Cuando los gatos van a buscar algo u obedecen órdenes al estilo de “siéntate” o “sacúdete”, las personas suelen decir que están actuando como perros.
Pero esto no es tan así. Sólo se trata de un gato más receptivo, más alerta a ti, con una mente más activa. Al mismo tiempo, será una buena manera de poner a hacer algo de ejercicio a ese gato holgazán.
Enseñar a tu gato al menos un comando puede salvarle la vida. Si únicamente pudieras enseñarle una cosa a tu gato, entonces deberías enseñarle a venir cuando lo llamas.
Supongamos que Michi se zafa de su arnés durante un paseo en la calle o que hay un incendio en tu casa y necesitas llamarlo, ¿acaso no te vendría bien el hecho de que Michi venga cuando lo llamas?
Generalmente, cuando se llama a un gato, lo cierto es que éste se te echará un vistazo por sobre el hombro y saldrá caminando en la dirección contraria.
Esto no quiere decir que los gatos no puedan aprender a venir, y tampoco quiere decir que no sepan sus nombres o no entiendan lo que les estás diciendo. Simplemente quiere decir que no has dado a entender a tu gato que lo que más le conviene es acceder a tu llamado.
Si lo piensas bien, te darás cuenta que muchos gatos conocen el comando verbal para acudir adonde sus dueños, salvo que en lugar de reaccionar a sus nombres lo hacen al ruido de la puerta del refrigerador o de la lata de comida.
En consecuencia, será cuestión de acostumbrarlo al ruido del llamado. Luego, extiende la distancia de tus llamados.
Una vez que el gato responda en forma veloz, estarás listo para hacer sonar las campanas o chiflar en cualquier momento desde distintos lugares de la casa.
Puedes hacer que el juego sea más divertido ofreciéndole a veces los sobrantes de la comida del día anterior (justo antes del horario habitual de la comida del gato), pero otras veces recompensándolo con sus bocaditos de pollo favoritos (algunos entrenadores usan alimento de pollo para bebés), trocitos de hígado, o cualquier otra cosa que tu gato ame.
Pronto, podrás olvidarte de la campanita y de los chiflidos, y podrás decirle “¡Michi, ven aquí!” La respuesta será automática, como si se tratara del perro más obediente.
Ahora que sabes cómo llamar a tu gato, y que él sabe cómo venir, será una buena idea utilizar esta nueva capacidad de interacción para ejercitar al animal.
Incluso, será apropiado que les digas a tus hijos acerca de esto. Juega a las escondidas con tu gato. Simplemente escóndete en algún sitio y grita: “¡Michi, ven aquí!”
Puedes esconderte debajo de las mesas o detrás de los muebles, y Michi te buscará por toda la casa hasta que consiga encontrarte.