Las tortugas marinas constituyen un antiguo grupo de
animales que se adaptó a la
vida en el mar hace más de 100 millones de años. Increíblemente, parece ser que
su fama y características de vida han variado muy poco desde entonces,
convirtiéndose en verdaderos recuerdos de los tiempos de los dinosaurios.
La vida en el medio acuático ha influenciado la evolución de las tortugas
marinas, por lo que han desarrollado grandes adaptaciones para desenvolverse en
el medio donde viven.
Por ejemplo, han transformado sus patas en aletas, para convertirse en potentes
nadadores. Las aletas delanteras las utilizan para impulsarse, mientras que las
traseras les sirven como timón para maniobrar dentro del agua.
Además, sus caparazones se han aplanado y sus cuerpos se han vuelto más livianos
para no ofrecer tanta resistencia al agua. También se han adaptado
fisiológicamente al mar.
Así, aunque respiran aire en la superficie del
mar, han
desarrollado complicados mecanismos para poder mantenerse sumergidas por largos
períodos de tiempo en grandes profundidades.
Como todos los reptiles, las tortugas marinas son ovíparas, es decir, se
reproducen por huevos. Aunque pasan toda su vida en el agua, las hembras deben
volver a la tierra para depositar sus huevos.
El nido consiste en un agujero en la arena, cavado por la madre, y donde quedan
depositados entre 50 y 200 huevos, blancos y redondos. Luego de tapar el nido,
las tortugas se dirigen al mar de nuevo.
Una madre puede anidar varias veces
durante un solo período de desove. Dos meses luego de nacer, las tortuguitas se
dirigen directamente al mar. Aún se desconoce con certeza el mecanismo utilizado
por las recién nacidas para guiarse hacia el agua. Tanto en el trayecto desde el
nido hasta el agua, como dentro del agua, una gran parte de las recién nacidas
son devoradas por sus depredadores.
Las tortugas marinas no se comercializan como
mascotas, pero existen variedades
de la especie acuática, tales como las japonesas, que pueden adecuarse a la vida
en cautiverio,
en tortugueros pequeños, redondos y ovalados, que generalmente pueden albergar
dos o tres tortugas.
Es importante colocarles un poco de grava, agua y un
acondicionador para eliminar el cloro, además de un calcio de tortuga para
evitar que su concha se ablande.
Para quienes prefieren que las tortugas acuáticas tengan un hábitat más grande,
se pueden utilizar peceras de vidrio de 5 a 20 litros de agua, que se
acondicionan con maderas y grava, de forma tal que las tortugas puedan salir a
la superficie.
A este tipo de Tortuguero es conveniente instalarle un filtro
interno que ayude a mantener el agua limpia y evite su recambio frecuente.
Dado
que ninguna tortuga de agua común es totalmente acuática, es fundamental que
cuenten con una salida a la superficie.
No necesitan grandes cantidades de agua
para vivir, aunque tampoco deben estar en ambientes totalmente secos durante
períodos de tiempo muy largos.
Las tortugas acuáticas usan su comida de forma poco eficiente y producen heces
continuamente, por lo cual su espacio debe limpiarse por lo menos una vez al
día.
En un tortuguero pequeño, habrá que cambiar el agua diariamente para evitar
malos olores. En el caso de un Tortuguero más amplio con algún tipo de filtro,
este mecanismo se encargará de renovar el agua y eliminar los olores
desagradables.
Es importante no mantener tortugas y peces en un mismo ámbito ya que sus
necesidades son muy diferentes: las tortugas utilizan el nivel de agua más bajo
que los peces, requieren salida a la superficie, defecan mucho y ensucian el
agua mucho más, lo cual significa una condición inadmisible para los peces, por
ello es importante no colocarlos juntos en una pecera.
¿Quieres conocer a
tu perro? Inscríbete ahora en nuestro curso
gratis, haciendo clic aquí.