El resultado puede ser el
esperado o bien el atleta puede rendir muy por debajo de sus capacidades. Cuando
esto sucede, es frecuente que el atleta se hunda en un mar de autocríticas y en
frases tales como: debería haber hecho tal o cual cosa, "No sé que es lo
que me pasó", "En el kilómetro treinta y seis sentí miedo… tenía
miedo de morirme… de quebrarme… de caerme de boca en el asfalto…"
Estas frases muestran cómo la mente puede influir positivamente o bien puede
llegar a entorpecer el logro del rendimiento máximo.
Esto ocurre cuando los
pensamientos positivos y las creencias racionales se convierten en pensamientos
negativos y en creencias irracionales que debilitan al atleta, lo paralizan ya
que en estos casos el pensamiento cobra protagonismo y la acción se ve
deteriorada por ello debido a que es esa manera de pensar negativamente lo que
detiene al atleta.
Frente al fracaso deportivo, hay varias explicaciones posibles. Esto es
importante que tanto los atletas y los entrenadores tengan en claro puesto que
la única solución frente a esto no es el entrenar más y más duro sino
reflexionar a cerca de lo sucedido teniendo en cuenta al atleta como un ser bio
– psico social., puesto hay casos en los cuales la persona está muy motivada
pero sus músculos no responden a las órdenes que envía el cerebro.
La reflexión, lleva a la pregunta, a la actitud de interrogar al atleta de
acercándose tratando de comprender si se ha dejado de lado alguna variable
importante en la preparación para este tipo de pruebas como la alimentación,
el descanso necesario, el chequeo médico – deportivo y la disminución gradual
del volumen de entrenamiento a medida que se acerca la fecha de la competencia.
Este es el trabajo que debería tomarse todo entrenador: acercarse al atleta
sacando provecho de la oportunidad que tienen de observar cotidianamente el
cuerpo del corredor el cual presenta un lenguaje propio que hay que saber leer y
comprender.
Fuente: www.campodepsicologia.com