podrá ser enjuiciado ni recibir una condena
Los
varones -presos de su anatomía- tienen un funcionamiento sexual
más complicado
que las mujeres, que los hace más proclives a padecer diferentes perturbaciones
en su respuesta sexual.
La
respuesta sexual -en ambos sexos- tiene tres fases: el deseo, la excitación y
el orgasmo.
El deseo es las "ganas de", es un apetito que surge espontáneamente
ante determinados estímulos externos (olfativos, táctiles, gustativos,
visuales o auditivos) y ante determinados estímulos internos como las fantasías
sexuales.
La excitación consiste en el aumento paulatino de la tensión sexual,
acompañada de sensaciones placenteras y de cambios corporales generales y
genitales (taquicardia, respiración entrecortada, enrojecimiento, congestión
y lubricación vaginal, erección de los pezones y del pene, etc.).
El orgasmo es el momento de culminación de las sensaciones placenteras.
Fisiológicamente es un reflejo: en la respuesta sexual masculina, ante un estímulo
adecuado en el polo sensitivo (glande del pene), responde el polo motor
contrayendo los músculos genitales y determinando la eyaculación.
Durante la excitación el líquido
seminal se deposita en la uretra prostática (fase de emisión), al mantener un
estímulo rítmico y sostenido, comienzan a contraerse los músculos
genitales y sobreviene la fase de la eyaculación. Por lo tanto el orgasmo
incluye a la emisión y a la eyaculación.
Esta es la fría fisiología; sin embargo, el que un varón eyacule o no, no
significa necesariamente que haya gozado sexualmente, pues el
orgasmo masculino es más que la eyaculación.
Como sucede también en
las mujeres, la vivencia de satisfacción es decodificada por el cerebro.
Como somos seres humanos, un reflejo mecánico que no incluya reacciones
emocionales reduce al impulso sexual a una mera descarga de tensión.
En este sentido es importante recapacitar acerca del lugar que el varón da a la
vivencia real de placer y dónde ubica la posibilidad de lograrlo. La cultura
enseñó a los varones a remitir su gratificación exclusivamente a los
genitales. De hecho la erección y la eyaculación pueden suceder en escasos
minutos.
Las mujeres tardan más tiempo que los varones para alcanzar una
excitación adecuada que les permita llegar al orgasmo; más allá de las
cuestiones culturales, esta diferencia temporal se basa en diferencias anátomo-fisiológicas.
Es
por ello que la capacidad del varón de mantener su excitación durante un
tiempo prolongado, disfrutando de la sensibilidad de todo su cuerpo, le permite
sostener su propio placer y compartirlo compatibilizándolo con el de su
pareja.
Considerando diversas causas y situaciones particulares en las mujeres con
respecto al orgasmo pueden darse dos posibilidades: alcanzarlo o no.
En
cambio, en los varones se pueden producir una serie de variantes orgásmicas
determinadas por causas orgánicas, emocionales, educativas o vinculares.
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