Sentirse bien nadando con los
delfines, paseando a caballo y también acariciando el pelo de un gato o jugando
con un perro. Estar acompañado de animales es beneficioso para todo el mundo,
tal como demuestra la «pet-therapy» o terapia asistida con animales,
una modalidad de terapia que aprovecha la inteligencia, la sensibilidad y las
distintas características de los animales para mejorar la calidad de vida de
los seres humanos.
Emociones positivas
Esta disciplina se enmarca en
nuevas corrientes holísticas (que hablan de la salud integral como cuerpo mente
y espiritual o del sistema de valores) y ecológicas que promueven que un mayor
contacto con la naturaleza, tanto vegetal como animal, puede suponer una ayuda
para las personas que se encuentran en crisis, que han sufrido un accidente,
pero también para el ser humano en general.
Las emociones positivas que
suscitan los animales se han revelado, en este sentido, como un excelente antídoto
contra las enfermedades.
Los animales no tienen el poder de
curar, pero a través de su afecto y su amor incondicionales, favorecen la
relajación, la estabilidad, y ayudan a afrontar las situaciones críticas con
mayor serenidad.
• Los animales devuelven la
sonrisa a una persona deprimida; estimulan el carácter social de una persona tímida
y con problemas afectivos de índole diversa; ayudan a controlarse a una persona
que sufre de impulsos violentos; pueden ayudar a bajar la presión arterial a
los hipertensos, y a relajar a las personas nerviosas.
Aunque quizás, una de
los efectos más beneficiosos que se pueden obtener de los animales es que
ayudan a aceptarse a uno mismo, porque ellos nos aceptan tal y como somos:
altos, bajos, ricos, pobres, delgados, obesos…
Los animales nos aceptan e
incluso son capaces de transmitirnos su «apoyo» cuando no nos encontramos en
nuestro mejor momento.
• Los efectos positivos de la
compañía de un animal
se pueden resumir en tres puntos fundamentales.
Estímulo psicológico
Un antidepresivo
natural
Cuidar de un animal mitiga el
sentimiento de soledad, llena los espacios vacíos de la vida, sobre todo para
las personas ancianas, que se abandonan con mayor facilidad.
• Un cachorro al que atender
supone un estímulo para salir del aislamiento y ofrece la posibilidad de
abrirse al mundo exterior y restablecer las relaciones o para dar vida a nuevas
amistades e intereses.
• Un animal, como el perro,
siempre está dispuesto a mover el rabo y a agasajar a su dueño en cuanto éste
llega, alejando de su mente los pensamientos negativos.
Estímulo lúdico
Un simpático «payaso»
Un cachorro es un compañero de
juegos que no sólo contribuye a ahuyentar el aburrimiento, sino también a que
nos abramos y a que interactuemos con los demás. Los cachorros, con sus juegos,
y a veces con su extravagante comportamiento, son como «payasos», capaces de
provocar carcajadas y, con ello, acentuar nuestro buen humor. Y ya se sabe que
la risa relaja y aumenta las defensas naturales del organismo.
• La comunicación con los
animales es inmediata. Saben escuchar, esperar y perdonar. Con un animal no se
establece competitividad, no se genera ansiedad, porque el juego nunca adquiere
la dimensión de competitividad o enfrentamiento. Más que un adversario, el
perro es un infatigable y divertido compañero.
Estímulo físico
Un compañero
hiperactivo
Otro importante mecanismo positivo
es de orden físico: los animales son acérrimos enemigos de la pereza, y
suponen un excelente estímulo para el ejercicio y el movimiento.
• Por ejemplo, la cita diaria con
el paseo por el parque con la que se ve inevitablemente comprometido quien tiene
un perro es una forma agradable y nada fatigosa de combatir el sedentarismo.
• Cepillarlo, lanzarle un hueso o
acelerar el paso para no perderlo, de vista son actividades físicas saludables
y posiblemente mucho más divertidas que el rutinario ejercicio físico impuesto
por un instructor.
Fuente: Isabel
Salama.com