¿Las emociones reprimidas alejan al amor?

Tabúes, represiones y el maltrato del placer que arruinan nuestras vidas

Los movimientos
fluyen hacia la unión, desean fundirse, correr hacia algo nuevo. Tus manos y las
mías desean tocarse. Mareas de pasiones infinitas, se desvían de su origen.

 

Circulan
naturalmente sin ninguna distancia. La actividad no se detiene, nuestra sangre
corre sin cesar, se desplaza de tu alma a mi espíritu, mientras nos amamos.


Tabúes y represiones


La fuerza vital
está regida por los instintos más primarios del ser humano y se relaciona
directamente con las necesidades sexuales de cualquier individuo.


En toda
represión sexual encontramos desde los simples placeres del juego erótico hasta
los deseos libidinosos más profundos e insatisfechos.


El erotismo es
rechazado y negado por muchas personas. Las causas pueden ser varias, en la
mayoría de los casos se trata de tabúes milenarios sobre la sexualidad, que se
repiten de generación en generación.


Cuando el ser
humano sufre esta represión, su energía vital se bloquea y con esta obstrucción,
la fuerza creativa de la vida y su poder unificador disminuye, afectando la
salud tanto psíquica como física.


Muchas personas
reprimen y desconocen sus emociones porque sienten, por diferentes
condicionamientos sociales o culturales, una culpabilidad falsa que lo único que
provoca es la imposibilidad de conocerse a sí mismo.


Tanto el temor como la culpabilidad sobre las emociones propias pueden ser
eliminadas. Una vez que la persona se da cuenta que ninguna emoción está sujeta
totalmente al plano consciente, se le puede dar luz a estos sentimientos
abandonados en lo prohibido y oculto de la mente.

 

No hay que
temerle a las emociones irracionales, simplemente hay que conocerlas y darle
libertad en el pensamiento, sin juzgarlas ni prohibirlas, por lo menos por uno
mismo.

 


Cuando los
placeres son maltratados


Las emociones prohibidas y rechazadas se vuelven un boomerang negativo contra
las personas. El maltrato psicológico, entonces, comienza a configurarse cuando
el sujeto manifiesta todo ese castigo que se impone a sí mismo, bloqueando su
energía emocional.

 

En cambio,
cuando éstas sensaciones negativas se proyectan sin tener total conciencia, se
puede atacar a otras personas. Hay características cotidianas que pueden mostrar
la manera en que éstos mecanismos se disparan.

Al principio pueden parecer inocentes, pero no lo son; la intolerancia bajo un
cierto sarcasmo o el señalamiento exagerado de un defecto a otro, un chiste
excesivamente agresivo o la impaciencia sin motivo con la pareja.


Estos pequeños
detalles son maltratos que a veces realizamos en nuestras relaciones y que se
convierten en un círculo vicioso, no tienen otro fin que la destrucción del
vínculo.




El retorno al corazón


Sólo el amor y
la aceptación, sin culpa, del temor a nuestros más profundos, arcaicos y
prohibidos deseos, pueden remediar poco a poco tanto dolor y desamor. Sería
importante que meditemos hasta dónde es el límite, cuándo comenzamos a
perjudicar a las personas que tanto afirmamos que amamos.

Se puede llegar a
dañar una relación y concretar el más tremendo de los castigos: renunciar a ser
amados.


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