A MANERA DE ACLARACION ESPECIAL
Con
relación a los dos comentarios poco halagüeños aparecidos en este portal,
in-fine de mi artículo “Medicina cuántica: el arte de curar vs. el arte
de currar”, se impone aclarar a las lectoras Casiopea y Noe_uy,
que la responsabilidad profesional de un periodista es la de informar y no
interponer denuncias ante la Justicia.
Quienes sí pueden hacerlo son
aquellos que se consideren zaheridos por nuestros dichos antojadizos y falaces.
Claro, nuestra defensa exigiría la presentación de pruebas documentales
incontrovertibles de que la medicina que ejercen es absolutamente válida (copias
de historias clínicas, listas de pacientes, etc.).
Asimismo, se les podría
requerir datos técnicos sobre la aparatología que utilizan y sus alcances
científicos. Es dable destacar que la Academia Nacional de Medicina no
considera a la “medicina cuántica” como una especialidad más de la
histología (puede consultarse su página Web), como tampoco se reconocen
los métodos para curar el empacho, el mal de ojo y la culebrilla.
La nota que
sigue le podrá aclarar un poco más sobre la cuestión a quienes objetaron mi
trabajo. En especial para que reviertan mi presunta ignorancia, rigidez en el
pensamiento y prejuicio. Para mejor ilustrar en la materia, se impone hacer
saber que el lunes 17 de julio Clarín. Com concretó una encuesta muy
reveladora, la que publicó en su edición gráfica del martes 18 (página 28).
Formuló el siguiente interrogante: “Ante un problema de salud, ¿qué
tipo de terapia suele utilizar?” Sobre 21.110 personas, el 74,6% declaró
que por la Medicina Tradicional; el 5,1 por la Medicina Alternativa, y el 20,3
por ambas modalidades.
Y como está fehacientemente probado, la Medicina
Cuántica no es considerada como tradicional. Por lo expuesto, señoras
Casiopea y Noe_uy, tengan presente lo que dijo el filósofo: la
inteligencia tiene límites, lo que no tiene límites es la credulidad”.
J. I. G.
INTRODUCCIÓN
Siempre
se ha sostenido que el periodismo es el vehículo sanguíneo del cuerpo social de
un país. No solo brinda la posibilidad de acercamiento entre los hombres, sino
que también permite ubicar al ser humano frente a un mundo en constante
evolución.
En su práctica no debe existir eso que se denomina estilo bueno,
regular o malo, sino procurar que lo que se escriba cumpla su función
informativa y docente. Y docencia es lo que con humildad y morigerado
talento trato de hacer al poner en evidencia a quienes – aun con títulos
universitarios – pretenden hacer de la medicina un miserable y redituable
negocio incorporándole especialidades absurdas no reconocidas por las
distintas colegiaturas profesionales.
Alrededor
del Siglo 400 a. C., el médico griego Hipócrates eliminó la superstición, e
introdujo en la sociedad una casi ciencia e ideales éticos sólidamente
fundamentados. Lamentablemente después de la caída del Imperio Romano esos
conocimientos cayeron en el olvido.
Tanto que al prevalecer nuevamente los actos
de taumaturgia, la salud pública, a la que los romanos atribuían extrema
importancia, fue completamente abandonada en la Edad Media. El progreso se había
bloqueado por un muro de supersticiones.
Sin embargo, como el de Berlín, ese
muro fue derribado y la medicina evolucionó a pasos agigantados y de manera
equilibrada de la mano del anatomista Andrés Vesalio, y los médicos
William Harvey y Edward Jenner, entre muchos otros.
Y no se habría logrado
avanzar sin el aporte científico de investigadores altruistas como Pasteur,
Fleming, Domagk, Salk y Sabin… No puedo dejar de mencionar a quien
brindó todo su talento quirúrgico para beneficio de los argentinos y de la
humanidad: René Favaloro, a quien conocí en 1971, cuando me desempeñaba
en el Ministerio de Bienestar Social.
Y como no
podía ser de otra manera, aparecieron los oportunistas, quienes a pesar de haber
obtenido – me pregunto de qué manera – un título que los acredita como médicos,
su mediocridad como tal los llevó a concebir metodologías absurdas de curación
que a la larga resultan una grosera estafa económica y moral; un accionar al que
me atrevo a calificar como facineroso.
Tal el caso del ciudadano indio
Deepak Chopra, un logrero como todos sus seguidores, y a quien se le
atribuye haber inventado la denominada Medicina Cuántica, a la
cual se pretende difundir como una evolución de la histología y que se está
expandiendo peligrosa y mortalmente como la peste negra.
Pero hoy
me referiré a un profesional español que practica una terapia curativa mediante
el sistema cuántico para curar la diabetes. Su trabajo, que ya se
practicaría en Buenos Aires, ha salido de una mente febril, obscurecida y
sumamente resbaladiza.
Veamos. Se trata del doctor Manuel
Arrieta, de nacionalidad española. Como especialista y formador
de futuros charlatanes para ejercer la absurda “Medicina Cuántica”,
reside y opera en la ciudad de Barcelona, aunque sus creaciones terapéuticas
han llegado a nuestro país donde se las pone en práctica en centros
habilitados en la materia. ¿Con qué resultados?… Solo Dios lo sabe.
Según este profesional del camelo,
“la medicina cuántica
no es una terapia, es un nuevo enfoque de la medicina
que va más allá de la molécula, por lo que se considera a la energía como la
base del ser humano”.
Sostiene sin hesitar que esta novel (y absurda, digo yo) rama de la medicina
“trata al ser humano en su globalidad; como individuo, pareja, miembro de una
familia y una sociedad, y cada una de estas facetas desde cuatro puntos de
vista: conciencia, mente, emoción y físico”.
En lo que hace a cómo debe ser un buen
profesional en esta materia, el galeno exaltado del Barsa sostiene que
“se
debe ser médico y con cursos de formación sobre medicina cuántica (mínimo un año
de especialización)”.
Sin embargo omite aclarar en qué Facultad de Medicina – ya sea de España
u otros países europeos – se dictan esos cursos de postgrado. No sería de
extrañar que los diplomas hayan salido de la Argentina, donde se suscribieron
credenciales fraudulentas que acreditaban distintas profesiones.
Sobre la aplicación práctica de este
inefable método curativo, el matasanos afirma que “sirve para
cualquier tipo de trastorno, pero principalmente para las enfermedades
degenerativas crónicas (diabetes, artritis, lupus…) y para las que afectan al
sistema nervioso y la conducta (depresión, angustia, ansiedad, pérdida de
memoria…)”.
Y en lo que hace a la duración de los tratamientos y a su costo, no duda en
afirmar que “el tiempo de atención a los pacientes es según la gravedad de
cada caso. Si es una enfermedad genética – aclara -, por su
biorritmo propio de renovación celular, el tratamiento puede durar hasta ¡siete
años!”.
Ustedes se preguntarán por el costo
de estos tratamientos. Pues digamos – según lo corroboró el propio
médico-mercader – cada sesión se cotiza entre 54 y 72 euros.
Ahora me impongo la obligación de
dar a conocer uno de los trabajitos del Dr. Arrieta,
especialista plenipotenciario
en medicina cuántica para
la cura de la diabetes, y que excluye aquello sobre la poca
inteligencia que se les atribuía a los españoles en los “cuentos gallegos”.
En este caso se trata más bien de un “cuento de terror” por las
implicancias funestas que puedan tener este tipo de tratamientos, en esta y
otras afecciones.
Lo que sigue es el resumen de una
Historia Clínica que redactó doña Clara de Sales, perteneciente al
staff de la clínica barcelonesa donde engrupe el Dr. Curreta…,
perdón, el Dr. Arrieta. ¡Ah!, olvidaba mencionar que este
profesional de la charlatanería logró parir un tratado que llamó
“El Gran Libro de la Gemoterapia” y que el público peninsular conoció a
través de la Editorial Vedra.
Se promueve su difusión justificando que la
experiencia profesional de don Manolo logró que esta obra sea una
completa y útil herramienta para la actividad terapéutica. ¡Cosas vederes
Sancho que no crederes!
HISTORIA CLINICA –
DIABETES
“La paciente, llamada Isabel,
de 48 años, acudió al Dr.
Arrieta porque debido a una
diabetes,
que no había podido controlar con la alimentación, es insulinodependiente
desde hace seis meses y eso le ha provocado una profunda
depresión.
Tiene antecedentes familiares de diabetes, por parte materna y paterna. Se
encuentra muy cansada, le duelen las piernas, y ha perdido agudeza visual y
memoria. Se resfría con frecuencia y ha padecido varias infecciones vaginales.
Las heridas le cuestan de cicatrizar y tiene una úlcera incipiente en el tobillo
a raíz de un golpe. Tiene más hambre y sed de lo habitual y orina con
frecuencia. A todo esto se unen crisis reiteradas de llanto,
insomnio, apatía
generalizada y cierto abandono en sus cuidados personales.
MEDICION
ENERGETICA
“Después de realizar y revisar su
historial clínico, el Dr. Arrieta le practicó a Isabel una
organometría
funcional
electrónica,
con la cual midió la energía de cada uno de sus órganos. Esto indicó con
exactitud qué partes del cuerpo de la paciente están dañadas, permitiendo
concretar el tipo de pruebas (análisis, rayos x, resonancias magnéticas,
tomografías, etc.) necesarias para completar el diagnóstico.
EVALUACIÓN PSICOLOGICA
“Para la medicina cuántica,
el 100% de las enfermedades tiene un componente
psicosomático.
Por eso el Dr. Arrieta evaluó también el estado emocional y mental de
Isabel para detectar posibles núcleos de neurosis (traumas psicológicos) que
incidan directamente en su salud. Este proceso es fundamental para completar el
diagnóstico y asegurar el resultado del tratamiento.
CAMBIO DE
HABITOS
“El
tratamiento consta de tres partes diferenciadas. La primera consiste en
modificar los hábitos nocivos por hábitos saludables y se concreta en:
–
Dieta personalizada:
Isabel tendrá que mantener
una alimentación que propicie el reposo del páncreas.
–
Ejercicios respiratorios:
A través del oxígeno se intenta revitalizar el organismo y tomar conciencia del
propio cuerpo.
–
Programa de
acondicionamiento físico:
sesiones de yoga y, cuando
el tiempo lo permita, natación en el mar dirigida a cicatrizar su úlcera.
–
Técnicas antiestrés:
cuatro sesiones de
relajación con cantos gregorianos, meditación y una vez a la semana realizar
alguna actividad artística que despierte la creatividad.
–
Contacto con la naturaleza:
Tener flores frescas en casa
y, como mínimo, una
vez al mes pasear por el bosque o por un parque con vegetación.
“La
segunda parte del tratamiento consiste en recetar a Isabel
medicamentos
dirigidos a modificar la química de su cuerpo. Tanto de tipo tradicional
(alopáticos) como homeopáticos, flores de Bach, plantas medicinales y
oligoelementos.
CRISTALOTERAPIA CON CUARZO ROSA
“El objetivo de la tercera y
última
parte del
tratamiento es aportar bioenergía, incrementar la síntesis de endorfinas
(hormonas de la felicidad) y reducir la carga psicosomática. Para eso la
paciente deberá sostener un cristal de cuarzo rosa, media hora en cada mano,
seis veces por semana durante un mes sí y un mes no, hasta estabilizar el azúcar
en la sangre”.
Lo que acaban de leer,
estimados amigos, es increíble… pero real. Está publicado en España y
difundido al mundo a través de la revista virtual “CUERPO MENTE”, desde
la cual se promueve la práctica de esta funesta hechicería médica. Y que ya
tiene sus adeptos en la Argentina.
Parece un chiste, pero no lo es. Me
resulta triste ser testigo de cómo se puede jugar con la salud de la gente de
una manera tan desaprensiva y que las autoridades españolas y argentinas lo
permitan. Porque en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desarrollan sus actividad
Centros cuánticos sobre los que hablé en su momento.
Me aventuro a afirmar que
la pasividad de los organismos de Estado, responsables del control de la salud
pública en todas sus instancias, tiende a alentar esta práctica insensata con su
desaprensivo inaccionar.
En lo que hace a la pobre
Isabel, desconozco si sigue con vida. Eso lo podrá deducir algún especialista
en diabetes. Lo que no deja de sorprenderme fue cómo le
trastrocaron su estilo de vida, hasta el punto hacerle abandonar su necesaria
insulina.
Y mi aprensión es lo que pueda acontecer con los tratamientos que
se estarían realizando en la Argentina, que generan un gravísimo riesgo para la
salud de quienes padecen de diabetes y requieren insulina periódicamente, les
guste o no.
Del resumen de la Historia
Clínica de Isabel surgen algunos interrogantes y comentarios:
a)
¿Mediante qué tecnología se concreta una
organometría
funcional
electrónica?
He realizado algunas consultas y no he podido sacar nada en limpio. Los
profesionales a los que acudí desconocen esta metodología para determinar (digo
yo) el funcionamiento de riñones, hígado, vesícula, corazón, bazo, páncreas,
pulmones, estómago, ovarios y testículos;
b) ¿Además de médico clínico,
el Dr. Arrieta tiene la capacidad suficiente como para evaluar
psicológicamente a su paciente; una valoración que a los versados le demandaría
mucho, mucho tiempo?
c) ¿De qué manera la cristaloterapia puede
ser eficaz (una piedrita en cada mano, e intuyo que en posición yoga) para
estabilizar la sangre y morigerar los efectos de la diabetes? Me resulta otra
grosera chantada similar al poder que se le atribuyó a las pirámides. Pero en
este caso, es algo sencillamente canallesco… y mortal.
d) Se le
aconsejó a doña Isabel nadar en el mar para cicatrizar su úlcera. En
Barcelona tiene el Mediterráneo a sus pies, ¿pero qué pasa con aquellos
ulcerosos que viven en Madrid, por ejemplo?
e) Se le sugirió a doña
Isabel llenar de flores su hogar, retozar por la campiña y apelar a la flora
de Bach. Estoy persuadido que si sigue al pie de la letras este
tratamiento lo único que logrará será ver crecer las margaritas… pero
desde sus raíces.
f) ¿Alguien
logrará deducir y explicarme adónde puede ser conducido un diabético con alguna
de las cosas que se prescriben en los cinco ítems del llamado “Cambio
de Hábito”?
Parafraseando a Mateo
apóstol: “Bienaventurados los que caen en manos de médicos como el Dr.
Arrieta, porque ellos verán a Dios antes de tiempo”.