Como evitar que te timen cuando compras ropa de marca

Encontrar prendas de primera marca “regaladas” es toda una tentación, pero no todo lo que reluce es oro...

Sea porque ha sido engañado en su buena fe, porque no cuenta con
el suficiente dinero como para afrontar los gastos de un original, o por que
simplemente no cree adecuado pagar los altos precios que se exigen por estos
productos de marca, es posible que en alguna oportunidad haya consumido, o se
haya tentado a hacerlo, la falsificación de una reconocida marca de productos,
sea mediante las subastas de Internet o en algún puesto callejero.

A fin de cuentas, las falsificaciones, denominadas también copias
u imitaciones, parecieran ser en la actualidad casi tan buenas como un original,
pero con costos que pueden reducirse en hasta un ochenta por ciento.

Lo cierto es que casi ningún producto se salva de estas
imitaciones, sean bolsos, perfumes, cosméticos, camisas, relojes, remeras, o
cualquier otro tipo de objeto de consumo de marca reconocida, los cuales pueden
ser prácticamente iguales al original.

Ahora bien… ¿Qué tiene de malo comprar estas falsificaciones,
las cuales pueden hacer ahorrar varios billetes? En realidad, no es ningún
delito comprar mercadería falsificada (sólo lo es venderla), pero existen legítimas
razones por las qué se debería repensar este tipo de consumo.

En primer lugar, debe saber que la industria de la falsificación
no es una actividad realizada por un grupo de gente marginal, sino por
verdaderas mafias que mueven más de 200 mil millones de dólares anuales. Todo
este dinero es en efectivo, y libre de impuestos, por lo que puede darse una
idea de las ganancias que obtienen estas organizaciones.

Pero además, gran parte de ese dinero se utiliza para financiar
actividades terroristas, narcotráfico, y otro tipo de actividades delictivas,
pues quienes se encuentran en la industria de la falsificación suelen tener más
de un “negocio” a la vez.

Asimismo, existe más de un riesgo para el consumidor de este tipo
de productos. Los juguetes electrónicos de imitación, por ejemplo, podrían
provocar descargas eléctricas o incendios, mientras que los anteojos de sol
falsificados podrían dañar la vista, pues sus lentes, de baja calidad, a
menudo no brindan una adecuada protección contra los rayos ultravioletas.

Detectando
una falsificación

Este tipo de productos se pueden encontrar en la mayoría de los
puestos callejeros de los down towns
de las grandes urbes o en los sitios de subastas de Internet, que ofrecen todo
tipo de ofertas con la leyenda “Inspirado en ” o bien, directamente,
falsificaciones totales.

Pero… ¿Cómo se podría reconocer la diferencia entre una
mercadería original y una copia? Anteriormente, esto era muy sencillo, pues a
primera vista era evidente que el material era de baja calidad, y las marcas y
logos estaban mal diseñados o redactados.

Pero en la actualidad, las falsificaciones son tan buenas (¡y a
veces costosas!) que es casi imposible reconocer la diferencia. Incluso, muchas
de las mejores imitaciones vienen con sus respectivos envases, envolturas, etc.,
exactamente iguales al producto verdadero. Sin embargo, existen a
lgunos indicios que podrían ayudarle a reconocer la
diferencia entre un original y una copia:

1.
El precio.

Unos pantalones Nike que cuesten menos de 25 dólares, jamás podrán ser auténticos.
Lo mismo sucede con una cartera Louis Vuitton, Prada o Gucci de menos de 100 dólares,
pues estos productos originales jamás bajan de los 500 dólares.

2.
La boca de expendio.
Los comerciantes autorizados de Chanel, Polo, LV, etc. no pueden
jamás vender sus productos en un puesto callejero o sobre el capó de un auto.
Tampoco en subastas de Internet ni reuniones hogareñas.

3.
La etiqueta.

Las etiqueta de cualquier producto de diseñadores reconocidos, nunca podrá
decir “Made in Taiwán”, y muy posiblemente las marcas no estén
bordadas en hilo, sino simplemente estampadas.

Compras
en Internet, un capítulo aparte

Desde hace un tiempo a esta parte, los sitios de subastas de
Internet se han convertido en las mayores bocas de expendio de este tipo de artículos,
por lo que no sería nada raro que, al hacer compras en línea, se encuentre con
muchos de estos productos.

Muchos sitios de subasta tienen reglas que prohíben la venta de
bienes falsificados, pero a sus responsables le es imposible controlar la
circulación diaria de los mismos, por lo que no es raro encontrarse una gran
variedad de este tipo de productos. ¿Cómo saber, entonces, si se trata de un
original?

En estos casos, será importante saber leer bien la “letra
chica”. Si se observan detenidamente las descripciones de estos productos, es
posible detectar comentario en donde dice “Inspirado en…”
“Nuestra versión de…” o “Cómo…” y recién después la
marca, pues el tipo de productos que contienen estas inscripciones no se
consideran falsificaciones y no están pensados por la ley.

Cuando directamente se afirme “auténtico”
“genuino”, u otros adjetivos similares, la cuestión será más difícil.
Nuevamente, el precio podrá ser una buena pauta, pues si están más de un 35
por ciento más abajo que el precio de mercado, seguramente se tratarán de
falsificaciones.

Por eso, en Internet, como en cualquier otro tipo de negocios, será
fundamental tener un ojo atento e inteligente.