Las aventuras de
Lucy y su amiga-vecina, Ethel Mertz, tratando de llegar a la fama a través de
participación en publicidades, de vestirse en caros tapados de piel, de ser
parte de Hollywood, etc, son clásicos de esta serie que lejos de la exageración,
fue y es un hito de la televisión en toda su historia.
Su contenido, más
allá de lo atractivo de la trama, se convirtió en un símbolo de la institución
del matrimonio del sigo XX, ver si no a Lucy besándose apasionadamente con su
marido en la campaña “Think Diferent” de una famosa marca de computadoras,
junto a Charles Chaplin, Chrchil Hitchcock y Einstein, todos personajes
destacados por su innovación de pensamiento.
Y como siempre
pasa, el tiempo agranda los buenos momentos. Hoy a 40 años de “Yo Quiero a
Lucy”, la serie sigue siendo un momento de inflexión en la vida de millones
de personas en todo el mundo, y es recordada como el inicio de una manera de
hacer televisión, pero por sobre todas las cosas, como una marca imborrable en
la rutina de cada uno que la haya seguido.
¿Qué mujer no
sintió alguna vez, que su marido la subestimaba? Ese fue el punto fuete de la
serie: muchas personas se identificaban con los protagonistas y se veían dentro
de la historia, sentían que alguien estaba contando lo que sentían.
Para 1949,
Lucille Ball, se había casado con DESI Arnaz, un músico cubano que emigró a
Estados Unidos y tenia un programa de radio titulado “MI marido Favorito”,
la CBS, le ofreció entonces, llevarlo a la televisión, pero Lucy, puso como
condición sine qua non, que el papel de su marido, lo interprete quien fuera su
verdadero esposo.
Los directivos
de la cadena, le replicaron diciendo que no era creíble que una mujer con
costumbres tan norteamericanas, se casara con un cubano que ni siquiera sabia
hablar ingles. Persistente como pocas, Lucy, decidió emprender una gira con su
marido, perfeccionando la obra y buscando lo que por fin llegó: un llamado
desde Nueva York pidiéndoles que grabaran un piloto.
La respuesta de
la pareja, condicionó a los interesados a que el programa se grabara en
Hollywood y se transmitiera vía material fílmico (no existía el coaxil), y
escenas corridas a tres cámaras, para poder tomar todos los detalles sin cortar
toma por toma, siguiendo una idea de Desi y el director fotográfico de la
“Momia”, Karl Frund.
Otra invención
de este grupo de trabajo, consistió en la participación del público en la
transmisión del material, simulando un “falso vivo”, una idea que luego fue
vendida a otros programas. El alto interés de la cadena televisiva, permitió a
Lucy y su pareja, crear su propia Productora llamada Desilú.
La historia tenía
el siguiente formato: Lucy era una mujer que adolecía de talento, Ricky era un
“supuesto” hombre exitoso. La pareja reflejaba lo que por ese entonces,
todos los matrimonios hacían en la época posguerra: consumir cualquier
producto de moda, comprar una casa, pelear, tener hijos, vivir en una zona
residencial, etc.
Ante lo simple y
popular de la historia, a la CBS no le quedó más que dar el sí. Todo quedaba
a gusto de Desi (no muy destacado actor, pero un gran empresario) y de Lucy (una
gran comediante). El éxito llegó inmediatamente, y con él, la fama y el
dinero. El siguiente paso fue la creación de los estudios RKO, en donde se
producirían series como “Star Trek”, “Misión Imposible” y “Los
Intocables”.
La aparición de
estrellas como Rock Hudson, Orson Welles y William Holden fue consecuencia de la
mudanza de los Ricardo a Hollywood, con la excusa guionada de la participación
de Ricky en una película. Ese fue el capitulo final, el número 179 en 1957.
A partir de
julio de este año que finaliza (2001), la señal de cable Uniseries, puso en
pantalla nuevamente a este sitcom (un formato creado por esta serie), con la
idea de renovar el fanatismo de quienes la vivieron a mediados de este siglo.
La idea, según
los directivos de ese canal, es mostrar a modo de documento sagrado, como una
pareja de personas, hicieron cambiar las costumbres de la televisión y llevaron
al mundo su creatividad por estar adelantados varios años al resto.
Junto a “Yo
Amo a Lucy”, otra serie transgresora de aquellos tiempos: “Los Beverly
Ricos” que muestra también, la ingenuidad de las personas de los ´60 en
contraste con las revoluciones que se vivían por esos días.
La televisión
era una burbuja alejada de la realidad. Las comedias escapaban del contexto y
separaban al mundo en dos, la ficción y las noticias, algo que en la actualidad
ya no ocurre: los noticieros son novelas encuadradas en hechos concretos.
Otro de los
hitos que “Yo quiero Lucy” ofreció a la memoria de la televisión, fue el
capítulo en que ella, tuvo a su hijo, luego de un tiempo en que ella estaba
embarazada, una idea que revolucionó al mundo, que en aquella época, no admitía
que una mujer a punto de parir fuera parte de una línea argumental.
Los directivos y
sponsors de la serie, intentaron negarse a semejante atrevimiento, pero todo
terminó el día en que Lucy, tuvo a su primer hijo en cámara, el mismo día en
que en la ida real, Lucille Ball tenia a su hijo por cesárea. El éxito de ese
capitulo, estuvo reflejado en las 44 millones de personas que lo vieron (en
Estados Unidos había sólo 50 millones de televisores en esa época).
El poder de la
figura de Lucy, eclipsó a grandes figuras del espectáculo, y la política y
demostró al mundo que el poder de una ama de casa, no debe ser tan
subestimado..