Los perros se comportan acorde a la sociedad en la que viven sus dueños. Y los
perros que agreden tienen un ensañamiento que es muy difícil de explicar, es
como si en ellos se reflejara la locura en la que estamos viviendo.
Muchas
personas que tienen problemas, por ejemplo, maltratan a sus animales domésticos
y eso puede derivar en un ataque posterior.
Según un estudio del Hospital de Niños de Buenos Aires, las víctimas son en
general varones que doblan en el número a las niñas, y en su gran mayoría van de
los 5 a los 9 años de edad.
Pero ¿por qué se da esto? Porque los niños tienen casi dos veces más
probabilidades de ser mordidos que las niñas debido a las conductas más
atrevidas y a la menor supervisión paterna.
Otro dato que resalta es que en la mayoría de los casos los perros son conocidos
por los propios chicos, son muy pocos los que son mordidos por perros
callejeros.
También la se
dio en casi todos los casos porque el niño molestó al perro.
Los estudiosos del comportamiento de estos animales han observado que ellos
responden al “lobo alfa” es decir, al jefe de la manada. No son agresivos con
los que están debajo de su jerarquía, como los bebés o los cachorros.
Pero cuando
los chicos alcanzan la edad escolar, el perro siente que terminó el período de
socialización de gracia y tienen competencia. Además los más pequeños no
interpretan las señales de advertencia como los ladridos o gruñidos.
Los que más atacan son los machos, las hembras son más tranquilas y afables.
Las zonas del cuerpo más lesionadas son la cabeza y el cuello, de ahí el peligro
por la salud y la estética del niño.
Otra cosa obvia es que a más grande el perro más peligro tiene su mordedura: la
presión de la quijada de un perro adulto es de más de 31 kilos de fuerza por
centímetro cuadrado.
Algunas razas como el ovejero alemán, el dogo argentino, el mastín napolitano,
el doberman y el rottweiller figuran entre los “peligrosos”. Por eso requieren
de un entrenamiento especial.
Por eso se recomienda en tener un cuidado especial con estos animales, sobre
todo teniendo niños pequeños en el hogar. Es decir: una tenencia responsable.
Algunas medidas de prevención
– Evitar la
tendencia frecuente a humanizar al perro. La mayoría de las personas tienden a
humanizar al animal. A pensar que posee los mismos atributos que el hombre.
Cuando al ingresar a la familia el perro entra a una “jauría” a la que defiende.
Pero el concepto del hombre de jauría es más amplio que el del animal. Es decir,
el dueño del perro permite que a su casa entren personas que para él forman
parte de su grupo, pero que para el animal son extrañas. Este es uno de los
principales motivos de ataque.
– Enseñarle
al animal que es el último componente de la familia. El perro debe obedecer.
Pero esto no se le enseña con violencia, porque sino aprenderá que el código es
la agresión. La educación del perro debe ser con firmeza pero no con
agresividad.
– Elegir al
perro cuidadosamente. Es fundamental saber el carácter de los padres del perro,
si es de raza. Y buscar las razas que son menos agresivas genéticamente.
– Educar al
niño. Enseñarle que un perro no es un juguete al que se le puede tirar de la
cola sin que haga nada, o montarlo como si fuera un caballo. Generar en el niño
la responsabilidad que genera un perro, alimentarlo, lavarlo, llevarlo a pasear.
El perro es una fuente de cariño, pero necesita amor. Los niños no deben
maltratarlo.
– No tocar
nunca su comida. El animal debe acostumbrarse a comer de su plato. Y los chicos
no deben invadir ese territorio, ni tironear su juguete cuando lo tengan en la
boca. Lo que para el niño es divertido, para el animal puede ser una agresión.
– Observar
cómo interactúan los chicos con los animales. Los padres deben evaluar la
conducta de ambos. Si advierten en el perro gestos de agresión se debe consultar
al veterinario inmediatamente.
– Impedir que
los chicos se acerquen a un perro que está encadenado, atado o detrás de una
reja. También se debe evitar dejar a un perro atado o encerrado mucho tiempo.
– Evitar que
los niños anden en bicicleta o corran delante de un animal desconocido. El perro
puede creer que es una presa a cazar.
– Alertar a
los chicos si en el barrio hay perros peligrosos. No se les debe permitir
ingresar en una casa donde se sepa que hay perros bravos. No importa cuanto
conozcan o aprecien a los dueños de ese animal.
– Cuidado al
relacionarse con alguien que tenga un perro peligroso. Aun un abrazo o un
apretón de manos, puede ser entendido por el perro como un ataque a su dueño.
– Tener
información. Saber cuales son los perros más peligrosos.
–
Responsabilidad en la tenencia. Los que se decidan por perros peligrosos
genéticamente, sí o sí deben adiestrarlos.
Razas recomendadas para los niños
– Pointer:
Descendiente del antiguo Braco español, es un perro esbelto y elegante, de
aspecto aristocrático y poderosa musculatura. Más que perro de guarda es un
perro de caza, por su vista y olfato. Es un perro limpio, inteligente y, como
integrante de una familia, obediente y sensible. Tiene buen carácter,
equilibrado, aunque pueda parecer indiferente.
– Labrador:
Se calcula que sus antepasados eran usados por pescadores de Canadá para recoger
las redes de pesca. De estructura fuerte, ágil y activo, inteligente, se lo
aprecia como perro de compañía. No son para nada agresivos y son muy sociables,
tanto con los humanos como con los otros animales. Necesita de muchas caricias.
Es muy paciente con los niños.
– Boxer: Es
un perro de compañía, protección y de servicio, pese a que su apariencia infunde
miedo y respeto. Es mediano y de pelo liso. De gran templanza y sereno en el
juego, es inofensivo en el ámbito familiar. No tienen maldad y son muy fieles a
sus amos.
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