El Tantra y la energía masculina

El primer paso para controlar la eyaculación precoz con ayuda del Tantra

Orgasmo interno 

En
general, casi nadie logra detener un comportamiento que desea detener. Esto
suena a que es una lucha inútil, pero ahora ampliaremos.

Lo
que queremos decir es que poca gente tiene éxito cuando lo que se plantea a sí
mismo es “voy a dejar de hacer esto”. La forma de tener éxito en el cambio de
una conducta es lo podríamos denominar de “pensamiento positivo”, por nombrarlo
de alguna forma. 

O sea, cambiar la negatividad del “no quiero hacer esto” por
el “quiero lograr esto otro”, superar el no querer eyacular precozmente por el
querer lograr otra cosa que es mejor, que podemos denominar orgasmo interno.

El
orgasmo interno es la facultad de llegar a un orgasmo sin por eso despedir
semen de forma indiscriminada en el momento del clímax. Es poder reemplazar
esto con la facultad de llegar al momento de placer y al orgasmo sin producir
una eyaculación no deseada. Y con la ayuda de estos ejercicios, es algo que se
puede lograr.

El
control de la eyaculación es una técnica que nos permitirá lograr este
reemplazo de algo bueno con algo que, realmente (y se van a dar cuenta cuando
lo prueben) es mucho mejor.

Todos
estamos familiarizados con el orgasmo común, con el que va acompañado con la
expulsión del semen en forma explosiva en el momento del mayor clímax,
acompañado de unos movimientos musculares, unas contracciones en el miembro masculino
que son muy placenteras.

Estos
movimientos duran apenas unos diez segundos, no mucho más ni mucho menos, pero
todos sabemos lo placenteros que estos pocos segundos pueden llegar a ser. ¿No
sería, entonces, más que deseable que pudiésemos repetir estos diez segundos
varias veces, antes de que la eyaculación termine definitivamente con nuestra
diversión?

Bien,
si la respuesta a esta ultima pregunta es, como seguramente debe haber sido, un
sí, hay buenas noticias. Si bien estos movimientos musculares son totalmente
involuntarios, podemos controlarlos a voluntad. 

¿Contradictorio? 
Puede
parecerlo, pero no lo es. Lo que queremos decir es que seremos capaces de
controlar el momento en que estos movimientos se producen, no a los movimientos
propiamente dichos. Seremos capaces de, a través de nuestro poder de voluntad,
de nuestra fuerza interna, conseguir el placer sin tener que sufrir la humedad. 

El uso de la energía 

Las
razones por las que podemos desear producir este cambio en la forma en que
hacemos el amor, lo vital para poder lograrlo es la energía, la raíz de las
posibilidades de producir un cambio real.

En
este caso, y como se utiliza siempre en el Tantra, cuando hablamos de energía
nos referimos a la estimulación nerviosa y la excitación física que se siente
como una corriente eléctrica o como un campo magnético que corre libremente a
través de nuestro cuerpo.

El
Tantra tiene como su principal idea filosófica es encontrar la forma de tomar
esta energía, aprender a invocarla cuando lo deseemos y manejarla y ponerla en
circulación de la forma en que necesitemos.

Si
lo que estamos buscando es controlar nuestra eyaculación y lograr el orgasmo en
repetidas ocasiones, ¿por qué necesitamos aprender a manejar la energía? ¿Cuál
es la relación?

Bien,
la relación es bastante clara cuando la examinamos un poco: si no podemos
llevar nuestra energía a donde lo deseamos, durante el acto sexual esta se
almacena en el miembro masculino. Y desde allí, lamentablemente, solo hay un
lugar al que este poder se puede dirigir: hacia fuera. 

O mejor dicho, este es
el lugar más simple al que se la puede dirigir, y que siempre viene acompañado
con una explosión de semen.

Pero
hay otra posibilidad, más complicada pero que también es mucho más placentera,
limpia y que nos permite mayores posibilidades de continuar con el acto sexual
a continuación. Esta posibilidad es la de dispersar esta energía a través de
todo nuestro cuerpo, lo cual hará que nos sintamos bien como un todo, sin la
eyaculación.

La
que se busca en el control de la eyaculación que estamos planteando en este
articulo es no solo entender la separación, sino ser capaces de realmente
separar el orgasmo de la eyaculación, haciendo justamente lo que decíamos en el
párrafo anterior: repartir la energía que se produce en el acto sexual por todo
nuestro cuerpo como unidad.

Una
vez que aprendemos las técnicas, lo que podremos hacer es eliminar las primeras
contracciones que se producen durante el orgasmo, que son las contracciones que
inician la expulsión del semen. O sea, son las que ponen en movimiento la
eyaculación. 

Si logramos evitarlos, podremos evitar la eyaculación sin evitar
el orgasmo. En cambio, pondremos nuevamente la energía del orgasmo en
circulación dentro de nuestro organismo, llevándola hacia adentro en lugar de
expulsarla tontamente, logrando un orgasmo interno.

Además,
la energía que utilizamos de esta forma se mantiene en nosotros, con lo cual
con cada nuevo orgasmo aumenta más y más, creciendo en intensidad y poder,
siendo cada vez más y siendo, por lo tanto, cada vez más placentero. Estos
espasmos tan placenteros generan una ráfaga de energía que utilizaremos en
nuestro favor para lograr más placer.

Las
mejores noticias de todas son que, cuando se tiene un orgasmo interno, el nivel
de excitación se reduce ampliamente. Pero, por otro lado, también uno se vuelve
menos sensible. Por lo tanto, se puede frotar vigorosamente el miembro,
mientras que la excitación, lentamente, se va reconstruyendo, vuelve a elevar
su nivel, hasta llegar al nivel alto nuevamente.

Y, como
la energía esta en circulación nuevamente en el cuerpo, mientras se vuelve a la
excitación, las capacidades amatorias y la resistencia durante el acto sexual
se incrementa en forma mucho más que notoria. Se podría decir que, repitiendo
este proceso una y otra vez, la resistencia se vuelve prácticamente infinita.

Continúa
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