Al
contrario de los `60 cuando los adultos querían ser siempre muchachos para
poder seguir pasándola bien.
Este
es el momento para cambiar algunos hábitos, y para sus tutores, de orientarlos
a cierto tipos de comportamiento, incluso en la manera de vestir, aunque esto
termine definiéndose según los propios gustos.
De
todas formas, existen muchas corrientes de cambio. En esta ultima década, se ve
un abrupto cambio en el rubro “formalidad”, los trajes y corbatas quedaron
atrás, dejándole paso a la ropa deportiva que no los reemplazan, pero que
marcan una forma de sentir la moda.
Hay
menos prejuicios con la edad y la ropa adecuada. Las pruebas de virilidad son un
proceso importante en el proceso de crecimiento. El cambio de parecer es quizás
tan importante como lo que se quiere mostrar, teniendo en cuenta que eso será
parte de los que seremos, aunque no en una medida demasiado significativa.
Entonces,
la pregunta es: ¿Madurar o no madurar? Si hacerlo significa, tener una
necesidad imperiosa de verse según el estereotipo que nos debería pertenecer,
entonces no. Pero si uno puede desligarse de esas ataduras, entonces podrá
permitirse vestir de manera joven.
De
todas maneras, vestir elegantemente puede aportar ciertos beneficios que tienen
que ver con los prejuicios (no siempre negativos) y que se relacionan con la
opinión que los demás alrededor nuestro, tienen de nosotros.