El suicidio en los adolescentes

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Un problema del que hasta da miedo hablar, pero que puede ser prevenido si se lo enfrenta sin tabúes.

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Sin dudas la derivación mas trágica que tiene el estrés y la presión desmedida
sobre un adolescente, es el suicidio. Los adolescentes experimentan fuertes
sentimientos de confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito,
inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo.

Para algunos adolescentes, el divorcio, la
formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, o las mudanzas
a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas
acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una
"solución."

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La
depresión y las tendencias suicidas son
desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar
la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se
debe desarrollar un plan de tratamiento.

Cuando los padres sospechan que el
niño o el joven puede tener un problema serio, un exámen psiquiátrico puede
ser de gran ayuda.

Muchos de los síntomas de las
tendencias
suicidas
son similares a los de la depresión. Los padres deben de estar
conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente
está contemplando el suicidio.

Los psiquiatras de niños y adolescentes
recomiendan que si el joven presenta uno o más de estos síntomas, los padres
tienen que hablar con su hijo sobre su preocupación y deben buscar ayuda
profesional si los síntomas persisten.

Los cambios en los hábitos de dormir y de comer, el retraimiento de sus
amigos, de su familia o de sus actividades habituales, las actitudes
violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa, el uso de
drogas o del alcohol, son síntomas para comenzar a consultar con urgencia.

También se ve en el abandono poco usual en su apariencia personal, los
cambios pronunciados en su personalidad, el aburrimiento persistente, la
dificultad para concentrarse, o el deterioro en la calidad de su trabajo
escolar.

Las quejas frecuentes de dolores físicos tales como los dolores de cabeza,
de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado
emocional del joven. Así como la pérdida de interés en sus pasatiempos y
otras distracciones y la poca tolerancia de los elogios o los premios.

El adolescente que está contemplando el suicidio
también puede demostrarlo al quejarse de ser una mala persona, de lanzar
indirectas como: "no les seguiré siendo un problema", "nada me importa",
"para qué molestarse" o "no te veré otra vez.", de poner en orden sus
asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto,
botar papeles o cosas importantes, o ponerse muy contento después de un
período de depresión.

Si el niño o adolescente dice, "Yo me quiero
matar" o "Yo me voy a suicidar", tómelo muy en serio y llévelo a un
psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la
situación.

A la gente no le gusta hablar de la muerte. Sin
embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o
pensando en el suicidio. Esto no ha de "ponerle ideas en la cabeza"; por el
contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le
da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.

Con la ayuda de la familia y con tratamiento
profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden
recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.