Era un peluche de “ojitos de miel” que nos ha proporcionado doce años de
maravillosa felicidad. Su recuerdo estará para siempre en nuestro corazón. A los
muchos seguidores de En Plenitud, agradezco compartan con nosotros estos
apuntes de su vida y el recuerdo de su imagen. Las mascotas son… algo más que
amigos.
Son compañeros inseparables de quienes los cuidan, miman y atienden. Con una
fidelidad sorprendente, se convierten en parte imprescindible de nuestra vida.
Conocerlos es quererlos.
Zoe vivió 12 maravillosos años junto a nosotros. Disfrutamos de su cariño y
recibimos muchas satisfacciones . Sentimos su ausencia y un vacío en el alma
porque era una más de la familia.
Su
presencia nos proporcionaba serenidad, y mucha, mucha alegría su mirada con
lucecitas de dulzura . Era un perro con alma. Sus ojitos de miel últimamente
nos miraban con más intensidad, como dándonos las gracias por los cuidados que
aliviaban el dolor de su enfermedad. Su corazón quería vivir, pero no resistió
la agresiva medicación. Y un día, en la sala de quirófano, nos dejó para
siempre.
Quienes conviven con animales de compañía seguro que me comprenden. En realidad,
nos identificamos con las alegrías y con el dolor ajeno. Porque estas
vivencias con tu mascota significan una importante y vital experiencia, repleta
siempre de satisfacciones.
De
hecho, es notorio y relevante el aporte educativo que tienen las mascotas en el
desarrollo del niño y también en la vida de las personas que viven solas o son
mayores.
Zoe, llegó a nuestra casa de Valencia procedente de Málaga ( España).
La
envió mi esposo para mis hijas y hoy, puedo asegurar que fue un auténtico
“regalo terapéutico”. Hizo un largo viaje , en una empresa de transporte
urgente, ¡ Qué susto! con apenas tres meses. Envuelta en una mantita y junto a
la foto de sus padres.
Su
padre “Zarpo” un pastor alemán, muy educado, fuerte y sanote, era el guardián
del barco de mi esposo. Su madre, una podenco ibicenca, bastante pizpireta,
residía en un yate situado en la zona deportiva del puerto. Se enamoró de
“Zarpo”, en un supermercado donde ambos coincidieron. De una de esas escapadas
nocturnas , nació Zoe, que es palabra griega y significa “llena de vida”.
Desde el desconsuelo que todavía siento por ese vacío que dejó en nuestro hogar,
rememorar la historia de Zoe en nuestra familia, alivia en cierto modo el dolor
de no volver a tenerla nunca más con nosotros.
Ese peluchín chiquito se crió entre mimos. Pero el carácter salió a su padre :
responsable y educada. Solo daba un “guau” para todo: para comer , salir a la
calle , para que jugaran con ella….Y así se fue haciendo adolescente.
Me“comió” dos sofás y cuatro pares de zapatos. “Ojitos de miel” fue su
seudónimo, y en el barrio, niños y mayores, todos, la adoraban. Su pelo canela y
su elegancia eran de su madre.
No
es de extrañar , pues, que los relatos de historias de fidelidad extremas, de
perros que salvaron la vida a sus dueños o recorrieron kilómetros guiados por su
instinto único, hasta llegar exhaustos, al que siempre consideraron su hogar, lo
exprese también como un hecho más la vida de nuestra mascota.
Zoe era además una perra muy valiente y lo demostraba cuando veía a una persona
que “no le gustaba” . Ladraba entonces fuertemente, para defender a su amo. Zoe
nos daba seguridad y esto forma parte también del “efecto” terapia de los
animales de compañía.
Por el contrario, olvidaba los modales de perrita elegante cuando se la
premiaba con un buen plato de carne ….eso la hacia desinhibirse y se ponía
muy nerviosa, ladrando incluso para comer .
Fue la “niñera” de mis hijas inculcándoles responsabilidad. Sin obligaciones
pero conscientes de que era un ser vivo que requiere atención , extremaron las
tareas de vigilar su alimentación, su higiene, vacunas y paseos . Zoe nos
devolvió con creces cada una de estas atenciones .Todos la disfrutamos.
A
punto estuvo de encontrarle un novio a mi cuñada , pues su porte elegante
llamaba la atención . También era muy deportista. Acompañaba a mis hijas y a
sus amigas a practicar jogging y yo solía llevarla con frecuencia a la playa
para que se diera un buen “chapuzón”. Le encantaba el agua, cualidad rara en los
perros y que heredó también de su padre.
Fue un “soporte anímico” en las noches de soledad cuando mi esposo navegaba y
mis hijas estudiaban en Londres. Era, simplemente, mi compañera de apartamento.
Tranquila, observadora, fiel…¡ tan linda ¡ Tanto, que nunca pensamos perderla.
Es difícil resignarse porque la añoramos . Pero igual que cuando un amigo se
va, nos deja el alma vacía, Zoe , nos dejó además, su cálido recuerdo de perra
fiel, amante de sus amos y dulce “ojitos de miel”. Imborrables vivencias de
días felices . Por eso, para nosotros , Zoe, será hoy y siempre…uno más de
la familia.
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Crédito de la imagen:
composición realizada por Lala