Para ver cual es el lugar que ocupan las mujeres de esa edad vale la pena revisar los cuentos de hadas más comunes, ya que son los que han influido sobre la mayor parte de nuestra población, por el peso que tienen los cuentos contados en la temprana infancia.
Así nos encontramos con el de Caperucita Roja, que tenía su abuelita de alrededor de 50 años, naturalmente postrada en la cama.
La madrastra de Cenicienta, que aparece sola, sin esposo, luchando con los sentimientos ambivalentes, frente a la
sexualidad de sus hijas.
La bruja de Hansel y Gretel, con suficiente vitalidad, pero al estar aislada, esta vitalidad se transforma en maldad.
Sin considerar los cuentos, en “El país de las sombras largas”, se describe una solución para esas mujeres, que permitiría evitar esta etapa, en los casos excepcionales que no murieran antes, que es su abandono en el hielo, en la noche, para morir congeladas.
Este corto repaso de los cuentos más comunes nos dan una imagen de la preconcepción mítica en nuestra cultura sobre las mujeres climatéricas. Los mitos contienen en forma implícita las identificaciones más habituales de una cultura dada.
Parece ser que una vez terminada la etapa en que la mujer puede procrear, los únicos caminos que le quedan son la soledad, la enfermedad y la espera de la muerte.
No hay lugar en este modelo para la sexualidad ni para cualquier actividad que implique pasión o placer.
Si bien en nuestra sociedad estos modelos están considerados racionalmente como caducos, desde lo emocional y desde el lenguaje popular y cotidiano se sigue respondiendo a los viejos mitos. Esta situación también alcanza a los profesionales, quienes no preguntan sobre la sexualidad de las consultantes ni permiten que surjan preguntas.
Sin embargo el 60% de las mujeres entre 52 y 65 años tienen una vida sexual activa. Este porcentaje aumentaría de no mediar
mitos
y prejuicios, abriéndose al mismo tiempo espacios para el asesoramiento y prevención de la pareja que atraviesa esta etapa de la vida.
Entre la desesperación de Simone de Beauvoir: ”es la pesadilla de tener más de 50 años, el momento ha llegado de decir nunca más”, el optimismo estereotipado y ostentoso de las que descubren por primera vez el orgasmo, el refugio de una Han Suvin frente a la actitud actual, que tiende a presentar el sexo como el fin de la existencia, ésta es la realidad de las mujeres de todos los días: la soledad para 25% de mujeres de más de 50 años, las dificultades y las angustias de las prejubiladas, la desocupación para sus maridos o para ellas mismas.
Si bien la sexualidad a esta edad es una situación posible y gozosa para una mujer, tiene también las complicaciones dadas por la dificultad de encontrar pareja cuando no se la tiene en ese momento.
Juega también en ese sentido el entorno social en que nos manejamos, nuestras propias ideas y prejuicios. Quizá uno de los elementos a tener en cuenta en la menopausia es que muchas veces, los cambios físicos y psíquicos que produce, son mal comprendidos y mistificados.
Todos sabemos que lo desconocido produce ansiedad, no es raro que algunas mujeres sientan que lo peor de la menopausia es que no saben qué esperar ni a quién recurrir en busca de ayuda.
Somos las mujeres las que vamos cambiando paulatinamente los conceptos. Ya no sólo somos madres, también trabajamos, pensamos, creamos. Si no nos define sólo la posibilidad de tener hijos, podemos darle la bienvenida a tiempos distintos pero igualmente ricos.
Esto nos permite también cuidarnos y valorizarnos de manera de minimizar las molestias propias del cambio hormonal que se produce en el cuerpo. La consulta a un profesional especializado puede servirnos para diseñar un tratamiento adecuado a cada una que nos permita un mayor bienestar.
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