Encontrar formas distintas de hacer las mismas cosas
Cuando prestamos plena atención al presente, al cuerpo, a las sensaciones, sin dejar que la mente tenga millones de conversaciones al mismo tiempo, podremos encontrar en cada actividad algo nuevo y diferente cada vez.
Es como el actor que transita una y otra vez la misma obra, siempre con distintos matices. Cada vez es diferente, aunque pasemos por el mismo lugar. . ¿Vieron como los niños ven una película 35 veces sin aburrirse?
Es porque cada vez la ven con ojos asombrados, descubren algo distinto. Y si la conocen, se divierten repitiendo parlamentos o anticipando escenas, desde un espacio de juego y disfrute.
La clave está en recuperar el asombro que teníamos de niños, cuando podíamos divertirnos con un palito y una hoja de árbol. Hoy también podemos, sólo necesitamos disolver las barreras mentales y el mismo surco de aburrimiento.
Si tenemos que lavar los platos (cosa que personalmente no me gusta ni medio, confieso) probemos una lavada de platos meditativa, en la que percibir cómo el agua tibia junto con el jabón va limpiando y dejando reluciente el recipiente que usamos para comer, para alimentarnos.
El sexo es una metáfora de la vida: comemos todos los días, dormimos todos los días, nos bañamos todos los días.
Podemos tomarlo como una bendición (como el hecho de tener un plato de comida y no darlo por sentado), un espacio de intercambio energético, de renovación, de recarga, de placer y amor profundo.
Como vivimos la sexualidad solemos vivir la vida. Busquemos encontrar aquello que despertaba el propio deseo. Que no es necesariamente una persona nueva. Se trata de renovar la energía.
Cada circuito energético, cada ciclo, pasa siempre por las mismas áreas, pero en espiral. Pasamos cada vez por el mismo punto, pero un poco más profundo o ampliado.
El ciclo se repite, pero siempre estamos en un lugar diferente, aunque pasemos aparentemente por el mismo espacio.
A veces es una cuestión de actitud: “me da pereza”. Entonces, podemos “desperezarnos”, estirarnos para respirar, permitir que el aire entre por los poros, la imagen de la persona amada por nuestros ojos, su aroma por nuestra nariz, su textura por nuestra piel, su gusto por nuestra boca.
El estiramiento permite la entrada de nuevo aire, así como una nueva conciencia.