Perros tristes: ¿qué hacer?

La depresión en los perros es un mal más frecuente de lo que se cree y al igual que en los seres humanos, responde a un desbalance de neurotransmisores en el cerebro...

Aquel perrito tierno y alegre de pronto se convierte en un desconocido, anda siempre tirado en los rincones, no viene cuando se lo llama, no come, no duerme… ¿qué habrá pasado?

Sin duda, estamos ante un cuadro de tristeza animal que puede ser provocado por varias situaciones:

-Separación de la familia en ocasión de las vacaciones.

– La llegada de un bebé al hogar.

-La muerte o separación de su camada para una perra.

-Separación de una pareja de perros que siempre estuvo junta.

-Mudanza a un espacio más chico.

-Cuando se le quita atención a un perro adulto por la llegada de un cachorro

-Fallecimiento de alguna persona en la casa

-Cuando los dueños les dedican menos tiempo del habitual. 

Estas situaciones pueden alterar el ánimo del animal y sumirlo en un pozo depresivo que si no se trata a tiempo puede llevarlo hasta la muerte.

Un cambio de rutina, el oportuno tratamiento con medicamentos y el afecto de sus dueños pueden reanimar a un perro en cuestión de semanas.

Ante todo se impone la consulta con un veterinario, quien diagnosticará la enfermedad y lo medicará en consecuencia.

En general, las razas más pequeñas son más propensas a las depresiones debido al estrecho vínculo que suelen desarrollar con sus dueños.

También puede suceder que el perro se sienta confundido por la desorganización de una familia, donde no existe una rutina mínima ni una persona encargada de satisfacer las necesidades básicas del animal.

Si varias personas cumplen esas tareas en distintos horarios y el perro no entiende los roles de cada individuo, puede empezar a sentir ansiedad que se transformará en depresión al cabo de un tiempo.

Es importante que el animal mantenga cierto orden en su vida, por ejemplo, el horario de su comida y sus diarios paseos para hacer sus necesidades, ya que estos hábitos lo harán sentir seguro y contenido ante alguna situación imprevista o extraña en la familia. 

Síntomas de la depresión en los perros:

 

-Tristeza, desgano, falta de brillo en el pelo, inmovilidad.

-Hocico caliente (no frío como es habitual).

-Sueño alterado, inquietud permanente.

-Apatía, pocas ganas de salir o jugar.

Falta de apetito: no come ni siquiera cuando se le ofrece una golosina.

-Expresión de pena en la cara, orejas caídas y ojos sin brillo.

-Sed excesiva y reducción de las veces que orina. 

Ante circunstancias de pérdida, es normal que un perro demuestre tristeza y experimente un duelo. Sin embargo, si este período supera las tres o cuatro semanas, puede que se esté desencadenando algún grado de ansiedad o depresión, ante lo cual se impone una consulta con el veterinario. 

Debemos tener en cuenta que un animal que pasa mucho tiempo acompañado por sus amos es un potencial perro con depresión si sus dueños se alejan  de él por un lapso de tiempo prolongado.  

La ausencia del amo provoca una inestabilidad emocional que altera al perro hasta agotarlo.  También es posible que el corte del rabo en animales adultos genere una depresión, ya que el animal siente la amputación de su cola con más “conciencia” que si fuese cachorro.

Otro tema importante y terrible es el caso de los animales que han sido golpeados, que denotan inexpresividad en su mirada, están a la defensiva, abatidos y desconfiados ante la presencia de un ser humano. 

De todas maneras no debemos alarmarnos si nuestro perro un día no se encuentra muy activo… habrá que observarlo y si con el correr de los días presenta alguno de los síntomas mencionados, acudir al veterinario para que lo revise.

Recordemos que no siempre es necesario medicarlos y que el diván es un invento humano… ¡el mejor tratamiento para ellos es contar con nuestra compañía, nuestra atención y una buena dosis de mimos!

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