A partir de la carta enviada por un lector, decidimos investigar las razones que llevaban a que el apellido de un inmigrante sea modificado en su arribo a América.


Uno de los relatos más conocidos sobre la experiencia de los inmigrantes
a los
Estados Unidos es el uno que provenía de un país de Europa del Este y, por
supuesto, no sabía hablar nada de inglés.

Cuando debió atravesar el puerto de
entrada, le hicieron varias preguntas ante las que él solo cabeceaba y sonreía.
Como todo lo que esta persona hizo fue sonreír cuando se le pidió su apellido,
el oficial anotó Risa en su documento de entrada. Ése fue el apellido de la
familia desde entonces.


En realidad, las historias de este tipo son muy frecuentes pero no siempre
reflejan la realidad de los hechos. Los documentos de muchos extranjeros han
sido modificados al escribirse datos incorrectos en los puertos de entrada, pero
también por que ellos mismos incurrían en errores al dar sus datos. Las
siguientes, son algunas de las razones por las que se modificaron los nombres de
un inmigrante:


• Daban un nombre ficticio


• Daban el nombre de otra persona


• Daban el nombre verdadero, pero mal deletreado 


• Daban el apellido del padrastro, en vez del correspondiente al padre natural


• Daban el apellido de un padre supuesto, en el caso de un hijo extra
matrimonial


• Daban el apodo


• Daban el apellido que usaban a causa de una costumbre extranjera, como por
ejemplo el nombre del padre (con o sin su prefijo o sufijo) en lugar del
apellido, el nombre de la granja en la que trabajaban, o cierto otro nombre
formulado por costumbres extranjeras


• Daban el apellido de soltera en vez del de casada


• Daban el apellido de soltera de la madre, en vez del apellido del padre


Al margen de lo anecdótico, estas historias contienen detrás otras cuestiones
importantes. Por eso, es absurdo que tomemos estas explicaciones literalmente,
sin una investigación adicional.

La idea de que el apellido de una familia
entera fue cambiado por una circunstancia fortuita, como por ejemplo un oficial
de inmigración que anotaba lo que quería, raramente es tomada en cuenta en una
investigación seria y en un análisis histórico.


Muchas historias de cambio de apellidos, tienden a ser apócrifas, y se crearon
más adelante para explicar acontecimientos cubiertos en un manto de neblina.
Incluso la historia anteriormente señalada puede llegar a ser sospechosa.

En
esta historia, un inmigrante llega al puerto de entrada, y luego se crea un
documento por alguien que no puede comunicarse con esta persona, por lo que le
asigna al inmigrante un nombre descriptivo.


Pues bien, muchas listas de pasajeros no fueron creadas en los puertos de
entrada, sino en el exterior, comenzando por los lugares cercanos a la casa del
inmigrante, cuando, como emigrante, compró su pasaje.

Es inverosímil que
cualquier persona, en la oficina local del buque de vapor, no haya podido
comunicarse con este hombre. Y en efecto, su nombre fue registrado muy
probablemente con un alto grado de exactitud en aquel tiempo.


Cierto es que los nombres de los inmigrantes pueden haber sido modificados en el
proceso. El primer vendedor del pasaje pudo haber deletreado mal el nombre
(asumiendo que hubiera un "deletreo correcto", algo no siempre probable).

Si el
inmigrante hizo varias escalas en su viaje, pudieron haberse creado varios
expedientes en alguna de estas escalas. Cada trascripción de la información
brindada, dio pie a una oportunidad de deletrear mal o de alterar su apellido.
Así, cuanto más directa era la ruta del inmigrante hacia su destino, menos
probabilidades había de que su nombre cambiara de alguna manera.


La historia de que un oficial "anotó mal" el apellido de un inmigrante es,
cuanto menos,  sospechoso. Durante el trámite de inmigración en el puerto de
entrada, el inmigrante enfrentó a un inspector que ya tenía una lista de
pasajeros confeccionada en el exterior.

Ese inspector trabajaba bajo reglas y
regulaciones que le impedían cambiar la información de identificación de
cualquier inmigrante, a menos que esto sea expresamente pedido por el
inmigrante, y a menos que el trámite demostrara en algún momento que la
información original tenía errores.


A pesar de estos hechos, las historias que cuentan cambios de apellidos en los
puertos de entrada, se cuentan por miles.


¿Por qué?


Las explicaciones que hablan de dificultades tan “simples” como el lenguaje o
las diferencias culturales, muchas veces son falsas, puesto que todo esto es
mucho más complejo.

Todos sabemos de nombres que se han castellanizado al llegar
a América. Como cualquier niño lo sabe, vivimos en un mundo donde la gente que
pide nuestro nombre, lo escribe sin preguntarnos cómo deletrear o pronunciar ese
nombre.


De hecho, los inmigrantes eran típicamente consultados por sus nombres y
anotados en expedientes oficiales por aquellos que los traían a Sudamérica, y
por lo tanto ya eran de habla castellana (es decir, los profesores, los
propietarios, los empleadores, los jueces etc.).

El hecho de que aquellas
personas que tenían la posibilidad de influir en los expedientes oficiales, ya
eran de habla española, explica mucho sobre pequeños cambios, a través del
tiempo, en el deletreo de ciertos nombres.


Pero, sin embargo, muchos inmigrantes dieron la bienvenida (e incluso los
pidieron expresamente) a estos cambios.

Cualquier persona de Europa Oriental,
cuyo largo apellido estaba lleno de consonantes y vacío de vocales, sabía que su
nombre le traería a problemas en su entrevista de trabajo, o se convertiría en
un algo para ridiculizar a sus hijos en la escuela.

Cualquier cambio que pudiera
ayudar, a su manera, al sueño de conquistar América, era considerado como un
paso hacia delante, en la dirección correcta. Quizás éste fue el caso del Sr.
Risa. Podría ser el caso de una familia de Rusia, de nombre Rischivencoff o
Rischimlenkoff, que para el momento en que ya había elegido cambiar su apellido
por Risa.


En efecto, muchos cambios de apellidos no son tan fáciles de rastrear. Antes de
ser producto de un diferente deletreo o de una escritura diferente a cómo sonaba
el apellido, muchas veces se elegía adoptar un nombre completamente nuevo. Éstas
son las historias más típicas de muchos descendientes de inmigrantes.


El nuevo continente se convirtió en un lugar para que gran parte de la humanidad
comience su vida nuevamente, un lugar donde cada hombre podía dirigirse a
reconstruir su vida. En tales circunstancias, la adopción de un nuevo nombre no
era nada sorprendente.

Tampoco sorprende en los casos de inmigrantes que
vinieron a América abandonando a una esposa y a una familia, o escapando de la
cárcel o de un ejército europeo. Había todas clases de razones para tomar un
nuevo apellido, tanto políticas como prácticas.


Como muchas veces no se deja ninguna constancia sobre el cambio del apellido,
los inmigrantes y sus descendientes tienen “vía libre” para crear sus propias
explicaciones sobre estos cambios. A menudo, cuando los nietos les preguntaban
porqué cambiaron sus nombres, los antiguos inmigrantes les decían que "fueron
cambiado en el proceso de entrada".


La gente toma esto literalmente, como si el oficial de inmigración hubiera
anotado realmente otro nombre. Pero uno debe considerar otras interpretaciones
para estas explicaciones. Estos inmigrantes recuerdan su confrontación inicial
con la cultura americana.

El tramite de ingreso no era el único proceso que
debía sortear un inmigrante, sino que se encontraba una ciudad distinta, debía
aprender a hablar castellano, conseguir su primer trabajo o departamento, ir a
la escuela, y ajustar su nombre a uno que sea más fácil de deletrear o
pronunciar.

Todas estas experiencias vividas en los primeros años, se resumían
como "los cambios en el proceso de entrada". Es decir que, cuando muchos
inmigrantes recuerdan o recordaban sus primeros tiempos en el nuevo continente,
hacían referencia a todo esto como su experiencia durante todo su ingreso.


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