.
Una de los caminos
concretos que tienen las personas que desarrollan estos roles para lograr los
objetivos anteriormente señalados, es fortalecer la comunicación interna
mediante reuniones y encuentros con sus dirigidos, tanto en contextos formales
(oficina) como informales (almuerzos), para abrir así un espacio de reflexión y
búsqueda.
Estas reuniones,
similares a una terapia grupal o brainstorming, servirán para ahuyentar
fantasmas, construir un marco de contención, y comprender mejor el desempeño
individual y grupal de los empleados.
Lo opuesto a este
liderazgo efectivo, es el silencio, el rumor, y la inestabilidad. Es por eso
también que muchas empresas están eligiendo informar a sus empleados sobre cual
es la situación presente y posiblemente futura en la que se encuentra la
organización, con el objetivo de apaciguar las ansiedades y dar también la
oportunidad a los empleados de intervenir activamente con sugerencias, tanto en
su propia área como en otras.
Por todo esto, las
reuniones y la comunicación interna dentro de la organización, es un aspecto
esencial para combatir el silencio, la paranoia, el rumor y las injusticias.
Pero la misma solo podrá surgir cuando el líder se ponga al frente de la
situación, o, en el caso contrario, los equipos de trabajo seguirán dependiendo
de sí mismos, -con todas las arbitrariedades y dificultades que esto
representa-, para mantener firme el destino de la empresa.
Así la presencia de un
liderazgo y coaching abarcador y centralizador a la vez, que pueda
facilitar los canales de comunicación y feed-back entre la dirección y
los empleados, y entre los empleados en sí mismos, termina siendo la clave para
fortalecer la cultura de equipo, y restituir a los empleados una mística por ser
parte de una organización pujantes y en desarrollo, de la cual ellos son y serán
los protagonistas.
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