El Código Da Vinci: ¿Dios, más cerca o más lejos? 

Un sacerdote católico opina sobre el Código Da Vinci. ¡Te sorprenderá su opinión!

El boom de la película del Código da Vinci 

En la ciudad de la Plata todos los cines darán la misma película por primera vez y ya no hay más entradas. ¿Hay tanta necesidad repensar a Dios de una forma distinta? 

Ayer, en la cárcel, un pastor que trajo la película de Mel Gibson para evangelizar, me dijo: "padre, a Ud. que es medio progresista, no se le ocurrirá proyectar el film del Código da Vinci…"  

Le respondí freudianamente: ¿por qué? 

"Porque propone un Jesús terriblemente antipopular, para feministas de countrys, sin milagros y con erotismo".

Volví a preguntar con cara de pocker: o sea ¿parecido a nosotros?

Se puso un poco mas nervioso y me dijo:

"Bueno, algunos pastores hacen milagros. Lo del erotismo, no se qué decirle. Creo que Uds. se la apañan mejor… Pero Ud. me confunde. ¿Qué tiene que ver todo esto que nos pasa con la visión de Jesús que proponen estos herejes pseudoartistas?"

Comenzando por el libro del Código da Vinci

Bueno, le respondí;  yo aún no vi la película. Me gustó mucho la novela y comprendo que algunos digan que es un gran aporte a la cultura cristiana. Quizás lo más lindo que posee, es que rescata una historia de Jesús basada en un amor más creíble que las historias milagreras de clérigos y pastores, sin la sensibilidad del hombre moderno. 

Como se sabe en nuestra cristiandad hubo gente que pretendió imponer una forma de pensar la divinidad, más ligada a los intereses del emperador que a los de Jesús. 

Pareciera que la propuesta de esta nueva estética es pintar otro estilo de divinización de Jesús, que tampoco es el judío rubio de ojos celeste del Renacimiento, no como si hubiera sido el único hijo de Dios.  

En todo caso, si Jesús fue divino , nosotros también lo somos.  Jesús, para el Código, cristalizó todos los aspectos en los que se puede manifestar el amor: en la amistad, en la pareja y en el perdón, en la fiesta, en la comida, en la unión sexual, en la magia, en el dolor.., todo fue la excusa perfecta para ser siempre amor.  

La novela concreta el sentir de este Papa, que dice que el amor de un hombre es caricaturesco cuando se vive el eros sin ágape o su ágape sin eros . 

Para muchos que critican, el libro sugieren que la imagen de Jesús fue dibujada convenientemente por el anticlericalismo . Para mi no es así. El hecho es que muestra  un fanático "Silas", que como todo fanático es un obsesivo y no es armonioso. Este obispo del Opus Dei, después se da cuenta de su error y se arrepiente. 

Por eso no se deja mal parado al Opus, si no a todo fanatismo que no admite la alteridad y que nunca se arrepiente de nada por miedo de perder poder.  

La novela invita a explorar cómo lo divino ya está entre nosotros. En la vida diaria está la respuesta. Aún en aquello que nos gusta tanto. Por allí se puede empezar a manifestar  el Ser en el amor. 

Nos salimos de la ruta, nos distraemos con detalles tontos del camino y pensamos que el camino son esos detalles, cuando no nos han educado en el amor – placer, en el eros ágape como dice Benedicto.

Se trata de buscar esos momentos en los que parece que el corazón está “caliente”: ahí estamos irradiando, ahí estamos SIENDO y no se trata meditación trascendental.

Puede ser una charla linda con alguien que queremos. Tal vez es la sonrisa de tu hijo, una torta rica, o un buen orgasmo con la persona que queremos. ¡Qué bueno aprender a hacerlo sin desangrarse…..!

Por eso Jesús invitaba a mirar a los chicos, porque su actitud es la adecuada, porque juegan.  ¡Qué lindo vivir con el corazón caliente!

¿Cómo hacer para no perder la energía?

El Código da Vinci y el Evangelio de Judas

La vida es  como el juego de Dios, no hay porqué desangrarse. Por eso, me parece, el Jesús del Código es más sano que el de Mel Gibson, aunque no me  apoyen algunos obispos. Incluso creo que coincide , sin saberlo, con el Evangelio de Judas, para quien nadie en el fondo nos hace nada ni nos traiciona, si lo que se busca no es el poder, ni el éxito, ni la aprobación, sino ser el amor y jugar.

Para esta cultura postmoderna no está mal que se piense que Judas no es un traidor sino un  benefactor. Ayer me comento un periodista haberle señalado al hermana Pelloni que el gobernador de Catamarca la iba a asesinar y que ella sin mucho turbarse respondió “no tengo miedo mi vida no me pertenece”.

¿Quien a ella la podía traicionar si no amaba el poder sino la justicia? 

No es honesto ofender a los que proponen relatos diversos, o subestimar el género novelístico contemporáneo, cuando la imaginería de todos los tiempos no pocas veces nos acercó a Dios y mantuvo la fe en su amor, más que las bibliotecas y los monasterios.

Aun los mejores de entre los conquistadores hablaban seguramente de un Dios que tenía poder y abusaba de él para ganar adeptos.

He leído la novela y creo que su éxito está en responder a las nuevas expectativas espirituales de la nueva cultura postmoderna.

Enigmas del Código da Vinci

La novela se sirve de acertijos y enigmas para llevar una línea argumental que puede resultarnos atrapante desde sus inicios. Cuenta que una supuesta descendiente del linaje de Jesús y María Magdalena, ayudada por un profesor de simbología, debe seguir las pistas que su abuelo, miembro de una secta secreta, le ha dejado para resolver: el enigma de su origen.

Mientras tanto, un comisionado de la Iglesia trata de impedirlo por todos los medios, incluso manejando la conciencia de un asesino.

La ficción de los acertijos de la novela es claramente tendenciosa: se trata de ridiculizar una teología, para algunos, vigente, que intentó afirmar a Dios a costa del hombre y sobre todo, a costa de desvalorizar a la mujer.

Creo que lo que justifica el éxito de la novela es que se suma a la protesta de los que piensan que el cristianismo actual tiene poco que ver con la causa de Jesús y sí, mucho, con un reino para eclesiásticos, para algunos, más cercano a las viejas monarquías europeas, que al estilo de vida de Jesús.

La creciente sospecha que hay en el ambiente, de que el cristianismo actual y esta Iglesia poco tienen que ver con "el sueño" de Jesús, acompaña el sentido de toda la novela.

De vuelta a la película del Código da Vinci

Iré a ver el film, porque la novela propone  caminos concretos para comprender cómo construyó poder Jesús y qué cercanía espiritual les conviene a los hombres con la mujer (Maria de Magdalena), para  salvarnos de verdad.

También su éxito estriba en que no hay que ser de la Acción Católica, ni ser especialista de lenguas bíblicas o clásicas, para conocer los misterios de nuestro Maestro.

Sólo a un seminarista aburrido podría interesarle ir al cine con un diccionario o alguna enciclopedia de la cultura expuesta.

Gracias a Dios, si hay belleza en la película, todos comprenderemos algo más de nuestro ser y de una forma de pensar lo "numinoso" y lo “fascinante”, tan en jaque en esta nueva cultura y en el modo actual de hacer teología.

Qué bueno por fin, gastar dinero para ver un film con alcance evangelizador, sin golpes bajos como la Pasión de Cristo que  fue recomendada por pastores y clérigos, aunque supieran que la obra  podría resultar, por momentos, repulsiva.

Esperemos que ésta nos edifique.

De lo que estoy seguro que es imposible que no nos entretenga. Creo que el film nos nutrirá, pues la novela en que se basa pretende hacer una sana catarsis de una forma de pensar a Dios ligada con el oscurantismo,  que tiene su matriz en algunos clericalismos de gente insegura que aún queda con mentalidad de casta.

Qué bueno poder entretenernos con algo que construya puentes con los sectores más lejanos y hostiles a nuestra jerarquía eclesiástica.

La interpretación de Dan Brown

Miro el cuadro de la última cena que Leonardo Da Vinci pintó, inspirándose en Jn 13-17 (que con tanta creatividad Dan Brown propone en su interpretación) y encuentro muy oportunas las palabras de Jesús, que podría inspirar también esa escena: "Por los frutos los conoceréis"

Si esta obra nos hace pensar qué cristianismo no lo presento a Jesús como humano haciendo inimitable, y de qué estilo de divinidad intento escaparse Jesús para que lo llenaran de títulos nobiliarios que lo presentaran como un dios pagano.

Si nos hace reflexionar sobre qué vinculo pudo tener Jesús con María Magdalena y qué poder comparte con aquella mujer y por qué hace con ella la primera experiencia de lo numinoso, vale la pena ir a verla.

Ya que al decir del nuevo Papa, hay un éxtasis, incluso erótico, que nos compete en la secuela Cristi a cada humano que, como Jesús, se sienta un nuevo Adán o una nueva Eva.

Incluso para algunos teólogos, la película ayuda a repensar la Mariología reubicando a Magdalena como la nueva Eva no se cae en los vicios de la Mariolatría. Creo que incluso sin pensarlo, esta novela deja  mejor parado a José, esposo de María.

Las mujeres, la Iglesia y el Código da Vinci

Para algunos pastoralistas, la novela o film puede ayudarnos a ver qué rol le compete a la mujer en el Vaticano, y si es tan utópico pensar que en  un futuro haya un hombre y una mujer en la cabeza de la diócesis de Roma, y que dicho modelo sea llevado a todas las iglesias en esta nueva diáspora.

Para algunos teólogos latinoamericanos, es la eclesiología que proponen las comunidades indígenas en Chiapas: un hombre y una mujer al frente de sus comunidades, pastoreando coincide con aquella sensibilidad.

Deseo que los cristianos nos sintamos estimulados a profundizar y seguir proponiendo, aunque fuera con el estilo de la ciencia ficción, nuestros relatos de salvación. No pocas veces los que creemos, compartimos con no creyentes la urgencia de una mayor isonomía ( igual medidas) entre los hombres mujeres.

Es probable que el espíritu a través del arte esté sugiriendo la forma de ser y de hacer el poder dentro de la Iglesia.

Sólo los ánimos mezquinos pueden pensar que esta novela es un best-seller para  sanar clérigos castrados, o es una lectura para entretener a mujeres resentidas por su escaso protagonismo. Por otro lado es justo señalar que el paganismo siempre mató brujos y brujas.

La idea del neopaganismo feminista de que la brujería era una religión feminista precristiana no tiene base histórica.

No creo que sólo gente con mentalidad anticlerical comprara el libro; pareciera que es una necesidad de gente no sólo erudita.

Lo que muchos tiene en común es la búsqueda de una mayor reubicación de lo femenino en Dios.

Y otra integración en las relaciones entre cristianismo, gnosticismo y paganismo tan necesaria para la articulación de esta nueva cultura posmoderna.

Auguramos que esta fantasía de Brown -el Código de Da Vinci- ayude a limpiar patriarcalismo y machismo, y lo queda de misoginia en oriente y occidente,  y sirva para seguir construyendo la familia humana disfrutando una tarde de Cine. Muchas veces para repensarnos en humanidad pudo mas el arte que las bombas.

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