Algunos
estudios realizados por médicos entendidos en el tema revelaron que en el
ultimo año se evaluaron los datos de 160 pacientes hospitalizados por trombosis
en las venas de las extremidades inferiores y la pelvis.
El
25% de los pacientes reconoció que habían realizado un viaje largo -más de
cuatro horas sin moverse- en el transcurso de las cuatro semanas anteriores a su
ingreso.
El
medio de transporte utilizado fue, en primer lugar, el coche; seguido, en orden
de frecuencia, por el tren y el avión.
Los resultados fueron comparados con los
que se obtuvieron de un grupo considerado control, y se comprobó que sólo el
10% de las personas sin patología venosa trombótica había realizado un viaje
largo en las semanas previas.
Ya
hay la suficiente evidencia científica para recomendar bajarse del coche unos
minutos después de algunas horas o darse una vuelta por el pasillo del avión
en los vuelos muy largos.
Si,
además, el pasajero es obeso o tiene cualquier otra circunstancia que eleva su
riesgo de trombosis venosa, el no pasar demasiado tiempo sentado en el
transcurso de un viaje es casi obligatorio, recomiendan los especialistas.
Además
del viaje prolongado, otro factor de riesgo de trombosis, relativamente
frecuente pero desconocido para muchas personas, puede contribuir a que se
establezca esta patología.
Según
el especialista, la resistencia a la proteína C es un factor que predispone a
la trombosis de las venas profundas de las piernas.
La
proteína C es una sustancia que interviene en el proceso de coagulación de la
sangre y previene la trombosis. Las personas que tienen resistencia a esta proteína
tienen un riesgo de trombosis venosa elevado.