A mitad de camino entre
el arte y el oficio, el trabajo de restaurador de muebles antiguos es una
ocupación que no tiene escuela ni academias, aunque sí grandes maestros.
Todas las personas que se
desempeñan en esta clase de labores, han desarrollado sus técnicas y habilidades
de forma mayormente autodidacta, mediante la observación y práctica, gracias a
lo cual han logrado convertir desvencijados trastes en desuso, en bellos y
funcionales muebles de interior.
Y aunque el oficio data
de largo tiempo atrás, fue el boom posmoderno de los ’90, que combina
elementos de última generación con otros del pasado, lo que provocó una pequeña
explosión de este tipo de profesionales, a sabiendas de la amplia demanda que
tienen sus producciones.
Es por esto mismo que los
viejos muebles, aún sin reparar, son también más cotizados en la actualidad,
sobre todo si no demandan un gran trabajo de reparación, y pueden ser rápida y
sencillamente restaurados para su reventa. Si bien esto complicó a algunos
restauradores, también ayudo a “salir del apuro” a familias con problemas
económicos que, casi sin saberlo, guardaban verdaderos tesoros en los sótanos de
sus casas.
El camino del restaurador
El trayecto de cualquier
restaurador, comienza en casas de remate, mercados de pulga, anticuarios,
demoliciones, o visitas a porteros, para buscar comprar a precios relativamente
bajos, o incluso recibir de regalo, muebles del pasado, que si bien a veces
están dañados o rotos, deben sí o sí encontrarse en un relativo buen estado, o
nada se podrá hacer con los mismos, puesto que el excesivo trabajo que demanda
restaurar un mueble deshecho, difícilmente es debidamente pagado por un
comprador.
Una vez que se tiene el
viejo mueble, estos profesionales del arreglo consultarán catálogos de viejas
piezas famosas, para encontrar los patrones necesarios para efectuar la
restauración. De esta forma, observando el diseño, los colores, y las texturas
de, por ejemplo, las sillas de cartón corrugado de Ellen Gray, o los objetos de
Fran Gehry o Pierre Poulin, les será posible saber como regresar al mueble todo
su esplendor perdido.
Por cierto que el
trayecto no está exento de dificultades: la mayoría de las piezas y telas que
deben ser reparadas o repuestas ya no se fabrican más, y es allí donde entra en
juego la capacidad, la habilidad y el ingenio del restaurador, para lograr crear
replicas exactas de las mismas piezas o poder reemplazarlas por otro tipo de
piezas, sin que estas desarmonicen el objeto. Para todo esto, también podría
llegar a necesitar sub-contratar a diferentes especialistas, como tapiceros,
lustradores, o electricistas, entre muchos otros.
Pero el amplio esfuerzo
bien vale la pena: la mayoría de los clientes de los restauradores son gente de
un alto poder adquisitivo, como embajadores, ejecutivos extranjeros, o europeos
o norteamericanos que buscan conseguir fuera de su país precios más bajos,
aunque no reducidos…
Una alternativa: el reciclado
Un buen restaurador, debe
también conocer el arte del reciclado de muebles. La diferencia entre reparar y
reciclar un mueble, tiene relación con el uso que se le dará.
Mientras que en el primer
caso se busca que el objeto deteriorado recupere su antiguo brillo, en el caso
del reciclado se intenta dar al mueble una nueva vida, para emplearlo de un modo
diferente al que lo concibieron sus creadores.
De esta forma, una vieja
y alta cajonera puede ahora reciclarse en forma de mesita ratona, o un viejo
bidón de leche puede ser en la actualidad la base o el pie de una lámpara de
piso.
La decisión de restaurar
o reciclar un objeto, tiene que ver con el estado del mueble en cuestión, y con
el uso que el cliente, sin dudas con usos y costumbres diferentes a las del
momento en que fue creado el mueble, querrá darle.
Sucede que muchas veces
es imposible reparar un mueble, pero su sólida, resistente, y robusta estructura
(recordemos que 50 años atrás las cosas se fabricaban con una mucho mayor
calidad, sin detenerse en la “rebaja de costos”) hace que sean muy provechosos
para ser utilizados en un gran número de cuestiones alternativas.
Por otra parte, también
es cierto que muchos de las actividades, costumbres, usos y funciones para las
que eran concebidos tiempo atrás los muebles, hoy en día ya no tienen vigencia,
y es por ello que los mismos deben reconvertirse en otro tipo de piezas, que
presten funciones acordes con las que se utilizan en la actualidad.
Para estos casos, afirman
los especialistas, es necesario tener en cuenta la opinión del potencial
comprador, para ver cuales son sus mayores necesidades. Pero, principalmente,
todo pasa por cambiar la mirada y observarlos con mayor profundidad,
concertándose en la forma, más que en la función original. Sin dudas, una tarea
que toca muy de cerca la creación artística.