Al enterarse una
persona que tiene un tumor cerebral, el primer sentimiento que lo invade es de
catástrofe, todo se derrumba a su alrededor, el futuro se vuelve negro y su
vida se transforma en una tragedia.
Afortunadamente, en ese
momento aparece el médico, protagonista obligado de la tragedia, que se
transforma en piloto de tormentas.
El médico recibe
muchos años de formación técnica, para ser mas preciso, seis años de
facultad y tres o cuatro de residencia y va adquiriendo con el tiempo la calidez
humana, que le permite efectuar la primera gran tarea con estos pacientes, que
es la contención espiritual y anímica.
Obviamente, la segunda
habilidad es mas difícil de incorporar, no se estudia, tiene que ver con los
sentimientos humanos de la persona. Los médicos somos personas con determinada
personalidad y sentimientos, como el resto de la gente.
Precisamente, este
primer paso es el mas importante, el de la contención. El médico debe
convencer al paciente que en la lucha que deberá emprender con su enfermedad
tiene importantes posibilidades de salir victorioso, sin necesidad de mentir.
Todos los tumores, aún
los peores, pueden combatirse y si bien en muchos de ellos no se logrará la
curación, se podrá detener el avance de la enfermedad a la espera de alguna
herramienta eficaz que logre erradicarlo definitivamente.
Pero primero lo
primero. Se deberá obtener la confianza del paciente, se deberá reforzar su
ego, se reconstruirá su proyecto de vida, se recuperará su autoconfianza y se
lo entrenará como colaborador en esta batalla con un enemigo perfectamente
identificado.
Que cada día, el paciente se despierte pensando que va a derrotar
su enfermedad y que su vida sigue como antes. Lo único que cambia es que ahora
deberá invertir algunas horas de su tiempo en el consultorio de su médico de
cabecera y del siquiatra, en realizar estudios y en soportar cirugía,
quimioterapia o radioterapia.
Como buen piloto de
tormentas, el médico de cabecera contará con una tripulación experimentada y
seleccionada que conformará el equipo médico. El neurocirujano, el clínico,
el oncólogo, el psiquiatra y el kinesiólogo forman este equipo. Cada uno de
ellos cumple un rol fundamental en la lucha contra los tumores.
No debemos olvidar, en
este punto, al protagonista mas importante y que habitualmente pasa
desapercibido: EL INVESTIGADOR.
Lo escribo en mayúsculas porque lo merece. Será
el , en definitiva, quien nos proveerá un día no muy lejano del arma
infalible, que transformará al tumor en una enfermedad derrotada e histórica,
en una pesadilla del pasado.
Todos sabemos de la
existencia de estos héroes anónimos, encerrados en sus laboratorios, viviendo
de los mecenas y de las becas, peleando por la supervivencia de sus centros de
estudio (CONICET, Campomar, Academia Nacional de Medicina etc).
Pero el ser humano es víctima
de sus propias incongruencias. Quizá nada preocupa mas al común de la gente
que una enfermedad de estas características, pero se derrocha mucho mas dinero
en armamentos, deportes, espectáculos y frivolidades varias que en investigación.
A propósito, siempre
me viene a la memoria una fábula, que un investigador de prestigio relató en
un congreso:" Había una vez una joven princesa, muy triste por haber
extraviado dentro de su castillo un camafeo de oro, obsequio de su padre, el
Rey.
El monarca, preocupado por su hija, llamó a sus asesores, que tejieron mil
conjeturas, pero no encontraron la joya extraviada.
Entonces, el sabio del
castillo, pidió hablar con el Rey y le explicó que podría hallar el camafeo si le cedían el manejo del numeroso ejército real por un día. La joya
apareció debajo de una vieja cómoda en un rincón olvidado del castillo.
El
sabio había recurrido a una fórmula sencilla
y lógica. Simplemente, asignó a cada soldado un metro cuadrado de búsqueda
cuidadosa."
Moraleja: Cuanto más medios se disponga en una investigación, mas rápido se
verán los resultados.
Ahora vayamos al tema
central.
Los tumores pueden ser
clasificados en dos grandes grupos: benignos y malignos.
Entre los benignos mas
frecuentes figuran los MENINGIOMAS originados en las meninges, los NEURINOMAS
originados en los nervios craneanos y los ADENOMAS DE HIPÓFISIS. Entre los
malignos el grupo predominante es el de los gliomas, originados en las células
del tejido glial, estructura de sostén y alimentación de las
neuronas.
Los tumores benignos
del sistema nervioso ofrecen una ventaja y una desventaja.
La ventaja es su pronóstico
en sí mismo, ya que no poseen la característica de invasión de tejidos
vecinos y multiplicación rápida e ilimitada que demuestran los malignos.
Crecen lentamente y no invaden la vecindad.
La desventaja es que la
curación depende de la resección total, de una cirugía que no deje vestigios
que el día de mañana puedan originar otro tumor y en algunos casos, la mala
ubicación del tumor se transforma en un desafío para el cirujano.
En los tumores
malignos, paradójicamente, la cirugía suele ser mas sencilla pero el
postoperatorio alejado es mas complicado ya que deberá complementarse con radio
y quimioterapia en la mayoría de los casos y la cirugía total no es garantía
de curación, ya que las células escapadas del tumor original, que quedan en la
vecindad volverán a originar un nuevo tumor tarde o temprano, que deberá
tratarse como la primera vez.
Actualmente,
la disponibilidad de la Resonancia Magnética, el Acelerador lineal y la
radiocirugía son algunos de los adelantos en el diagnóstico y tratamiento de
esta enfermedad.
Equipo
Neuroquirúrgico del Alta Complejidad (ENAC)