YO QUIERO A LUCY mostraba un
humor inocente, donde los problemas de la pareja solían ser triviales y no se
mencionaba nada relacionado al sexo, enfermedades u otros asuntos tan íntimos y
profundos.
Lucy vivía con su marido
desde que se casó y a pesar de sus diferencias continuaban juntos sin pensar
siquiera en una separación o en una infidelidad. Su vecina Ethel era su única
confidente y compañera de aventuras, con quien incluso, no habla de nada
demasiado comprometido.
Su tema de conversación eran
la casa, los maridos, los electrodomésticos y Hollywood (su sueño frustrado).
Ella era ama de casa y la
idea de un trabajo ni siquiera cruzaba su mente, algo remoto en esa época. Era
su marido quien sustentaba el hogar, mientras ella era la encargada de realizar
las tareas domésticas, cosa que él subestimaba bastante.
En contraposición, FRIENDS y
SEX IN THE CITY, nos muestran mujeres fuertes, posicionadas en su trabajo, que
viven solas y son económicamente independientes. La idea del matrimonio es un
sueño a largo plazo, y procuran antes de eso, alcanzar sus objetivos personales.
Mientras tanto, disfrutan
con libertad de un mundo ya no tan machista, donde se sienten libres de mantener
relaciones ocasionales con el hombre que deseen, sin por ello ser mal vistas.
Incluso aquellas que están
casadas, continúan con la misma vida que llevaban antes de eso; conservan sus
trabajos, sus actividades sociales, sus amistades y sus tiempos. Hasta podríamos
afirmar que los roles se han invertido, que muchos hombres sienten temor ante
estas mujeres que hoy en día se atreven a todo sin pudor.
Y seguramente mientras las
mujeres se quejan de que “ya los hombres ni se toman el trabajo de mentirnos”,
ellos pensarán “es que ni siquiera nos dan tiempo para eso!”.
Las relaciones hombre-mujer,
ya no suponen sólo una relación de pareja, puesto que la amistad entre los
distintos sexos es una de las diferencias mayores que encontramos si comparamos
ambas décadas.
En Friends, por ejemplo, un grupo mixto de amigos viven bajo el
mismo techo, y ni los secretos más íntimos tienen la puerta cerrada para ellos.
Aparentemente, los años 90 en adelante difieren mucho con aquellos tiempos donde
Lucy, no hubiera sido capaz de siquiera imaginarse semejantes cambios.
Pero la
amistad que antes era “cosa de hombres” ahora parece ser atributo de algunas Julietas con Romeos resignados y un tanto dudosos de la asexualidad de la
amistad hetero, ya que para ellos el deseo siempre está presente en algún
pliegue de todas sus relaciones.
De allí la desconfianza y
desvelos que a su vez les provocan los llamados “amigos” de ellas, en todas las
series.
Sin embargo, los tres
programas tienen una característica en común: pretenden ser el reflejo de lo que
la sociedad está viviendo en un tiempo y espacio.
De todos modos, hay algo en
lo que no cabe duda… las mujeres han cambiado, los roles ya no son los mismos y
según con que ojos se lo mire, habrá quienes consideren que fue una evolución
positiva o no.
Sin embargo aún nos queda
preguntarnos: ¿es el de los personajes de SEX IN THE CITY el modelo ideal de
mujer a la que todas las televidentes aspiran o sólo la representación dramática
de un grupo de damas que cumplen todas las fantasías del espectador sin
olvidarse ninguna?
¿Es, digamos, algo así como la
exaltación de un “Ello femenino”que las lleva a pasar de cama en cama sin ser
calificadas como lo harían nuestras abuelas, guardando el superyo para mañana,
en venganza a tantos siglos de sometimiento?
¿Es todo parte del famoso exceso de
la postmodernidad, que exagera el hedonismo y el individualismo de esta era del
vacío? ¿Las mujeres de hoy en día son así?.
¿Y los hombres, dónde han
quedado?
La desorientación de ROSS,
en Friends, cuando su entonces novia RACHEL le cuenta para tranquilizarlo que
con su pareja anterior Paolo no tenía un vínculo de amor sino sólo sexo
animal y nada más, ROSS sufre un ataque de ansiedad, miedo a la pérdida y al
ataque de ese pasado que ella apenas valora.
Los hombres pues siguen
siendo los mismos, en el 50 que ahora, celosos, obsesivos, inseguros,
sufridamente confundidos ante una mujer que avanza atolondrada como elefante en
la cristalería, en las comedias y en la calle.
En síntesis, a esta Lucy que se
pasa varias tardes en los “after offices” bebiendo alcohol con sus compinches,
lejos del hogar conyugal, se la bancan como pueden, y ya, tal vez, no la
quieren tanto como antes.
Por el
contrario, creo que el varón se ha sentado a esperar a que (si Heráclito tuvo
razón) ella vuelva a su opuesto y se convierta de nuevo en Doris Day, o la
agente 99 esposa de Maxwell Smart, o la mujer de Tom Cruise en el film Jerry
Macguire, dejando el look Madonna para futuras reencarnaciones.
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