Lejos de jugar un rol activo como
pacientes que necesitan comunicar una dolencia o trastorno, muchas personas ven
a los médicos como dioses casi omnipotentes, capaces de hacer todo y de curar
de todo, sin necesidad de consultarlo.
Pero lamentablemente, esta gente se olvida
que los médicos son también mortales, con sus aciertos y errores. Ellos
necesitan cierta información que sólo usted puede darle, pues le sería
imposible obtenerla por medio de análisis de sangre, radiografías, o tests
psicológicos. De esta forma, en pos de que un médico pueda ayudarle, será muy
necesaria, e incluso imprescindible, una buena comunicación.
En busca de una Interacción
Para que su medico sea capaz de entender
el problema, es necesario explicarle efectivamente el dolor, síntoma, o aflicción,
así como entender lo que le médico dice, y exponer todas las dudas que le
surjan, sin temor a pasar vergüenza. Un médico tiene años de instrucción y
conocimiento, pero si su paciente no puede comunicarle efectivamente su
dolencia, el profesional podría no darle la ayuda que él necesita. Por eso, es
necesario aprender qué se debe hacer al tener una consulta con el médico.
Ser capaz de explicar la razón de su
visita, es la cuestión más importante si lo que desea es ayudar al médico a
ayudarle. Por supuesto, usted no se siente bien. Eso queda claro, pero, sin
embargo, diciéndole al médico simplemente que se encuentra enfermo o dolorido,
no será suficiente. De hecho, los médicos necesitan que sus pacientes sean muy
claros acerca del dolor, molestia, herida, o cualquier síntoma que los haya
llevado a consultarlo.
Si, por ejemplo, tiene un dolor de estómago,
sería muy útil ser capaz de decir algo más que “tengo un dolor en el estómago”.
Sepa cómo describir ese dolor, que tal vez no sea tal. ¿Siente el dolor como
si tuviera un trastorno estomacal o más bien como un dolor muscular? ¿Se
siente como una puntada, un retortijón, o más bien le hace sentir náuseas?
Si cree que lo que tiene es un resfrío,
debería ser igualmente capaz de describirlo en detalle. ¿Se siente débil? ¿Mareado?
¿Le parece que tiene fiebre? ¿Su moco está flojo o normal? ¿Ha visto
cualquier secreción y/o sangre en su orina, excrementos, o en la expectoración
(los líquidos que puede haber tosido)? En términos de dolor, debería ser
capaz de decir donde se ubica el dolor original, si se mueve y cómo se mueve,
si late o si es más bien constante, e incluso si es continuo o si solo sucede
en ciertos momentos.
La importancia de la
pregunta
Además de ser capaz de explicar
cabalmente su problema, sería también muy apropiado que entienda cómo hacer
las preguntas. Es probable que el médico utilice una terminología que usted
puede no entender. Cuándo describe lo que pasa en su cuerpo, el médico puede
hablar rápido, o no darle bastantes detalles para que lo pueda entender
completamente porque, por supuesto, usted no es médico.
Pero no hay nada de malo con hacer
preguntas. De hecho, para la mayoría de los médicos, las preguntas son
bienvenidas, pues no sólo los ayuda a entender mejor su problema, sino que
también les hacen saber que sus pacientes los escuchan, entienden, y se
comunican realmente con ellos, lo cual es muy apropiado para cuando los enfermos
abandonen el consultorio. Si son buenos médicos, tendrán la sensación de que
realmente ayudan a sus pacientes de forma completa cuando también pueden
evacuar sus dudas, pues así lograrán tranquilizarlos, y además, de este modo,
ellos tendrán también una mejor comprensión del asunto. Pregunte cualquier
duda que tenga, pero especialmente con consultas específicas acerca de lo que
no entiende, antes que sobre cuestiones demasiado generales.
Después que usted y su médico hayan
hablado y el profesional haya hecho todas las pruebas y revisado su historia clínica,
usted recibirá un plan de tratamiento. Esto puede consistir en una medicina, múltiples
medicinas, una cirugía, una consulta con otro médico, una terapia física, una
terapia psicológica, una terapia psiquiátrica, o cualquier otro tipo de solución.
Frente a la prescripción
Más allá del tratamiento, esté seguro
de entenderlo bien para saber cómo seguir sus instrucciones. Cerciórese que
entiende cómo tomar alguna medicina prescrita. Entienda los detalles de
cualquier cambio en su dieta alimenticia que el profesional le pueda prescribir.
Si el médico le limita una cierta actividad, entienda bien los detalles de esas
limitaciones y las consecuencias de no hacer caso de las mismas. Todo esto tiene
que ver con entender el tratamiento general, para que pueda ser un socio activo
en su curación.
Los médicos son tanto curadores como
asistentes. Ellos quieren curarlo, pero también hablar con usted, para saber
como seguir adelante. No tenga miedo del médico y no tome cada cosa que le dice
como si fuera palabra divina. Si algo no le suena ni le sienta bien, hágaselo
saber y explíquele por qué se siente de esa manera. La causa de esto podría
ser justamente que exista una mala comunicación entre usted y el médico, pero
expresando sus dudas podrá remediar esto. Recuerde que el médico no es una
excelsa figura de autoridad para que se sienta intimidado por ella. Un médico
es un asistente que, junto a usted, tratará de encontrar la solución. Y una
vez que aprenda cómo trabajar junto a él, podrá comenzar a transitar
realmente el camino de la curación.