La ingesta de excremento
por parte del animal se denomina
coprofagia. Es
una de las consultas más frecuentes que reciben los veterinarios ya que los
dueños no saben cómo comportarse ante semejante conducta.
Son muchos los motivos que
se asocian a esta actividad indeseada. Entre los más habituales, podemos
destacar:
1.- Enfermedades como por
ejemplo la insuficiencia pancreática, infecciones o consumo de alimentos
excesivamente grasos. Luego de ingerir las heces es frecuente que se ocasionen
episodios de diarrea.
2.- El animal ingiere su
excremento para llamar la atención de su dueño.
3.- La mascota ve que su
dueño recoge las heces y lo imita.
4.- Otra de las
posibilidades proviene de la madre y se relaciona con una conducta maternal ya
que ésta, para mantener el ambiente limpio, se come los excrementos de sus
cachorros para que no exista suciedad alrededor de ellos.
5.- Los perros que son mal
alimentados pueden llegar a consumir sus propias heces para complementar la
alimentación y así obtener los nutrientes faltantes.
Cómo
revertir este comportamiento cuando no responde a una enfermedad física:
1.- Dejar que la mascota
olfatee algún aderezo que no le gusta como por ejemplo una salsa picante y si la
rechaza, untar las heces con este producto. De este modo, el perro asociará el
mal olor y el sabor indeseado al excremento y no lo consumirá.
2.- Recoger las heces
rápidamente para que el perro no tenga la posibilidad de ingerirlas.
Aunque no se puede estar
constantemente pendiente del momento en el que el perro defecará, generalmente
suelen tener un horario específico que puede ser de gran ayuda y así estar
alerta.
Es importante que el
animal no vea cuando se recogen los excrementos para que no pueda tener luego
una conducta mimética.
3.- Si el animal come las
heces de otros perros en la calle, una medida práctica es que salga con un bozal
que le impida ingerir los excrementos.
La terapia para modificar
la conducta debe ser combinada. “Sin duda, la mejor fórmula consiste en
recoger rápidamente las heces y distraer al animal cuando esté a punto de
comerlas, sin regañarlo y sin gritarle.
Es preciso estar pendiente
para poder identificar ese momento en el que el perro manifiesta su conducta y
poder revertirla, pero desde un lado positivo y sin castigos que lo único que
hacen es afianzar aún más este comportamiento indeseado”,
sostiene la veterinaria argentina Virginia Olmos.