Cada vez que alguien enciende un
cigarrillo, puro o pipa, el humo del tabaco
llega al aire desde dos fuentes. La primera es la fuente primaria, humo que el
fumador introduce cuando inhala o sopla.
Los no fumadores también se exponen a
la fuente primaria luego que el fumador lo exhala. La segunda, e incluso más
peligrosa fuente de humo, es la secundaria, la cual va directamente hacia el
aire a partir del tabaco en combustión.
El humo secundario -el que
inhala una persona que no fuma cada vez que se
encuentra alrededor de alguien que lo hace- realmente tiene concentraciones más
altas de algunos compuestos dañinos que el humo inhalado por el fumador.
Los
estudios muestran que hay varias substancias que causan cáncer, así como más
alquitrán y nicotina en el humo secundario en comparación al primario. Además,
el monóxido de carbono, que se apropia del oxígeno de la sangre, puede ser de
dos a quince veces más alto en el humo secundario.
La mayor parte del humo en una habitación es el resultado del humo secundario.
Cuando los no fumadores respiran el aire que contiene humo de los cigarrillos,
puros y pipas de otras personas, se dice que la persona es un fumador
involuntario o pasivo.
El
humo de segunda mano y el cáncer pulmonar
Es un hecho bien conocido que fumar cigarros es la causa principal de cáncer
pulmonar en los fumadores. En1986 el Cirujano General de los Estados Unidos dio
a conocer que fumar involuntariamente puede causar
cáncer pulmonar
en no
fumadores saludables. Estudios recientes también muestran que el humo secundario
causa muerte originada por enfermedades cardiacas.
Lo que esto podría significar, es que el humo del tabaco y la radiación pueden
tener en común lo siguiente: simplemente no hay niveles seguros de exposición.
El humo de segunda mano tiene un efecto especialmente dañino en infantes y niños
cuyos padres fuman. Varios estudios muestran que en sus primeros dos años de
vida, los bebés de padres que fuman en casa tienen una tasa de enfermedades
pulmonares, como la bronquitis y la neumonía, mucho más alta que los bebés cuyos
padres no fuman.
Un estudio con niños de edades entre cinco y nueve años, mostró la existencia de
una función pulmonar impedida en jóvenes que tenían padres fumadores, en
comparación con aquellos cuyos padres no fumaban. Fumar en las mujeres
embarazadas parece ser que predispone a los bebés prematuros al síndrome de
dificultad respiratoria.
Los padres que fuman en el hogar pueden agravar los síntomas en algunos niños
que tienen asma, e incluso provocar ataques asmáticos. Los padres deben fumar
solo afuera de la casa o, mejor aun, dejar de fumar.
Un equipo de investigadores encontró que incluso en los niños sin asma de poca
edad y cuyos padres fuman, las enfermedades respiratorias agudas se presentan el
doble de veces en comparación con los niños de padres que no fuman.
Humo en el trabajo
El informe del Cirujano General de 1986, estableció que la simple separación de
los fumadores y de los no fumadores dentro del mismo espacio puede reducir, pero
no eliminar, el riesgo de exposición al humo de tabaco en el ambiente.
Como
resultado, un numero cada vez mas grande de leyes estatales y locales restringen
ahora el fumar en donde la gente trabaja. La idea detrás de estas leyes, es que
las preferencias de fumadores y no fumadores deben tomarse en cuenta siempre que
sea posible. Pero cuando las preferencias entren en conflicto, la salud y la
preferencia de los no fumadores debe estar por delante.
Más y más compañías privadas también están adoptando políticas que restringen el
fumar y que protegen a los no fumadores en el trabajo.
El humo del tabaco en combustión crea malos olores que también impregnan la ropa
de las personas, el pelo e incluso la piel.
Esta contaminación es tan intensa,
que cuando alguien fuma en un cuarto con aire acondicionado, lo que el aire
acondicionado requiere para adecuar el aire puede ser de alrededor de un 600
porciento mas de energía con el solo objetivo de controlar los olores.
Los malos olores creados por el humo del tabaco también son perdurables. Tiempo
después de que una persona ha salido de un cuarto lleno de humo, el olor de
cigarro aun puede estar presente en su cuerpo y en la tela de su ropa.
Esto es
así porque al mismo tiempo que ciertos químicos creados por el tabaco en
combustión causan malos olores, otros químicos ayudan a que los olores se
mantengan en la superficie en que penetran.
Los fumadores usualmente no son sensibles a estos olores, por los efectos
destructivos que el humo tiene en los revestimientos internos de la nariz.
Fuente:
American Lung Association