Culpa. Fracaso. Tristeza. Dolor.
Un mundo que se vino abajo. Todas estas son sensaciones que la mayoría de los
padres de homosexuales admitió experimentar cuando sus hijos le confesaron su
condición sexual.
Luego del momento inicial,
sobrevendrán dos tipos de reacciones, opuestas entre sí: aceptar a sus hijos o
rechazarlos abiertamente, llegando incluso hasta el punto de echarlos de la
casa.
Pero en casi todos los casos, la
vergüenza podrá estar muy presente, llevándolos a callar frente a ciertos miembros
de la familia, vecinos o amigos.
Según los especialistas, la
confesión de la homosexualidad (“salir del clóset”) por parte de un hijo
acarrea también en sus padres la idea de un fracaso personal en la educación de
los mismos, en donde el pensamiento común es que estuvieron demasiado ausentes
durante su infancia y pubertad, o que, por el contrario, fueron demasiado
sobreprotectores y excesivamente apegados.
Incluso, en un primer momento,
muchos de estos padres intentarán poner manos la obra y actuar para tratar de
“reencaminar” a su hijo, llevándolo a un psicólogo o consiguiéndole una
prostituta para intentar cambiar su naturaleza sexual, algo que no sólo será
inútil, sino que también podrá ser muy dañino.
En efecto, la orientación sexual
no es algo que pueda ser modificado, y cualquier acto que no sea compasivo o
comprensivo sólo dificultará las cosas. Pese a esto, también es muy entendible
que muchos padres busquen tomar alguna acción, en pos de no permanecer pasivos
frente a tamaño cambio.
En este sentido, los
especialistas aconsejan quererlos, aceptarlos tal cual son, y ayudarlos, tal
vez buscando un apoyo psicológico, no para “normalizarlos” sino para que ellos
puedan tener otro tipo de asistencia frente a la discriminación que van a tener
que enfrentar por parte del resto de la sociedad (o que tal vez ya estuvieron
enfrentando).
Un
nuevo hijo, un nuevo padre
Como se señaló anteriormente, las
reacciones que experimentarán los padres de homosexuales, distarán mucho entre
sí. Aquellos padres que sean más rígidos y estructurados seguramente tendrán
más problemas para aceptar el deseo de su hijo, mientras que los más abiertos
tendrán menos conflictos.
Pero, con todo, los expertos
señalan que la noticia siempre irrita y nunca es, en un primer momento, del
todo aceptada. Por ejemplo, podrá existir el temor a como influiría la recién
revelada condición sexual de su hijo dentro de su ámbito social, y la necesidad
de hacer frente a la nueva realidad que indica que sus hijos podrían no tener
hijos.
De hecho, por sobre todo, la
cuestión social es un importante problema para ellos, pues si bien en los
últimos años la sociedad exhibió un mayor grado de apertura, la homofobia sigue
siendo importante en una gran cantidad de personas.
Pero es en una segunda etapa
cuando las cosas podrán comenzar a cambiar. De hecho, son muchos los padres
que, frente a la primer sensación de perder un hijo, se propusieron luego
convertirse en nuevos padres, para encontrar una madurez que les permitiese
recrear un nuevo tipo de relación con su “nuevo” hijo.
Para este momento, es posible que
muchos padres comiencen a preguntarse por qué sus hijos tardaron tanto en
confesarles su condición sexual, es decir qué es lo que hicieron mal para que
sus hijos no hayan podido confiar en ellos antes, para hacer esa revelación.
Sobre todo cuando, como padres, percibieron en la infancia o juventud de su
hijo que algo era diferente.
Según los especialistas, no está
mal, sin embargo, que, antes que preguntar, se espere a que el hijo tenga la
maduración suficiente o la necesidad de decirlo por si mismo.
Pero más allá de los reproches,
propios y a sus hijos, los padres que comiencen a aceptar a sus hijos
homosexuales, estarán seguramente comenzando a comprender que lo importante es
que sus hijos puedan amar y ser amados, más allá del género de la otra persona,
entendiendo que si existe el amor, siempre existirá la salud.