¿Adiós a las jeringas?

Un nuevo método promete salvar muchas vidas en situaciones de emergencia

En situaciones de emergencia, los médicos a menudo enfrentan situaciones críticas, con pacientes severamente lastimados. Algunas veces, para empeorar las cosas, se ven impedidos de administrar los fluidos intravenosos vitales y necesarios para preservar la vida del paciente. 

En situaciones donde las venas colapsan o cuando la presión sanguínea es baja, como consecuencia, por ejemplo, de un ataque cardíaco o de un estado de conciencia, las venas se contraen y son difíciles de encontrar.  

Sin embargo, la novedad llega desde Israel. Científicos israelíes desarrollaron un nuevo método, la pistola de inyección ósea, que permite a los médicos evitar las venas y penetrar en la tibia en cuestión de segundos, y así poder inyectar distintas soluciones y medicamentos. 

La pistola de inyección ósea, o BIG (del ingles, Bone Injection Gun), es el primer instrumento automático de infusiones intra-óseas, y fue inventado por el cirujano ortopedista Marc Waisman, quien describió el aparato simplemente como un tubo con un gatillo. 

No obstante, este “simple tubo con gatillo” está salvando vidas en todo el mundo. El novedoso invento es también utilizado en los hospitales, servicios de emergencias médicas y departamentos de bomberos de varios países. 

Diversos estudios médicos han probado que la tasa de supervivencia de los heridos de gravedad, a menudo, depende de la inmediata administración de fluidos para estabilizar el estado de choque.

Y cuando los segundos cuentan, las demoras y dificultades a la hora de realizar un tratamiento por vía intravenosa pueden ser fatales.

Por eso, cuando la aplicación de la inyección intravenosa se ve dificultada o impedida, la utilización de la pistola de inyección ósea ofrece un acceso intravascular rápido, fácil y seguro a través de la médula espinal. 

El método intra-óseo 

El método intra-óseo fue descubierto en el año 1922 y tuvo un período de mucha implementación hasta la década del 40, cuando poco a poco fue desplazado por el auge de los catéteres y las agujas polímeros intravenosos.  

Pero, como ya se ha señalado, el problema con el método intravenoso es hallar las venas. Y un riesgo mucho más grave es la posibilidad de infección como consecuencia de la inyección. 

En cuanto al funcionamiento, el método intra-óseo trabaja de la misma manera que el intravenoso, pero lo hace de manera directa al hueso (en lugar de las venas).

Cuando se usa la inyección intravenosa, existe la posibilidad de que la presión sanguínea se caiga y, por lo tanto, la vena puede entrar en colapso.

Sin embargo, cuando la inyección se efectúa directamente dentro de la cavidad del hueso, sube la presión interna, y el fluido y la medicación son distribuidos en el torrente sanguíneo.

En otro orden de cosas, las aplicaciones intravenosas pueden ser causa de infección en el 4% de los casos y pueden resultar inefectivas en un 10% de las oportunidades, forzando a los médicos a cambiar hacia una arteria principal.

Además, este proceso lleva, como mínimo, unos seis minutos; tiempo vital cuando un paciente se encuentra en peligro real de muerte. 

Los paramédicos en general, coinciden en que la pistola de inyección ósea representa un gran avance sobre otras alternativas cuando la aplicación intravenosa no puede ser insertada en una vena.

La gran diferencia está en el tiempo de acción. En sólo segundos, con el método intra-óseo las drogas se esparcen en el sistema circulatorio del herido. 

La recomendación de la AHA 

La AHA, American Heart Association (Sociedad Americana de Cardiología), recomendó el uso de la técnica intra-ósea en pacientes pediátricos (que suelen tener venas pequeñas y difíciles de encontrar) como una alternativa al método intravenoso, sugiriendo que después de 90 segundos de intentos fallidos de aplicación intravenosa, se debe implementar el procedimiento intra-óseo. 

La estadística señala que los paramédicos que antes llevaban a cabo un procedimiento intra-óseo por año, hoy lo hacen entre 15 y 20 veces. Y se prevé que el número continúe creciendo en los próximos años. 

En un principio, el adminículo fue diseñado con forma de pistola, pero esto producía connotaciones psicológicas problemáticas. Así que se lo rediseñó con forma de jeringa.

En definitiva, el aparato se sigue llamando pistola de inyección ósea en honor a su diseño original, y para explicar su accionar rápido y automatizado. Sin embargo, no es más que un tubo con un gatillo. 

Aparte del probado éxito en las emergencias médicas, el segmento de la medicina veterinaria parece ofrecer un buen campo de explotación, ya que el encontrar las venas de los animales, a veces, resulta complicado.    

Otra posible expansión es el mercado de las anestesias locales para cirugías de miembros, cuando se necesita la acción inmediata de un anestésico en procedimientos de emergencia o si la condición o la ubicación del paciente hacen imposible la aplicación intravenosa. 

Pero su uso primario seguirá siendo, sin dudas, el actual. El procedimiento intra-óseo de emergencia es hoy utilizado en 18 países.

Tanto para ciudadanos comunes como para soldados, la pistola de inyección ósea proporciona una solución rápida, fácil y segura para aquellos pacientes a los que, por cualquier motivo, no se le puede aplicar una inyección intravenosa. 

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