El DHA (ácido docosahexaenoico) es un ácido graso del grupo omega 3 que es el principal componente estructural del tejido cerebral y del tejido nervioso de los ojos.
Por ello, se presume que la carencia o pérdida de este componente puede acompañarse de problemas en la concentración, memoria, capacidad de aprendizaje y la función visual.
Las mejores fuentes de DHA son los pescados de aguas frías profundas, particularmente los más grasos como salmón, atún y caballa (el DHA es una de las dos grasas predominantes en el aceite de los pescados. El otro es el EPA).
Por lo tanto, es necesario un aporte adecuado de DHA para mantener e incluso incrementar las capacidades cerebrales. Por eso no son recomendables las dietas que eliminan completamente los alimentos grasos.
Y por ello es también que muchos alimentos cotidianos -como la leche, el yogur, el pan, el queso, etc.- están siendo fortificados con DHA.
Los niños requieren grandes cantidades de DHA para sus cerebros y ojos, y lo consiguen normalmente con la leche materna. Y, por supuesto, el DHA es también muy importante en la gente mayor.
¿Pueden los suplementos de DHA ayudar al cerebro de un adulto?
Esa es la pregunta del millón. En realidad el cerebro podría tener cualquier ácido graso que desee, pero prefiere exclusivamente el excedente de DHA a cualquier otro y se aferra a él.
Por eso debe haber una buena razón por la que el cerebro quiere o necesita esos altos niveles de DHA. De hecho niveles más bajos se encontraron en gente que sufre depresión, Mal de Alzheimer y graves problemas de alcoholismo.
Pero hasta ahora no hubo ningún estudio que demuestre que tomar DHA pueda ayudar a tratar esas enfermedades. Ni tampoco que pueda aumentar la capacidad de memoria de la gente sana.
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