Una mano femenina flexible,
cuidada y elegante en los gestos, merece el más bello adorno y el regalo más
precioso: un anillo.
Para las jovencitas, junto
al primer esmalte incoloro, ésta el anillo sencillo concreto de la dulce
promesa, está el anillo sencillo y gracioso, que adorna sus dedos jóvenes y
delgados; para las muchachas enamoradas que esperan anhelantes el regalo de
“él “, sello concreto de la dulce promesa, está el anillo de prometida; para la
señora, en fin, está la joya que, acaso mas que otra cualquiera, valora su
elegancia.
1 ) La amatista – Tiene un
encantador color violeta. En una montura “ochocientos” es ideal para una joven
romántica.
2)
El aguamarina – De un delicado color azul, es la piedra mas indicada para
el anillo de una jovencita. Porque para ella no es recomendable una piedra
excesivamente costosa. El aguamarina, bellamente traslúcida y noblemente
emparentada con la esmeralda, es, por su precio, bastante accesible.
3)
La turquesa – Redonda u ovalada, y montada en oro amarillo, se adapta
especialmente a los anillos de carácter deportivo.
4)
El coral – Duro, bellísimo y luminoso, sobre todo en las manos bronceadas
por el sol
5)
El topacio – Piedra con matices doradas. Cuando va sola y es grande sirve
para anillos de tono elegante.
6)
El jade – Montado en oro blanco y rodeado de brillantitos es perfecto
para la señora sofisticada y de tipo algo exótico.
7)
El granate, la cornalina y el lapislázuli – Indicados para las
jovencitas, especialmente en anillos “chevalier”
8)
La perla – Una sola y bella perla cultivada, montada en oro blanco, es un
anillo clásico e insuperable. El oriente de las perlas tiene, matices
insospechados y bellísimas: rosa, gris, blanco…
Sustituye a menudo al
brillante en los anillos de prometida y, aunque menos valiosa, es muy indicada,
por su blancura e iridiscencia, para tal uso.
Solo o rodeada de
brillantitos, o bien acoplada con otra, siempre es bella y aumenta el atractivo
de todas las mujeres, en especial de las morenas.
Los anillos de metal (oro,
plata u otros menos valiosos) son especialmente adecuados para ocasiones
deportivas.
Descartados por la noche y
el mediodía elegante. En oro facetado, tubular o plano, en plata bruñida o mate,
lisa o labrada, se adaptan particularmente a manos muy angulosas.
Por su carácter sencillo y
poco ostentoso, estos anillos son aptos en especial para jovencitas. A propósito
de ella, tengamos en cuenta que en un solo anillo es suficiente para realzar la
belleza de sus manos.
Anillos y
diamantes
Es el anillo de brillantes,
la mas importante prenda de amor, el regalo de las grandes ocasiones, la joya
“para siempre”. La unida de peso del brillante es el quilate, equivalente a un
quinto de gramo.
Junto al tamaño de la piedra
y a la elegancia de la montura, la belleza de un anillo de brillantes se debe a
estos tres elementos:
1)
La luz: la mas apreciada es la blanca pura y la blanquiazul; después, y
en orden descendente, la rosada, la blanca, la gris y la levemente amarillenta.
Claro que esta clasificación no puede ser tomada en un sentido absoluto, porque
para valorar el brillante, intervienen también otros factores: limpidez,
tallado, etc.
2)
La limpidez: es puro el brillante que no presenta, a la lente de aumento,
resquebrajaduras ni corpúsculos. La limpidez o pureza es un requisito muy
importante para estas piedras. Recordemos, no obstante, que cuando se trata de
elegir un brillante para un anillo de prometida, que tendrá toda la vida un
valor especialmente simbólico, es mejor una gema de dimensiones grandes y de
colores luminosos, aunque no sea totalmente pura, que una pequeña y purísima.
Aunque valga menos se llevara con mayor satisfacción y, para los ojos no
expertos, será muy apreciable y valiosa.
3)
El tallado: Es muy importante para la línea y el tono del anillo. El
tallado mas común para un anillo clásico es el redondo con un numero variable
de facetas (58,32,16,8).
El mas romántico es el
tallado en corazón pero el mas atractivo es el oval, que incluso da la sensación
de mas quilates. El mas refinado es el octogonal, con gran facetas central y
facetas laterales de ángulos achaflanados. Para las señoras muy modernas es muy
indicado el brillante rectangular: plano, geométrico, deliciosamente severo, es
de original elegancia.
La montura del
anillo
Elegida la gema, hay que
escoger la montura.
Si el anillo es de
prometida, el modelo mas clásico y tradicional es el “solitario” con el aro en
oro blanco e invisibles grifas que sostienen la gema.
Cuando el brillante es
especialmente pequeño, puede “ayudarsele” con pequeños trucos. He aquí algunos
muy seguros:
* rodear el brillante con
una vuelta de lucientes “bágueles”: parecerá mas largo;
* engastarlo en un cerco de
brillantitos: parecerá más valioso;
* montarlo sobre una faja de
oro esmaltado en azul: brillara mejor.
Más aun: el brillante armoniza bien con el oro blanco y
con las piedras de “agua” limpias (rubí, esmeralda, zafiro).
Muy bella resulta la unión
de brillante y perla, sobre todo en monturas lisas o muy antiguas.
Evítese la unión del
brillante con piedras duras (turquesa, jade, coral, cornalina), que es difícil y
discutible.
Un consejo: los modelos
labrados (con flores, hojas y adornos varios) pueden gustar momentáneamente pero
a veces el efecto de ahogar la gema y, a la larga, cansan.
1)
La esmeralda: Es una gema de color verde intenso, de mucho precio. Se
pesa por quilates, y normalmente se tallo en forma rectangular. En los anillos
armoniza con el oro blanco y el platino, y requiere monturas sencillas que hagan
resaltar la piedra: quedara bien una ligera vuelta de brillantitos, y mejor un
“cestillo” que, sin verse, sostenga la piedra. Más baratas, pero siempre bellas,
son las “raíces” de esmeralda, de luces densas y opacas. Es adecuado el tallado
“cabochon” sobre un oro plano de oro blanco. Por sus brillantes colores la
esmeralda sienta especialmente bien a las pieles claras.
2)
El rubí: Es otra gema preciadísimo: su color rojo va desde los múltiples
matices luminosos de los buenos vinos hasta el rojo calido de la sangre. El
tallado mas clásico del rubí es el “cabochon”, el oval ligeramente facetado o el
rectangular. También el rubí requiere la montura clásica: grifas de platino o
una sencilla corona de brillantes. Les va bien a todas, especialmente a las
morenas.
3)
El zafiro: Es la apreciadísima gema de reflejos azules. En los anillos le
conviene el tallado “cabochon” o el rectangular. Quedara muy elegante si se la
rodea de brillantitos, que reavivaran sus tintas y darán mayor intensidad a sus
luces. Es la gema adecuada para las rubias.
Cómo elegir
un anillo
Hemos hablado de piedras, de
tallados, de luces, de colores, de monturas. Pero el tema de los anillos no
puede acabar aquí. De hecho, para que un anillo luzca y haga lucir a la mujer
que lo lleve, debe haber algo mas: un “vinculo” armonioso y sutil con la mano,
con el arreglo general, con las demás joyas y hasta con el tipo físico de la
propietaria.
Hay joyas hermosísimas pero
que no se adecuan a determinadas manos o edades.
Las manos
– Es necesaria una
elección cuidadosa: si se acierta, el anillo puede ayudar mucho a la belleza de
las manos.
– la montura oval hace los
dedos mas largos y esbeltos;
– el anillo rico valora una
mano de poca personalidad;
– las piedras grandes
armonizan con las manos grandes; las piedras pequeñas parecerían, en tal caso,
aun mas reducida;
– las piedras pequeñas, por
lo tanto, permiten mantener el deseado equilibrio cuando son usadas por manos
pequeñas;
– las piedras en escuadra
resaltan mas en las manos angulosas.
Y, sobre todo, no
equivocarse en el estilo:
– un anillo muy valioso no
es aconsejable para una mano de adolescente;
– un sólido anillo de oro
hace pesada una mano ligeramente gordezuela;
– dos o tres anillos juntos
no son de buen gusto y hacen pesada cualquier mano; tornando imposible la
armonía entre las distintas piedras, colores y luces.
El arreglo general
Debe llevarse siempre el
anillo adecuado al equipo que se lleva.
Un brillante “solitario”, un
anillo caro (ambos de clásica factura) van bien con cualquier vestido, aun con
el traje sastre de las mañanas.
Los anillos con muchas
piedras y muy trabajados, incluso los baratos, exigen un traje decididamente
elegante. No se trata del valor de la joya sino de su aspecto más o menos
sobrio.
Las otras joyas: Las joyas
son “difíciles” y no aceptan cualquier compañía. Con un anillo de turquesas, por
ejemplo, hay que evitar un brazalete (la joya más próxima) de piedras duras
verdes: sus colores desentonarían.
Asimismo, nada de tallados
“cabochon” junto a tallados geométricos.
Un último consejo: evitar la
proximidad de un anillo fino con joyas visiblemente falsa, aunque sea de bellas
fantasía. El anillo, sin lugar a dudas, perdería gran parte de su importancia,
por aquello de “dime con quien andas…” que casi siempre inclina el platillo de
la balanza hacia el lado menos valioso.
Limpieza de un
anillo
Delicadamente en un baño de
agua y jabón. Las partes lisas con la mano, las partes labradas y los ángulos
con un cepillo blando. Readquieren brillo si se los lava con una pasta hecha con
bicarbonato de soda y agua, luego se los enjuaga bien.
No usar nunca alfileres para
quitar la suciedad de las zonas “difíciles”: puede arañarse la piedra y moverse
en el engarce.
Una ultima sugerencia de
cuando en cuando llevar el anillo al joyero, para limpiarlo a fondo (como no
puede hacerse en casa) o para comprobar la montura.
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